ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Los genocidas se refugiaron en el Congo
cantó por una toma de decisiones que cubrieron de un manto negro sus últimos meses en el Elíseo. «Mitterrand –recuerda Hatzfeld– estaba obsesionado por la pérdida de la influencia de la francofonía en el mundo. Por eso, reaccionó mal en varias ocasiones: en Bosnia, porque los serbios eran más francófonos; en Ruanda, porque lo eran Habyarimana y los hutus. Los tutsis, liderados por Kagame, eran anglófonos, y habían recibido formación en Estados Unidos».
«En el marco del genocidio, hubo dos operaciones militares francesas», explica el historiador Dagauh Komenan (Costa de Marfil, 1989), coautor de ‘ La Françafrique vista desde el Sur’ ( junto a Ángeles Jurado, ULPGC, 2016). «La más conocida es la Operación Turquesa, pero hubo otra anterior, Amaryllis, que tuvo lugar en abril, al principio de las matanzas. El objetivo era evacuar a los extranjeros de Ruanda. Los tutsis ruandeses fueron abandonados. Cuando terminaron las masacres, las tropas francesas entraron en el Congo y permitieron que los genocidas se refugiaran allí». Es el mismo apunte que hace Alfonso Armada (Vigo, 1958), autor de ‘Cuadernos africanos’ (Península, 2019), periodista español que presenció el genocidio: «Se hizo un pasillo para que el régimen mayor hutu fuera al Congo. Francia siempre ha tenido una doble moral en África. En el caso de Argelia, ha dejado huellas muy amargas, y también en Mali o en Chad».
A través del Instituto François Mitterrand, el político socialista Hubert Védrine (Francia, 1947), secretario general de la Presidencia de la República francesa entre 1991 y 1995, sostiene que la influencia de París sobre el
Kagame lideraba el Frente Patriótico Ruandés, el grupo militar tutsi que pasó de Uganda a Ruanda para acabar con el genocidio.
El investigador François Graner ha encontrado un documento que prueba cómo Francia permitió la huida de los hutus culpables al antiguo Zaire