ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Alfredo Sanzol

Restituir el silencio y la dignidad usa la historia de su padre, un cura que dejó el sacerdocio en 1963, como metáfora de la historia de muchos españoles

- JULIO BRAVO

l padre de Alfredo Sanzol fue cura. En 1963, al amparo del Concilio Vaticano II, decidió colgar los hábitos y comenzar una nueva vida, para lo que viajó a Estados Unidos. «Aquel viaje –dice el director del Centro Dramático Nacional– fue en mi infancia fuente de anécdotas y aventuras. Pero nunca me contó que había sido sacerdote, y nunca lo hablé con él en vida. Y ahora, con 48 años, quiero restituir su silencio y dar dignidad a una parte de su vida».

Así explica Sanzol el origen de ‘El bar que se tragó a todos los españoles’, la función que se estrena hoy en el Teatro Valle-Inclán con un reparto que integran Francesco Carril, Elena González, Natalia Huarte, David Lorente, Nuria Mencía, Jesús Noguero, Albert Ribalta, Jimmy Roca y Camila Viyuela. Los nueve actores encarnan al medio centenar de personajes creados por Sanzol para contar la historia de Jorge Arizmendi, « un cura navarro que en

1963, con treinta y tres años –re

Elata el autor y director–, decide cambiar de vida, dejar el sacerdocio y viajar a EE.UU. para aprender inglés y marketing. El lugar en el que aterriza se llama Orange, en Texas. Allí, una congregaci­ón de padres escolapios le ayuda a encontrar trabajo como vendedor de aspiradora­s, y uno de los lugares que visita es un rancho donde vive un matrimonio que ha sufrido recienteme­nte el fallecimie­nto de un hijo; éste era físicament­e igual que Jorge, hasta el punto de que los rancheros, al ver a Jorge, le proponen que se quede a vivir con ellos y que al morir herede el rancho».

Sanzol entrevera en la obra realidad y ficción; «es cierto el viaje a Orange; es inventado que conociera a Martin Luther King. Es cierta la historia de los rancheros; es inventado que conociera a mi madre en San Francisco. Es cierto San Martín de Unx; es inventado que mi madre se quedara embarazada antes de casarse...».

Pero Alfredo Sanzol no quería –solo– escribir la historia de su padre. Con lo que él denomina «su épico viaje de transforma­ción» quiere contar la historia de miles de españoles. «Esta obra quiere dar luz y devolver la dignidad a todos aquellos hombres y mujeres que decidieron cambiar de vida y que se arriesgaro­n a hacerlo».

La unamuniana «Me duele España» empapa toda la función. «La dictadura ha dejado una herida en mi generación –dice Sanzol, nacido en 1972–;

La imagen del cartel de ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ tiene su historia. En ella aparece el padre de Alfredo Sanzol, vestido de sacerdote, ante el coche que compró y frente al Aeropuerto de Houston, en Texas (Estados Unidos), adonde viajó para empezar una nueva vida. y esta obra pertenece a ese género que se cuestiona qué es España y sobre qué cimientos estamos. Esta obra está dedicada a todos los españoles que no querían serlo; a todos los españoles a los que robaron España; a todos los españoles que tuvieron sus hijos fuera de España; a todos los españoles que querían serlo; a todos los españoles que lucharon por otra España; a todos los españoles a los que se tragó un bar; a todos los españoles a los que se tragó el olvido; a todos los españoles a los que se tragó la tierra; a todos los españoles que no tuvieron la fuerza de contar su historia a sus hijos. A todos los españoles». Hay una palabra, insiste Alfredo Sanzol, esencial en esta historia: ‘silencio’. «El silencio estaba instalado en la sociedad y era traumático, dejaba heridas, aunque se hacía para protegerno­s».

¿Y por qué ‘El bar que se tragó a todos los españoles’? «Mi primera imagen de esta obra fue un bar por el que discurrían un sinfín de personajes. El viaje de Jorge Arizmendi sucede en bares en distintos lugares del mundo, todos con un punto en común: los dueños de estos bares son siempre españoles. España se extiende a través de sus emigrados y sus exiliados».

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