ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Los errores del semáforo nutricional: aceite de oliva peor que un refresco cero
de 2021. Actualmente, la implantación de esta herramienta es voluntaria para los productos envasados. Ningún país puede, por el momento, obligar a los productores a proporcionar esta información en la parte delantera de los envases, aunque algunas empresas de distribución ya han empezado a implantarlo. Pero, la intención de la Comisión Europea es avanzar hacia el etiquetado común y obligatorio en todo el territorio en 2022.
Problemas con el algoritmo
¿Por qué una herramienta que tiene como objetivo hacer mejores elecciones para la cesta de la compra penaliza al aceite de oliva? Por el algoritmo que utiliza, que valora negativamente, entre otras cosas, un aporte energético (calorías) alto con independencia de la calidad de la grasa. También la presencia de grasas saturadas, azúcares añadidos y sodio restan. Mientras que la fibra, proteínas y el porcentaje de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y aceites de oliva u otros similares en su composición suman. Pero no tiene en cuenta el grado de procesamiento. Eso lleva a que otros productos menos recomendables como los refrescos zero o algunos cereales de desayuno azucarados tengan mejor puntuación que el indiscutible aceite de oliva, que unas sardinas en aceite de oliva o que el jamón ibérico, que obtiene una D, y cuyos productores también han pedido ser excluidos del etiquetado.
«Lo que ha pasado con el aceite pone de manifiesto que el algoritmo de NutriScore clasifica mal productos saludables y todavía peor, pone buenas calificaciones a productos objetivamente insanos » , señala Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos, dietistanutricionista y especialista en seguridad alimentaria, quien considera que esta herramienta, en principio concebida para hacer mejores elecciones alimentarias de un vistazo, «contribuye a la confusión de los consumidores». Para Robles sería mejor el sistema de los perfiles nutricionales, que clasifican el alimento en su conjunto y no por nutrientes aislados y podría adaptarse al etiquetado frontal. «Hay mucho menos lugar a la trampa. Unas ga
lletas estarían dentro del perfil galleta, que es inequívocamente poco saludable, aunque le quites el aceite de palma y le pongas ácido oleico. En nutrición, menos malo no significa que sea mejor», concluye. De la misma opinión es Miguel Ángel Lurueña, doctor en ciencia y tecnología de los alimentos y autor del blog ‘Gominolas de petróleo’, quien denuncia que hay productos insanos donde « se juega con el algoritmo».
«Si mi producto se valora negativamente porque tiene un 25% de azúcar, le añado más fibra, que puntúa positivo, y compensa lo negativo del azúcar», explica. Como ejemplo, la denuncia que hizo el pasado mes de septiembre Lurueña en Twitter sobre unos cereales de chocolate que tenían una B en Nutriscore, y en los que el alto nivel de fibras y proteínas reducía los puntos negativos vinculados al azúcar. Una queja de la que se hizo eco Serge Hercberg, el investigador francés ideólogo de NutriScore, quien reconoció en la misma red social: «Es una de las lagunas que hemos identificado y sin duda será abordado por los científicos independientes que estarán a cargo de la actualización de #NutriScore a nivel europeo (incluyendo expertos españoles) en un próximo futuro».
Otros expertos, como Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) consideran que «es mejor tener una herramienta que nada, pero hay que afinar el algoritmo y adaptarlo a nuestros hábitos y entorno». «Lo que sale en rojo es indiscutible, pero es verdad que en algunos alimentos como el aceite de oliva falla. Varios investigadores y endocrinos hemos hecho un manifiesto para que se tenga en consideración modificar la valoración de este alimento. No hay discusión de que el aceite de oliva es muy saludable», señala.
A pesar de las críticas que recibe, sus defensores recuerdan que NutriScore es una herramienta que cuenta con respaldo científico. «Una de sus fortalezas es que trata de ser científicamente muy riguroso, por eso los cambios en el algoritmo son muy lentos. A pesar de que tiene aspectos que se pueden mejorar, como este del aceite, hay que señalar que es una herramienta que funciona bien. En comparación con otros sistemas, tiene estudios que respaldan que a rasgos generales es útil para los consumidores», asegura Clara Gómez Donoso, investigadora del Ciberobn y coautora del estudio que validó por primera vez NutriScore en el contexto español, en el que vieron que cuanto peor era la puntuación nutricional (menor calidad nutricional) más aumentaba el riesgo de mortalidad prematura.
Comparar productos iguales
Los defensores de NutriScore también argumentan que es un error pensar que es un sistema para comparar alimentos de diferentes categorías. «Tú no vas a comprar un refresco y sales con una botella de aceite y tampoco te vas a aliñar una ensalada con un refresco de cola. Son comparaciones odiosas. Se busca que el consumidor pueda comparar productos iguales y elegir aquellos que salen más en color verde», explica el doctor Jordi Salas Salvadó, investigador del Ciberobn y coautor de un estudio en el que NutriScore demostró ser el etiquetado más eficiente para transmitir información sobre la calidad nutricional de los alimentos. Reconoce que será necesaria una campaña de información al consumidor para evitar confusiones. «No hay nada perfecto. La perfección es el enemigo de la salud pública porque es imposible. Hay cosas que se podrían mejorar con el tiempo, pero deben basarse en decisiones científicas, no en presiones de la industria», concluye el investigador.
Etiquetado De momento es
voluntario, aunque algunas empresas ya han empezado a impantarlo
Críticas Penaliza los productos calóricos sin distinguir el tipo ni calidad de su
grasa