Homenaje a mi párroco

Ha muerto don Isaías, mi párroco de tantos años. Siempre estuvo al frente de la parroquia de San Juan Crisóstomo, en el barrio de Chamberí (Madrid). Al principio, en un modesto pabellón prefabricado, y más tarde en un magnífico templo nuevo, en la calle Doménico Scarlatti. Cuando éste se inauguró, era fácil imaginar que junto a la gran alegría de don Isaías pasarían por su mente los recuerdos de tantas gestiones, problemas y dificultades que tuvo que resolver, sin perder nunca la serenidad, hasta llegar a ese feliz momento.

Sería incapaz de calcular la cantidad de bautizos, primeras comuniones, bodas y funerales que administró, así como las catequesis, grupos de Cáritas, de jóvenes, de ayuda a necesitados, etcétera, que pasaron por sus manos. Cuando llegó su jubilación, pudo ofrecer una parroquia consolidada y en pleno funcionamiento a su sucesor, don Fernando, que la dirige perfectamente y con gran entusiasmo.

Quisiera, en esta ocasión, resaltar el importante papel de los párrocos, punto de unión de un colectivo de personas a quienes siempre están dispuestos a ayudar, aconsejar, acompañar, y a compartir con todos penas y alegrías. Por eso me parece justo rendir un sencillo homenaje a quien fue mi párroco, que ya estará feliz

Revueltas en Barcelona por el encarcelamiento de Hasel

EP