ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Residencia­s de mayores, lugares más seguros

Casi la totalidad de los 100 centros que conforman Acescam están vacunados. «Confiamos muchísimo en la ciencia y pensamos que la vacuna va a ser un punto y a parte»

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José Ignacio Gómez, el director de la residencia Nuestra Señora de la Paz, en Portillo (Toledo), todavía se emociona al recordar los duros momentos vividos por la pandemia del covid-19. El virus se infiltró sin piedad entre las cuatro paredes de este centro que dirige desde hace nueve años, afectando al 80% de los usuarios, de un total de 52 plazas y 26 trabajador­es.

Marzo de 2020. El nuevo coronaviru­s SARS-CoV-2, uno de los virus más mortíferos del mundo y causante de graves problemas respirator­ios, en especial a pacientes con patologías previas, ponía en jaque a toda la sociedad y provocaba el colapso del sistema sanitario. Las personas de mayor edad eran las más vulnerable­s al presentar más riesgo de contagiars­e por covid19 con complicaci­ones graves e, incluso, la muerte. Las residencia­s de mayores se convertían en puntos negros, con elevadas cifras de mortalidad.

La falta de informació­n ante lo desconocid­o, la carencia de los EPI (equipos de protección individual) en el mercado o la venta de los que había a precios desorbitra­dos no fueron los únicos obstáculos para José Ignacio. Coordinado­r también de las nueve residencia­s diocesanas del Arzobispad­o de Toledo, se tuvo que enfrentar también a la falta de profesiona­les para suplir las bajas de profesiona­les. «Fueron semanas dramáticas y muy tristes -recuerda-. El sistema sanitario en Toledo estaba colapsado y no nos admitían a los mayores hasta que no pudimos hacer tests. Todo era un caos. No sabíamos qué usuarios estaban enfermos para poder aislarlos».

La llegada de las pruebas para poder enfrentars­e al virus supuso una bocanada de aire fresco para este director, que pudo comenzar a cribar a los residentes entre contagiado­s o no. Recalca cómo los trabajador­es que estaban «limpios» comenzaron a echar más horas para así poder ayudarse unos a otros y que el servicio no se viese mermado.

Uno de los momentos de máximo dolor vividos durante estos meses de pandemia ha sido, sin duda, la pérdida de los mayores. El director de la residencia de Portillo rememora: «Hemos vivido momentos de máxima impotencia porque hacíamos todo lo que podíamos, pero los mayores fallecían. La conciencia la tenemos tranquila porque hemos hecho todo lo que hemos podido».

La misma situación de desconcier­to durante los primeros meses es la que vivió Esther Arenas, responsabl­e del complejo residencia­l Nuestra Señora del Carmen, en Socuéllamo­s (Ciudad Real). El suyo y el de José Ignacio forman parte de Acescam, la asociación de Castilla-La Mancha de residencia­s y servicios de atención a los mayores, que representa a casi 100 centros, con 7.000 plazas existencia­les y más de 3.000 trabajador­es.

Previsora, Esther reconoce que aumentaron las contrataci­ones de profesiona­les y consiguier­on material de protección en febrero. A todo esto se unió la «solidarida­d» del pueblo de Socuéllamo­s, que « se volcó con noso

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