ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

‘Deepfake’, el precio por una cara falsa de una estrella fallecida

La técnica, que sirve para rejuvenece­r o resurgir a artistas, genera un debate sobre los derechos de imagen

- CLARA NUÑO

Elvis Presley tenía 42 años y había muerto. Era agosto de 1977 y él uno de los iconos de la cultura pop del momento —y de todo el siglo XX–. Las tiendas se llenaron de camisetas con su cara, gorras con su cara, tazas con su cara. Elvis había muerto, pero estaba por todas partes. Y aquello horrorizó a otra de las estrellas musicales del momento, Frank Sinatra, que, paseando por Las Vegas, se tropezó con el rostro de Presley en una taza de un puesto de suvenires. Él no quería que su cara acabase ahí. Aquella anécdota, entre otras, sentó un precedente en la industria del espectácul­o en cuanto a derechos de imagen. Aunque Sinatra acabó apareciend­o en tazas, gorras y camisetas.

Casi 44 años después de ese incidente, la legislació­n de los derechos de imagen de una persona ha evoluciona­do y se ha consolidad­o con diferentes matices a lo largo del globo. Por su parte, la forma en la que se hace uso de la imagen se ha desarrolla­do mucho gracias a la tecnología. Hoy se puede recrear en movimiento, en vídeo, a través de los ‘deepfakes’.

¿Pero qué es un ‘deepfake’? Un montaje hecho con inteligenc­ia artificial (IA) que recrea la cara y los gestos de una persona, pudiendo colocar su rostro sobre el de otro sujeto de forma cada vez más realista.

«Los ‘deepfakes’ en el ámbito cinematogr­áfico, probableme­nte, evoluciona­rán para hacer más realistas las escenas con especialis­tas. Para ponerle la cara del actor al doble de riesgo que haga las escenas de acción», sostiene Alejandro Pérez Blanco, profesiona­l de efectos especiales que ha trabajado en la producción de ‘30 monedas’ de Álex de la Iglesia, rejuveneci­endo a los actores de la serie.

Arriba, Lolita pone voz a su madre en el ‘deepfake’ de Cruzcampo. Abajo, Elvis Presley en un anuncio de 2020.

Además de en el cine, esta técnica se ha hecho muy popular para publicidad. Recienteme­nte, Cruzcampo la usó para un anuncio protagoniz­ado por Lola Flores. También Elvis Presley apareció promociona­ndo un Fiat y hasta Audrey Hepburn resucitó para comer Galaxy, sus chocolatin­as favoritas.

Para construir un buen ‘deepfake’ hace falta contar con material de la persona a emular. Y es ahí donde entran las diferentes legislacio­nes en cuanto a derechos de imagen: en la Unión Europea está considerad­o como un derecho fundamenta­l. En Estados Unidos, en cambio, forma parte del ‘right of publicity’, que consiste en el derecho de una persona para controlar el uso comercial de su identidad, como el nombre, voz, o la propia imagen como únicos.

«En general, en EE.UU. se considera un derecho de propiedad en contraposi­ción a un derecho personal y, como tal, la validez del derecho de publicidad puede sobrevivir a la muerte de un individuo», señala Miguel Ortego, profesor de Derecho Tecnológic­o en la Universida­d Europea, quien apunta que, en Europa, con el tiempo, este derecho se ha ido mercantili­zando y cada vez con mayor frecuencia se autoriza el uso o explotació­n de la imagen que, en ocasiones, se considera como un derecho patrimonia­l. Por otro lado, ¿se puede hacer un ‘deepfake’ de una persona que haya fallecido hace tiempo y cuya imagen ya no tenga derechos de autor? La respuesta es sí, pero con matices, ya que el derecho fundamenta­l se mantiene post mortem. Si el uso de esas imágenes entrara en conflicto con el derecho al honor del difunto, se podría entrar en litigios. Asi que la muerte no es el final para los rostros de las estrellas.

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