ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Emma Coronel, la esposa modelo y narcotraficante del Chapo
Se casó a los 18 años tras ser coronada Reina del Café. Tiene dos hijas y presume en sus redes sociales de una vida llena de lujos. El pasado lunes fue detenida en EE.UU. y acusada de narcotráfico
sus 31 años y con doble nacionalidad, estadounidense y mexicana, Emma Coronel es la primera esposa de uno de los capos más importantes del narcotráfico en México que resulta detenida y acusada de integrar una red que traficaba a Estados Unidos con cocaína, marihuana y metanfetaminas, según el Departamento de Justicia. Anoche, la juez de la Corte de Distrito de Columbia, Robin Meriweather decidió mantenerla en prisión y sin fianza.
Siempre había estado vigilada, tanto por su excéntrica vida como por su condición de ‘señora de’, pero hasta ahora sólo había sospechas y conjeturas. Emma, que no se mueve sin sus guardaespaldas, es famosa por llevar una vida loca. A los 17 años fue coronada Reina de la Feria del Café y la Guayaba. En ese certamen de belleza conoció al ‘Chapo’ Guzmán, el mayor narcotraficante mexicano. Divorciado de dos esposas, enseguida quiso casarse con ella. «Yo digo que lo que me conquistó de él fue su conversación, su forma de tratarme… No me llevó grandes regalos ni grandes cosas, sino que él se gana a las personas por su forma de ser», dijo Emma tras ser preguntada por la diferencia de edad entre ambos.
El 2 de julio de 2007, recién cumplida su mayoría de edad, se dieron el ‘sí, quiero’ en la localidad de La Angostura. Fue una ceremonia íntima. Pero Emma no había sido muy sincera con sus orígenes. En un principio aseguró que su familia se dedicaba a la agricultura, pero ahora se sabe que tanto su padre, Inés Coronel, como su hermano mayor, Inés Omar, están condenados en prisión por su vinculación con actividades del cártel de El Chapo.
Los recién casados se instalaron en Culiacán, Sinaloa, el cuartel general del cártel que dirigió su esposo durante dos décadas, aunque confiesa que solo lo veía cuando todo estaba «medio normal» y aseguró en una de sus declaraciones ante la justicia norteamericana que nunca vio armas ni drogas cuando estaba con él: «De hecho a mí no me consta que él trafique con drogas», dijo.
Aunque hizo sus pinitos en la moda, Emma también es licenciada en Periodismo en la Universidad Autónoma de Sinaloa. En
2011 tuvo a las mellizas María Joaquina y Emaly Guadalupe. Lleva cuatro años sin ver a su marido, desde que fuera extraditado a Estados Unidos en enero de 2017. El Chapo está en aislamiento estricto tras fugarse dos veces de dos prisiones de máxima seguridad mexicanas. A pesar de ello, Emma sigue queriéndolo mucho y lo define como «un hombre muy atento, muy cariñoso, muy respetuoso, muy alegre, que hace que se te olviden los problemas. Cuando lo ves a él y sabes que tiene muchísimos problemas, está como
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Emma Coronel en una foto de sus redes sociales
si nada». Quizás por eso a los pocos meses de que El Chapo ingresara en la prisión federal de Colorado, apareció como invitada en un reality show del canal VH1, ‘Cartel Crew’, que mostraba la vida de familiares de personas vinculadas con el narcotráfico. Emma apareció en prime time a bordo de un lujoso yate cerca de Miami, charlando animadamente con Michael Blanco, el hijo de la reina colombiana de la cocaína, Griselda Blanco, al que le dijo: «Me considero una mujer normal y a mí me pasa mucho que las personas me juzgan sin conocerme». Parece que le ha cogido gusto al foco mediático: algunos ya la han bautizado como la ‘Kim Kardashian mexicana’.
En su perfil de Instagram cuenta con más de medio millón de seguidores con los que comparte sus coches deportivos (Porsche, Audi y Lamborghinis), exóticos viajes, su comida favorita –el sushi– o la fiesta de cumpleaños se sus hijas, inspirada en la Barbie, en la que gastó miles de dólares. Emma no tiene reparos en dilapidar la inmensa fortuna que heredó de su esposo: de hecho, ha presumido de las máquinas para contar fajos de dinero que tiene en casa. También tiene su lado sano, y acude a un club para practicar una de sus grandes aficiones: el tiro deportivo. Emma está a la espera de comparecer en el tribunal del distrito. Con un poco de suerte, su vida puede convertirse en una bonita historia de amor entre rejas.
Años oyendo que la derecha no hacía la ‘guerra cultural’ y no nos percatábamos de que la estaba librando, solo que ortográfica, sintáctica y gramatical.
Y si no, miren cómo han saltado a por Alberto Garzón y su «proponido». El hombre tuvo un lapsus linguae, como un eructillo gramatical, y le faltó tiempo al derechismo para caer sobre él, como si eso fuera lo peor que ha dicho Garzón…
Es muy de la derecha esto de quedarse en el participio, o en el «jóvenes y jóvenas» de Carmen Romero, el «pixie y dixie» de Carmen Calvo, el «conceto» de Pepiño Blanco, las «miembras» de Bibiana Aído o la prosodia de María Jesús Montero... Ahí la derecha no pasa una.
—¡Ha dicho Jehová! ¡Ha dicho Jehová!
Son muy del dardo en la palabra, pero solo en la palabra. Ellos están en que se hable con propiedad, aunque luego se hable de la señorita nazi, de los youtubers andorranos y del rapero Hasel, que esos son los protagonistas de cómic de nuestra actualidad.
Venimos de saber, por un estudio, que adelantar el confinamiento una semana hubiera salvado veinte mil vidas, algo que intuíamos, y vemos acercarse por el horizonte a los cuatro jinetes del apocalipsis de nuestra ruina caracolera, a saber: el fin de la moratoria para devolver los ICO, el fin de la moratoria para solicitar el concurso de acreedores, el fin de los ERTE y la insuficiencia, ya acreditada, del ingreso mínimo vital, que solo cumple lo de mínimo. Pues con este futuro viniendo al galope y este pasado reciente, quien sale a la calle es... la izquierda, y casi se diría que el gobierno, en su facción joven e iconoclasta.
Sin duda, una de las herencias del desfalleciente PP es un elenco mediático que ha matado más neuronas que el garrafón, y que ha dejado el debate en estos niveles rutilantes: el participio irregular.
La derecha, o como se llame, sí da la batalla cultural, la da ortográfica y gramatical, aunque luego no se pueda escolarizar al niño en español en medio país. Lo importante es que, cuando toque, no diga que le han «joduesto».