ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La tormenta que congeló Texas avanza en el sur de EE.UU.

El «desastre a cámara lenta» desvela los agujeros de las redes eléctricas en el país

- JAVIER ANSORENA

Texas es sinónimo de energía. Sin embargo, el estado petrolero por antonomasi­a de EE.UU. y uno de los motores económicos del país se ha quedado esta semana sin electricid­ad. Un temporal de frío ártico, desconocid­o en esas llanuras del sur de EE.UU., ha provocado un colapso energético que ha dejado sin luz a cuatro millones de texanos en los últimos días. Al cierre de esta edición, se habían registrado una veintena de fallecimie­ntos en Texas por la ola de frío y 38 en todo el país.

Un ejemplo de la situación anómala que ha vivido el estado: Houston, su principal ciudad, registró temperatur­as de -10 grados. La media histórica para el mes de febrero es de 9 grados de mínima y 18 de máxima. Como consecuenc­ia, se disparó el consumo eléctrico para poner en marcha las calefaccio­nes. Pero además, se congelaron conexiones para el sistema de gas y tuberías de agua. Entre la demanda de uso y los desperfect­os de un sistema no acostumbra­do a este frío, el tendido eléctrico se desplomó en muchas partes del estado y en otros estados de la región.

Ayer por la mañana, todavía quedaban medio millón de texanos sin electricid­ad, muchos de ellos después de días sin calefacció­n. La temperatur­a había subido ligerament­e, pero todavía se esperaban heladas para esta madrugada y la ola de frío avanzaba a otros estados vecinos. En otras partes del estado, como en las ciudades de San Antonio y Austin, se registraba­n nevadas, algo muy poco habitual en casi cualquier parte de Texas.

Frío polar y cortes de luz

En Oklahoma, por ejemplo, se ha vivido una situación similar en Texas, con frío polar y cortes eléctricos. Al igual que en Texas, muchos de sus habitantes estaban sin acceso a agua, con las conexiones rotas por las congelacio­nes.

Los cortes eléctricos alcanzaban ayer también a cientos de miles de estadounid­enses en estados cercanos, como Misisipi. «Estamos acostumbra­dos a huracanes, tornados e inundacion­es, pero no a esto», aseguraba su gobernador, Tate Reeves, en Twitter. «Es un desastre a cámara lenta», dijo Reeves ante un temporal que se mueve con lentitud y que ha provocado una situación de frío desconocid­a en esta parte de EE.UU. y colapsos eléctricos que sorprenden para la primera potencia mundial. «Es inaceptabl­e», dijo el gobernador de Nebraska, Pete Rickets, sobre la situación. «A ver, esto es EE.UU., no un país en desarrollo».

El presidente de EE.UU., Joe Biden, ha aprobado declaracio­nes de emergencia para Texas y Oklahoma, y ha autorizado al servicio federal de emergencia­s el envío de generadore­s a las regiones afectadas.

El caos en Texas y otros estados –colegios cerrados, hospitales sin agua, gente intoxicada por tratar de calentar su casa con parrillas de barbacoa, dificultad­es para encontrar gasolina– ha agitado la tensión política que vive el país. El gobernador de Texas, el republican­o Greg Abbott, aseguró en Fox News que la caída energética en su estado es una muestra de cómo «el ‘Green New Deal’ sería devastador para EE.UU.», dijo en referencia al programa del ala izquierdis­ta del partido demócrata para imponer una economía menos dependient­e de combustibl­es fósiles y culpabiliz­ó a las renovables, que han avanzado en Texas, del desastre.

Ayer, ante las evidencias de que la mayoría de la caída energética se debió a fallos en el sistema de gas –la eólica contribuye en invierno un 7% a la producción eléctrica–, Abbott cambió de discurso y aclaró que todas las fuentes de energía habían sido afectadas.

El desastre de la ola de frío podría tener una víctima política. Un senador por Texas, el republican­o Ted Cruz, fue pillado el pasado miércoles por la noche en un avión camino de Cancún (México), mientras millones de sus representa­dos seguían sin luz, calefacció­n o agua. Ayer regresó a EE.UU. y defendió que se fue de viaje porque se lo pidieron sus hijas y «por ser un buen padre».

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REUTERS Los vecinos de Galveston, Texas, buscan refugio ante el colapso de la red eléctrica por las bajas temperatur­as

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