ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Mitterrand y la defensa de la francofonía
El expresidente de Francia orientó su política exterior en la defensa de la francofonía, favoreciendo a los regímenes que garantizaban su influencia en África país africano no fue reprochable: «El único papel que Francia desempeñó en Ruanda fue intentar impedir que la guerra civil desencadenada en 1990 por Paul Kagame y el Frente Patriótico Ruandés (FPR) no se transformara en masacres», afirma.
Archivos a oscuras
Casi treinta años después de los hechos, el papel de Francia en el genocidio de los tutsis sigue causando controversia. Félicien Kabuga, de 84 años, considerado el banquero que financió la compra de las armas con las que se perpetraron las matanzas, fue detenido el pasado mayo en Asnières-sur-Seine, en el norte de París. Su caso no es el único, pues se sabe que varios responsables de la limpieza étnica se refugiaron en el país, como lleva años denunciando el Colectivo de Partes Civiles para Ruanda (CPCR).
En el marco de las investigaciones sobre los hechos, una sentencia histórica del Consejo de Estado de Francia permitió el pasado junio a François Graner (Estados Unidos, 1966) tener acceso a los llamados ‘papeles Mitterrand’, que fueron depositados por el expresidente en los Archivos Nacionales poco antes de abandonar el cargo, y sobre los que pesaba un candado hasta 2055. «He encontrado un documento con la orden que dio el Ministerio de Asuntos Exteriores para hacer salir discretamente al Gobierno ruandés responsable del genocidio de los tutsis», explica Graner, autor de ‘La sabre et la machette. Officiers français et génocide tutsi’ (Tribord, 2014).
«Hollande –repasa el investigador– prometió una apertura de los archivos del Elíseo antes del final del año 2016, pero esa promesa no fue cumplida del todo. Solo lo fue en parte, y por eso me hizo falta que recurrir al Consejo de Estado. Macron hizo un avance y un retroceso. Un avance porque abrió más archivos, incluido uno militar, y un retroceso porque solo los hizo accesibles para algunas personas». Bajo su punto de vista, «en un sistema democrático, hace falta que los archivos puedan ser consultados por todo el mundo, y no solo por las personas elegidas por el poder».
En respuesta a las acusaciones sobre la huida de los hutus y el escándalo de los documentos, Védrine se defiende, afirmando que «el Consejo de Estado tomó una decisión demagógica para ir más lejos, pero eso no cambia nada: lo que los archivos muestran, y de lo que algunos investigadores hacen una interpretación deshonesta, es solo que Francia respetó estrictamente el mandato del Consejo de Seguridad, que no preveía arrestos». Por su parte, a Hatzfeld no le sorprende el cierre: «Los franceses -señala- tienen muchas dificultades para mirar a su propio pasado», sobre todo episodios tan oscuros como el régimen de Vichy, el colaboracionismo o las guerras coloniales. Ese ejercicio, sin embargo, parece el más útil para evitar que una lengua, como ocurrió con el alemán durante el nazismo y también en Ruanda, se vuelva a pervertir.