ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Vacunación a mayores de 80 años, puerta por puerta y en estadios
Cataluña y Andalucía adelantan el plan para inmunizar a los más vulnerables
Desde la próxima semana, Cataluña iniciará la vacunación a los mayores de 80 años que viven en sus domicilios, mientras se trabaja en un nuevo protocolo de visitas y salidas «más flexible» para los ancianos de las residencias. En Andalucía, los mayores de 80 años entraron ayer en el proceso de vacunación contra el coronavirus. La Consejería de Salud de la Junta andaluza ha diseñado un dispositivo por el que este grupo –el 5 dentro del plan de inmunización estatal– puedan recibir una dosis de las vacunas de Pfizer o Moderna; no las de AstraZeneca, reservadas por el momento para los adultos de 18 a 55 años.
Según explicó en Cataluña el secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon, y la subdirectora general de Promoción de la Salud, Carmen Cabezas, tras haberse puesto en esta comunidad las primeras vacunas a los trabajadores esenciales, anunciaron que serán los mayores de 80 años los siguientes en inmunizarse. De hecho, los planes pasan por vacunar en domicilios y los mayores de 80 años que estén también en residencias, lo que asciende a un colectivo de unas 400.000 personas.
Según indicaron, será la atención primaria la que asumirá esta vacunación. También se trabaja para revisar el protocolo de salidas para las personas mayores que viven en residencias y darle «más flexibilidad», dado que los datos avanzan y ya se han vacunado con las dos dosis el 30% de los ancianos que viven en estos centros, dijo Argimon. Farmacéuticos, fisioterapeutas, funcionarios de prisiones y también personal que trabaja en estos centros, como los docentes están pasando ya estos días por la primera dosis. También han sido convocados por SMS otros colectivos, unas 7.000 personas, precisó la doctora Cabezas, con distinta afluencia. Los odontólogos también se encuentran entre el personal considerado esencial, por el riesgo que corren al trabajar con personas que no pueden llevar mascarilla en el momento de ser atendidas y Salud ya trabaja con este colegio profesional para establecer cómo desarrollar la vacunación, confirmó Cabezas. Cataluña seguirá la recomendación de no vacunar a las personas que han pasado la enfermedad hasta seis meses después de haberse contagiado de Covid-19, si son menores de 55 años que no padezcan otras enfermedades de base graves.
Por su parte, la Consejería de Salud de la Junta andaluza ha habilitado para esta fase del proceso de vacunación espacios «teniendo en cuenta la accesibilidad y adaptación para que sean cómodos para los mayores y las condiciones de estabilidad y logística que necesitan estas vacunas».
De esta forma, muchos de esos puntos serán los centros de salud pero, además, se han dispuestos lugares ‘autovacunación’, es decir, grandes espacios donde los mayores de 80 puedan llegar en coche propio o de algún allegado. Serán lugares como el estadio Nuevo Colombino o el recinto ferial de Huelva, el aparcamiento del hospital Militar de Sevilla –donde ahora se hacen test en el coche– o el recinto ferial en Ronda (Málaga). En todo caso, la lista de grandes espacios donde poder vacunar a los mayores no está cerrada y en los próximos días se irán conociendo más lugares. La Consejería apuntó que los está definiendo.
Los mayores de 80 años que acudan a vacunarse, ya sea a su centro de salud o a uno de estos espacios tendrán además un lugar donde permanecer 15 minutos después de recibir la dosis de la vacuna y observar posibles efectos que pueda provocarles. A este grupo se les irá citando por edad –de más a menos mayores– siempre que no se les haya vacunado en una residencia o centro de día y tengan movilidad como para desplazarse. La cita, indican desde el Servicio Andaluz de Salud (SAS), se cerrará por teléfono.
