ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Las comunidade­s exigen a Ribera que no prohíba la caza del lobo

La ministra, sin embargo, no parece dispuesta a dar su brazo a torcer

- ISABEL JIMENO ÁNGEL PANIAGUA

Posturas encontrada­s Castilla y León, Cantabria, Galicia y Asturias rechazan el cambio de estatus y el Ministerio lo defiende

Firmes en sus posiciones, Castilla y León, Asturias, Cantabria y Galicia alzaron ayer de nuevo la voz de forma unánime para decir a la cara –vía pantalla en reunión telemática– a la ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfic­o, Teresa Ribera, que no están nada de acuerdo con sus pretension­es de incluir al lobo en el listado de especies protegidas e impedir así su caza también al norte del Duero. La reclamació­n «unánime» por parte de los consejeros de Medio Ambiente de las cuatro comunidade­s que albergan el 95% de los ejemplares de ‘canis lupus’ de España es que «se suspenda» esa «precipitad­a» catalogaci­ón, aprobada en una polémica reunión y con el rechazo de los territorio­s directamen­te afectados.

Más de dos horas de un encuentro que llegó ayer tras cuatro meses de peticiones para verse reclamadas sin éxito desde las cuatro comunidade­s y en el que expuserier­on el «gravísimo error» de la postura del departamen­to de Ribera, basada «en el desconocim­iento y el desprecio hacia la realidad cotidiana del lobo en aquellos territorio­s que tenemos que asumir el coste económico y social de una gestión que siempre busca el complejo equilibrio entre la conservaci­ón de una especie y la reducción de los daños que ocasiona». Aseguraron no entender que se quiera «echar por tierra» el trabajo realizado por las comunidade­s loberas durante estos años. Pero, a tenor de la nota enviada por el ministerio, no parece que vaya a dar su brazo a torcer. Entiende «que la homogeneiz­ación del estatus legal del lobo en toda España puede contribuir a superar muchos de los problemas que actualment­e aquejan a la conservaci­ón y gestión de la especie». Desde las autonomías directamen­te afectadas, de

Las soluciones normativas que equiparan todos los espacios rurales suelen tener dificultad­es de implantaci­ón por las variables condicione­s de estas áreas. Zonas rurales metropolit­anas, zonas rurales remotas… Uno de los reconocido­s problemas de las zonas rurales marginales y remotas de nuestro país es la debilidad de efectivos humanos. En invierno constatamo­s crudamente esta realidad. También advertimos que en las zonas más afectadas por la despoblaci­ón, la única presencia humana que distinto signos políticos, expusieron las «razones políticas, técnicas y jurídicas» por las que «no puede ser» que se pretenda prohibir ya la caza del lobo.

La orden ministeria­l que lo hará efectivo está redactada y en consulta pública hasta el 26 de febrero. Pero desde las comunidade­s quieren poner freno. Reclaman «que nos sentemos como deberíamos haber hecho desde un principio en una misma mesa a trabajar sobre lo que hay que trabajar». «Las casas hay que hacerlas desde los cimientos», subrayó el consejero de Castilla y León, Suáda continuida­d a la vida en muchas áreas rurales marginadas y remotas es la presencia del ganadero, del pastor con su rebaño. Esta estampa no está exenta del sacrificio de un trabajo muy exigente y sacrificad­o. La continuida­d de estas poblacione­s debería ser una preocupaci­ón de las administra­ciones, pero múltiples medidas pueden empañar su continuida­d. La presencia de fauna silvestre y sobre todo del lobo siempre ha tenido un encaje complejo con esta actividad. Es preciso asegurar la continuida­d de la población del lobo. Nadie lo discute. Asegurar su bienestar y su lugar. Pero también es preciso asegurar el bienestar y la salud de los diferentes tipos de ganados extensivos de nuestras zonas más marginales: ovejas, cabras y ganado vacuno extensivo. Su permanenci­a en el campo es un componente de su bienestar animal y también de su adecuada salud. Muchas poblacione­s locales de ganaderos advierten que se está llegando a una cierta desigualda­d entre la protección de poblacione­s de fauna silvestre –lobos– y la exposición de animales de explotació­n agraria –ovejas, cabras, vacuno extensivo– que en ciertas zonas pueden acelerar procesos de abandono y pérdida de poblacione­s humanas que gestionan paisajes culturales y aseguran la vida humana de nuestras áreas más remotas. Equilibrar esta situación no solo en los hechos, sino también en los sentimient­os es un reto, más, del poliédrico reto demográfic­o. Allí donde cada persona cuenta es preciso tenerlos en cuenta.

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REUTERS Un lobo en el refugio animal de Basondo, en Vizcaya

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