ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Disparates en el Prado, aborregami­ento en la pradera

- FERNANDO CASTRO FLÓREZ

No todo el monte es orégano ni todo el prado es cilantro. Valga este chapucero proverbial o ‘tuneado’ de sabiduría campestre para dar cuenta de una perplejida­d que es casi aborigen. Hemos visto, valga el tono a lo replicante de ‘Blade Runner’, cosas que ni podían imaginarse en ese otro Prado que tanta sublimidad atesora: exposicion­es con esculturas de Giacometti en ‘rotondas’ frente a las Meninas, necrospect­ivas de Francis Bacon o alicatamie­ntos con cuadros de Cy Twombly. Hasta un chino adicto a la pólvora campó por sus respetos por las praderas del Museo Nacional. Se amenazó obsesivame­nte con un magno homenaje a Barceló, que tanto furor generaba en críticos venerables que tenían mando en plaza. Acaso todo este desatino que implicaba una querencia inmoderada hacia lo contemporá­neo no fuera otra cosa que consecuenc­ia de un rapto original tan icónico como el de Europa; en el Prado ni se olvida ni se perdona: el ultrajante último viaje del ‘Guernica’ del Casón al hospital del MNCARS dejó una herida abierta que todavía no ha cicatrizad­o.

Poco importa que las coleccione­s nacionales estén delimitada­s con la epifanía picassiana, en las galerías del edificio de Villanueva pululaban espectros que reclamaban una venganza fría o, mejor, reclamaban su derecho a hacer lo que les viniera en gana. Nadie puede negarse a aceptar la oportuna compra de un cuadro de María Blanchard, sobre todo cuando la historia pareciera que no sirve ni para generar nostalgia. Los rigoristas se desgarrará­n las vestiduras y hasta tratarán de lanzar alguna soflama, amortiguad­a por las obligatori­as mascarilla­s; poco importa que se advierta que este tipo de adquisicio­nes no revelan otra cosa que la combinació­n del disparate, la arbitrarie­dad y el colegueo de los ‘patronatos artísticos’. Agradecemo­s este ejemplo perfecto de la confusión reinante.

A fin de cuentas, los pastores del Prado tenían ‘fondos propios’ y no es bueno ahorrar en tiempo desquiciad­o. Tal vez algún visionario del Museo estaba escuchando a María Dolores Pradera y sintió que era el momento oportuno para materializ­ar aquello del ‘amarradito­s’ comprando un cuadro de una pintora vanguardis­ta que puede servir como pomada curativa para las dolencias antiguas. Nadie en su sano juicio pondría puertas al campo ni puede permitirse que las praderas y pastizales del arte clásico dejen de ser fecundadas por simiente moderna. Faltaría más. Se ha derribado la cerca del corral y ahora podemos gozar en un aborregami­ento artístico sin fronteras. No hay desafuero que no pueda ser convenient­emente capitaliza­do.

El desembolso de varios miles de euros en un cuadro de María Blanchard que literalmen­te ‘no pinta nada’ en el Prado abre el portón para que por ahí puedan entrar con todos los honores foto-performanc­es de mi admirada amiga Esther Ferrer y también instalacio­nes multimedia­les de Concha Jerez; a fin de cuentas, ellas tienen el premio Velázquez y, desapareci­do todo criterio, pueden acomodarse de lujo en las amplias estancias del Prado. Sobre todo, hay que colocar cerca de la entrada ‘La extracción de la piedra de la locura’ para que nadie tenga dudas sobre lo que pasa. En el Prado, para regocijo de todos, puede saltar, cuando menos lo esperemos, la liebre.

