ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Un libro para adentrarse en las entrañas de la RAE
La ‘Crónica de la lengua española 2020’ repasa el trabajo reciente de la institución
Dicen que la idea se le ocurrió al director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado: hacer más visible el trabajo de la institución, que con el paso de los años se había complicado hasta límitess insospeinsospechados. Así nació la ‘Crónicanica de la lengua española 2020’ (Espaasa), y así lo cuenta el propio o académico en la primera páágina: « Es un libro inclinado, o, sobre todo, a la transparencia ia y la información, que la Real al Academia Española publicará rá periódicamente al final de cada da año. Su objetivo principal es dar a conocer los trabajos desarrorollados por la institución y desescribir o explicar los problemas mas más relevantes que afectan a la unidad de nuestra lengua».
El volumen, grueso y coral por necesidad, ya que involucra a to-todos los departamentos de la Doc-Docta Casa, empieza haciendo unauna alabanza de la riqueza del espaspañol, que es la carta de presentaentación de la Academia en este siglo:siglo: recordar que hablamos y habitabitamos una lengua diversa y, al tiem-tiempo, única. Es eso que ha dadodo en llamarse panhispanismo, y que en estas páginas se defiende conn discursos añejos de Gabriel Garcíaí Márá quez, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz y Sergio Ramírez. Casi nada.
Renovaciones
Más allá (o más acá, mejor dicho), la crónica repasa las renovaciones de las obras esenciales de la RAE, y desgrana el difícil arte de hacer un diccionario: se requieren un montón de procesos que son el resultado de siglos de tradición e innovación, de prueba y error. Por lo visto, ya no solo se trata de hacer un gran Diccionario de la Lengua Española (DLE), sino también de enriquecer y difundir los lenguajes de especialidad: el jurídico, el científico o el teatral; de esos tres se habla detenidamente en este volumen.
Además, Paz Battaner esboza un perfil de los usuarios del diccionario en línea, que en un año ha registrado la friolera de mil millones de visitas o clics, y los expertos del departamento de ‘Español al día’ comentan las dudas más frecuentes que tienen los hablantes en su cotidianidad. Incluso hay espacio para explicar la exterminación (¿genocidio?) de la tilde en sólo y los motivos que llevaron a la RAE a esa polémica decisión: ese artículo, por cierto, lo firma Salvador Gutiérrez Ordóñez.
Como no podía ser de otro modo, hay un capítulo dedicado al debate sobre el lenguaje inclusivo, que fue uno de los temas más mediáticos de 2020 para la Academia, que llegó, incluso, a elaborar un informe sobre el asunto a petición del Gobierno, al que no le agradó el resultado. Otro apartado importante, imprescindible, es el del español en el ámbito digital: ahí están puestostos muchos esfuerzos de la RAE, especialmente desde la llegada de Muñoz Machado a la dirección. Para el caso tenemos la narración del proyecto Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA), que quiere enseñar a hablar bien a las máquinas: este año se concretarán muchas novedades en este sentido, según ha podido saber ABC.
También hay lugar para el recuerdo. Víctor García de la Concha repasa los tiempos convulsos de la RAE, Carmen Iglesias escribe semblanzas de los fundadores de la institución y José Manuel Sánchez Ron relata las relaciones entre la ciencia y el Diccionario de Autoridades. Hay más esfuerzos memorísticos, por supuesto, y como colofón tenemos un resumen del 2020 a través de las palabras más cacareadas en el universo panhispánico. Casi todas tienen que ver con la pandemia y la nueva normalidad, con todo lo que nos ha cambiado la vida. Una buena lectura, para no olvidar.
ue un Atlético defensivo y tedioso. Tan cauteloso y aburrido, tan a contrapelo del nuevo estilo que se creía establecido en el equipo que convirtió el partido de ida de los octavos de final de la Champions en un suplicio para su hinchada. Ni lo barrió el Chelsea, un equipo sin gran pedigrí, ni nada por el estilo. Se pegó un tiro en el pie por ultradefensivo y falto de iniciativa.
En el estadio Nacional de Bucarest trata el Atlético de rememorar sus ancestros, la primera piedra del cholismo. Un estilo que impone hoy, como nueve años atrás, una máxima por encima de todas las cosas: la portería a cero. Solo así entiende Simeone que se pueden ganar los partidos por una pura cuestión de pragmatismo. No está Falcao para hacer magia con cualquier balón descargado en paracaídas sobre el área, pero es el Atlético de siempre, el de las largas noches de padecimiento en Europa.
Empieza el partido y el Chelsea reclama el gobierno de la pelota según las directrices del alemán Tuchel, quien quedó deslumbrado por el mantra de la posesión según Pep Guardiola y a ello dedica su vida. No parecen los jugadores del Chelsea el colmo del virtuosismo, controles que se escapan un metro, pérdidas cerca de su área a la mínima presión colchonera, ningún elemento diferencial como para desmonterarse... Desde el primer minuto el mundo rojiblanco empieza a sudar. El balón es del Chelsea y en torno a Oblak, a la línea fronteriza que separa el área como el bien del mal, comienza a montarse una inquietante amalgama de jugadores rayados.
FSeis defensas
Durante momentos de visión periférica, asoma una franja de seis futbolistas protegiendo al portero esloveno, como atrincherados soldados con bayoneta de la Primera Guerra Mundial. Turbador cuando menos esa pared compuesta, de derecha a izquierda, por Correa, Llorente, Savic, Felipe, Hermoso y Lemar. Es el sino inevitable de tantas veladas europeas: el padecimiento de la defensa a ultranza, el espíritu numantino por encima del valor propio.
Se defiende el Atlético con doce piernas, más la atención de Koke y Saúl por delante y la desesperanza de Joao Félix y Luis Suárez, que se mueven como satélites sin dirección en un ecosistema que, evidentemente, no potencia sus cualidades futbolísticas. Oblak saca en largo, Saúl trata de ganar la peinada de cabeza y el mundo rojiblanco gira en torno a un rebote.
No pinta bien la noche porque Joao Félix no aparece, Luis Suárez tampoco y Correa tiene demasiados metros para recorrer. Como el Chelsea no es el Brasil del Mundial de España, sus futbolistas pierden balones cuando el Atlético aprieta en versión Gabi capitán del auténtico cholismo. Koke hace