Los ancianos esperarán en el lugar 15 minutos después de la dosis por si sufrieran
algún efecto
Suena la banda sonora del Oeste bravo, la del mugido del toro, la del lamento de los ganaderos. Silban las balas del ecologismo prohibicionista. El bramido de la guerra y el berreo en celo se mezclan con las espuelas de los caballos. De fondo se afila la sinfonía doliente de John Barry. Dos pitones imponentes asoman por una valla. No son las grandes llanuras recreadas por Kevin Costner, ni aúlla ‘Calcetines’, pero se vislumbran las sombras de las fauces. Bailando con lobos en ‘El Palomar’, la finca madrileña de Victoriano del Río, territorio de bravura, donde una manada ha acabado con la vida de varias reses de lidia.
Lobo: «Mamífero carnicero, semejante a un perro grande, pelaje de color oscuro, cabeza aguzada, orejas tiesas y cola larga con mucho pelo, salvaje, gregario y que ataca al ganado». Así lo define la RAE. Los hermanos Ricardo y Pablo del Río lo conocen de cerca: en el último fin de semana tres añojas y un macho amanecieron muertos, además de una quinta vaca herida. Los huesos rotos y las tripas fuera en una imagen que las redes más puritanas censurarían: la muerte se oculta como la realidad, como se tergiversa el cuento y ahora parece que es ‘Caperucita’ la que acecha a uno de los animales «más dañinos para la cabaña». «Con los recién nacidos se atreven quizá menos porque las madres los defienden, pero esto es ya lo que nos faltaba...», comentan los ganaderos de lidia.
El lobo ha dado la última dentellada a la Fiesta. Sus leyes son estas: «No mata solo lo que se come, mata todo, porque su instinto es matar», afirma el técnico de la Real Federación Española de Caza, Juan Herrera. Y Del Río teme algo peor: «Cuando sientan que los humanos no son una amenaza y pierdan el miedo, en tres o cuatro años, el lobo acabará matando al hombre. Ahí tal vez se den cuenta de la insensatez cometida». Dicen las gentes del campo que enfundarse el terno de conservacionista de la naturaleza es fácil desde un despacho. «No tienen ni idea, es la vuelta a la época de las cavernas». En una finca lindera en tierras de Guadalix de la Sierra, Daniel González Rubio, un joven ganadero de manso, muestra su desazón: «El otro día me mataron dos terneros y desde entonces las vacas están nerviosas, abortan del estrés, saben que el lobo anda por aquí. Estoy desesperado». Al anochecer y al alba afilan sus colmillos: «A esas horas se convierte en ese lubicán que se confunde con el perro, aunque su huella es inconfundible, como sus destrozos».
Cinco mil ataques
No hay datos oficiales actualizados, pero los ganaderos creen que en la Comunidad de Madrid habita más de una manada. El último censo es de 2012-2014, cuando en España se hablaba de una población de 2.400 lobos y la cifra de cazados en 2017 no superaba los 300. En 2016, los ataques al ganado alcanzaban los 5.000 y las bajas en las ganaderías sumaron un total de 10.479. Una ruina más para el drama que atraviesa el campo español. Con la reciente inclusión del
Una de las añojas que los lobos han matado en la finca de Victoriano del Río lobo ibérico en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, el mundo rural se siente «absolutamente desamparado». No es una batalla de izquierdas ni derechas, pero los ganaderos están en pie de guerra por «el brutal atropello y el abandono del Gobierno al mundo rural». Pedro Barato, presidente de Alianza Rural y Asaja Nacional, critica la postura de Teresa Ribera: «Los ganaderos quedan desprotegidos. El lobo no está en peligro de extinción, el que está en peligro de extinción es el ganadero, que a este paso tendrá que ser incluido en el catálogo de especies amenazadas».
En una jugosa tertulia en la casa de la divisa brava, el presidente de la Fundación Artemisan, José Luis LópezSchümmer, hace hincapié en la salud del lobo ibérico: «No está amenazado, está en franca expansión.
España cuenta con la segunda población de lobos de Europa». Con datos científicos, continúa:
«Las zonas de mayor densidad son aquellas en las que el lobo se caza con más in