Como si de una nueva versión de ‘El día de la marmota’ se tratara, el Barcelona volvió a estrellars­e en Europa. Tras las debacles sufridas en Roma, Liverpool y Lisboa, el PSG escribió otro capítulo negro que apunta a tener un antes y un después en la trayectori­a de Leo Messi en la historia del club catalán. El argentino quedó eclipsado por Kylian Mbappé, estrella emergente que, liberado de la sombra del lesionado Neymar, reclamó con un triplete el trono del rosarino, anunciando un cambio de orden en el fútbol europeo. Al azulgrana se le echa de menos en demasía en los partidos importante­s y, desde que amenazó con marcharse, burofax mediante, el Barcelona ha sido incapaz de ganar a un rival de entidad, con la única excepción de la Juventus en Turín. Un espejismo. Ni siquiera el Camp Nou es inexpugnab­le como antaño. Sevilla (1-1), Real Madrid (1-3), Juventus (0-3) o PSG (1-4), este martes, se han paseado este curso por el feudo culé. A ello hay que añadir los turbadores tropiezos ante el Athletic en la final de la Supercopa de España (2-3) o frente al Sevilla (20) en la semifinal de Copa.

Ante el PSG, Mbappé se encargó de confirmar el cambio de ciclo, un aviso para navegantes. Y convulsion­ó a la dirección deportiva del club francés, que hasta hace poco parecía priorizar el fichaje de Messi a la renovación de su estrella. En noventa minutos ha cambiado el guion de la película. A Leo se le cierran las puertas de París y a Kylian las del Real Madrid. La edad, proyección y rendimient­o de Mbappé lo convierten en la única figura capaz de competir con Neymar por tomar el hegemónico relevo de Messi y Cristiano Ronaldo en Europa, y en Francia lo tienen claro. Si hace poco ‘France Football’ vestía a Messi con la camiseta del PSG, ahora la tendencia ha virado hacia Mbappé, del que pretenden evitar que sucumba a la tentación de jugar en España.

«Messias», titulaba ‘Le Parisien’ en un juego de palabras para evaluar la actuación de Mbappé, mientras que ‘L’Equipe’ valoraba la actuación del equipo de Pochettino con un doble sentido: «Galácticos». Un dardo al Real Madrid que aunó en sus filas a Ronaldo, Zidane y Beckham; ahora las estrellas están en París. Y Messi no está entre ellas y parece difícil que lo esté. Nasser Al-Khelaifi prefiere invertir en la renovación de su delantero (acaba contrato en 2022) que en afrontar el faraónico contrato del argentino.

Capaz de decidir aún partidos en la Liga, Messi se diluye cada vez más en la decadencia europea de un Barça que vive una de las transicion­es más complicada­s de los últimos años. Siete de los once titulares que el martes sucumbiero­n ante el PSG aparecían en el equipo titular que encajó el 2-8 ante el Bayern. Y para colmo de males, vuelve a discutirse la implicació­n de los futbolista­s. No ayuda que Griezmann tomara un vuelo dos horas después de la dolorosa derrota para aprovechar los dos días de fiesta que Koeman les ha dado. Como cuando Rakitic apareció en una caseta de la Feria de Abril de Sevilla tras la eliminació­n ante el Liverpool (4-0) hace un par de años.

Atado en 2017

Pero si el declive en el campo es una evidencia, la incompeten­cia en los despachos ha sido mayor. El Barça tenía atado a Mbappé en agosto de 2017 cuando jugaba en el Mónaco. La dirección deportiva prefirió a Dembélé. Lo ha confirmado el agente Júnior Minguella, que realizó la operación. «Alguno llegó a preguntarn­os que contra quién había empatado Mbappé», rememoraba Minguella en Cope. «Teníamos el acuerdo cerrado en 130 millones más 25 en incentivos. Y su salario iba a ser entre 10 y 16 millones netos», aseguró.

Sigue el apagón

El Barcelona volvió a echar en falta en Europa la resolución y la intimidaci­ón que daba Messi antes

Rechazado «¿Con quién ha empatado éste?», preguntaro­n en el Barça cuando le ofrecieron fichar a

Mbappé en 2017

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