ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Los primeros de la inmunidad
Se consideran afortunados, pues saben que son de los pocos españoles que han recibido la segunda dosis de la vacuna contra el Covid-19 hace más de una semana y, por tanto, están inmunizados. No por ello han vuelto a la normalidad que conocían antes de que estallara la pandemia, pero sí afrontan el día a día con una tranquilidad que hacía meses que no conocían. Hasta ayer, España había administrado la vacuna completa a un total de 838.782 personas, un paso más para alcanzar la ya tan añorada inmunidad.
Las precauciones siguen, pero el miedo a ser la responsable de contagios ha desaparecido para Nora Robayo, coordinadora asistencial de la residencia de mayores L’Onada de La Ametlla de Mar, después de que personal y usuarios del centro estén vacunados. Tras recibir la segunda dosis el pasado 29 de enero, reconoce que se siente mucho más tranquila, aunque no por ello va a dejar de seguir las medidas de prevención. «Nos sentimos con más fortaleza y esperanzados, pero sabemos que de momento hay que esperar. Aún no podemos volver a la normalidad», asegura. En su centro, dice, la actitud de los ancianos también ha cambiado con la llegada de la vacuna. «Se sienten más seguros. La mayoría esperaba con muchas ganas la vacuna y en general están más contentos, aunque mantienen los hábitos de prevención como hasta ahora», sostiene.
Limitar las relaciones
Recientemente, Adolfo García-Sastre, investigador del Hospital Mount Sinai de Nueva York, explicaba en el programa ‘Horizonte’, de Íker Jiménez, cómo le había cambiado la vida tras haber sido vacunado. «Sabemos que ya nos podemos reunir con gente de nuestros amigos que ya están vacunados. Nos podemos reunir sin tener problemas porque sabemos que, incluso si nos infectamos, vamos a seguir teniendo medidas para tratar de no producir propagación», decía. Sin embargo, los primeros sanitarios inmunizados prefieren llamar a la prudencia y mantenerse como hasta ahora. «De momento no voy a ampliar mi círculo social. En la situación en la que estamos creo que lo más responsable es limitar las relaciones al máximo aunque estemos vacunados», afirma Cristina Miguel, enfermera de la Unidad de Hematología del Hospital La Paz de Madrid.
En su caso, explica, la vacuna le ha otorgado una «tranquilidad mental» a la hora de llevar a cabo su trabajo. «No solamente por mí, también porque trabajo en una planta con pacientes inmunodeprimidos y que yo esté vacunada es también protección para ellos», relata. Esta sensación, dice, es la que predomina entre sus compañeros de hospital: «El sentimiento general es que debemos ponernos la vacuna no solo por nosotros, por todos. Es algo positivo para todo el mundo».
Comparte este sentimiento Noelia Utrilla, auxiliar de Enfermería del Hospital Universitario Fundación de Alcorcón. A sus 20 años y tras haberse encontrado con la pandemia nada más adentrarse en la vida laboral, tiene claro que ponerse la vacuna es sinónimo de responsabilidad social. «Trabajo con personas mayores y vulnerables, y el hecho de estar vacunada da más seguridad y tranquilidad. Antes era una preocupación constante y ahora ha desaparecido en buena parte», dice. Aunque ninguna vacuna, lamenta, elimina la «frustración» que sienten al ver cómo hay personas que siguen sin cumplir con las medidas de prevención. «Vemos la luz, pero aún queda mucho. No podemos pensar en volver ya a la normalidad. Hay que seguir cuidándonos», ruega.