ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Arrimadas ignora las voces críticas y mantiene a su equipo

Pide más tiempo para asentar su proyecto e insiste en que hereda una crisis de Rivera

- JUAN CASILLAS

Cinco horas con Inés y la vida sigue igual en Ciudadanos (Cs). La líder de los liberales, después de escuchar por primera vez a la cara las críticas internas que carcomen su partido, resistió a las presiones y reivindicó el rumbo imprimido a su formación desde que asumió su cargo el pasado mes de marzo. Dirigentes de peso en su Comité Ejecutivo señalaron a Carlos Cuadrado, vicesecret­ario general, como el principal responsabl­e de la debacle en las elecciones catalanas y exigieron su destitució­n. Al menos por ahora, Inés Arrimadas se niega a acometer cambios drásticos.

Cuadrado, quien se ha ganado el sobrenombr­e de «número dos en la sombra», centró todas las críticas en la reunión del Comité Ejecutivo convocado el lunes para analizar la debacle en Cataluña, donde nació Cs y donde pasó de ganar las elecciones con 36 diputados en 2017 a caer a unos irrelevant­es seis escaños. Toni Cantó, Juan Marín y Begoña Villacís, según fuentes presentes en el cónclave, le pidieron directamen­te que renunciase a su cargo, después de una campaña que no cuajó y de la que él era director. Cuadrado se negó a dimitir y Arrimadas asumió el fiasco como propio, pero sin traducirlo en una asunción de responsabi­lidades.

La líder de Cs reclamó unidad a sus compañeros y les solicitó tiempo y paciencia para que su proyecto, aún en ‘fase beta’, se consolide. La intrahisto­ria de la reunión cambia según quien la cuenta, y otras voces rebajan la crispación y la discordia en el encuentro y minimizan el enfrentami­ento. Hay integrante­s del Comité Ejecutivo que sostienen que solo se pidió «una redistribu­ción» del Comité Permanente para que Cuadrado no acumule todo el poder.

Un golpe de timón

En cualquier caso, él fue el gran señalado en un encuentro que arrancó el lunes pasadas las siete de la tarde y que se prolongó hasta bien entrada la medianoche. Hubo dirigentes como el vicepresid­ente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, o la consejera regional de Cultura, Marta Rivera, que también fueron críticos y reclamaron un golpe de timón para evitar que el partido avance hacia su desaparici­ón. El eurodiputa­do José Ramón Bauzá, aunque cerró filas con Arrimadas y dejó claro que es un activo para el partido, también se unió a esta corriente y solicitó que la autocrític­a aterrice en hechos consumados. Algo que por ahora no ocurre. Distintas fuentes consultada­s sí coinciden en que hubo reflexión y autocrític­a, a la interna, y en que la tensión fue de más a menos.

En la rueda de prensa posterior al Comité Permanente, reunido ayer para valorar el encuentro del día anterior, Arrimadas aseveró que en Cs «no sobra gente», al ser preguntada sobre un posible cese de Cuadrado. Pero hay voces críticas que insisten en que o hay cambios o el partido se verá abocado a una inexorable extinción. Otras, en cambio, revalidan su compromiso con el proyecto de Cs y subrayan la necesidad de que se abra hueco en España una opción moderada y liberal, capaz de acordar con conservado­res y socialdemó­cratas.

Hay dirigentes del Comité Ejecutivo que creen que Arrimadas acudió a la defensiva a la cita por el runrún creciente y las publicacio­nes en prensa que avisaban de lo que pedirían allí las voces críticas. No obstante, interpreta­n que quizás en las próximas semanas sí podría retocar la dirección para corregir la acumulació­n de competenci­as en una sola persona. Lo que no quiere, consideran, es que se interprete cualquier movimiento como una posición de debilidad ante las exigencias que ya se venían cocinando. Enfadó a algunos integrante­s, y mucho, que no saliese del propio Cuadrado poner su cargo a disposició­n de Arrimadas ya la misma noche electoral, confirmado el batacazo.

La líder de Cs, en sus respuestas a la prensa, insistió en la necesidad de que en España se consolide un espacio «de centro, liberal y limpio», en un panorama en el que el nacionalis­mo está en auge en Cataluña y en el País Vasco, el PSOE pacta con ERC y EH Bildu y otros partidos de la oposición «se comportan» de forma inadecuada, según ella, para hacer frente a la pandemia.

Lo que está claro es que la intención de Arrimadas no es la de confluir con el PP y que su apuesta es que Cs sea viable como proyecto autónomo. «No hemos sabido ilusionar a los catalanes constituci­onalistas, movilizar, volver a ser el motor que sacaba a muchísimos constituci­onalistas de la abstención», asumió, aunque no analizó errores concretos para tal fracaso. Sí dijo que desde que llegó a la presidenci­a de Cs su única «estrategia» ha sido «hacer lo correcto» y que así seguirá.

«Accedí a la presidenci­a en un momento muy complicado, con el partido muy débil», justificó Arrimadas, reiterando que la herencia recibida es uno de los motivos del desplome. En el entorno de Albert Rivera no solo duele esta excusa, sino que se promueven sin disimulo las críticas a la actual dirección. Un movimiento que se une a un hartazgo interno que quizás Arrimadas no esté midiendo bien.

El señalado Cantó, Marín y Villacís pidieron el cese de Cuadrado,

director de campaña, por el batacazo del 14-F

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JAIME GARCÍA La líder de Cs, ayer en la reunión del Comité Permanente

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