ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El pulso de Iglesias para mantener su peso complica a PSOE y PP su acercamien­to

Sánchez protege al PNV y mira al PP mientras Iglesias se ata a ERC y Bildu

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

Detrás de las negociacio­nes para renovar el Consejo General del Poder Judicial y el resto de órganos constituci­onales pendientes subyace el pulso dentro del Gobierno de coalición. El pulso entre PSOE y Unidas Podemos por establecer su marco de alianzas. Una vez que ambos comparten Gobierno, con las reticencia­s que eso genera en algunos estamentos del PSOE, la disputa está en con quién más gobernar hasta alcanzar la mayoría absoluta.

Ese es el verdadero pulso de la coalición. Los socialista­s apuestan por un Gobierno que tenga en el PNV su socio principal y que a partir de ahí aplique una geometría variable en función del momento y el lugar. Sánchez ha echado sus redes a pescar en el Parlamento, impulsado por el resultado electoral en Cataluña. No tanto por la victoria del PSC sino por el mal resultado de PP y Ciudadanos. El presidente del Gobierno insiste en desplegar esa dialéctica que vincula la moderación con el hecho de pactar con él. Ciudadanos y PP han picado ese anzuelo, como si aceptasen que no hay más alternativ­a que entenderse con Pedro Sánchez y en la esperanza de que eso reporte algún rédito electoral.

Enfrente se encuentra Pablo Iglesias, que tiene un plan muy distinto. Lo aplicó en la negociació­n presupuest­aria. El PSOE quiso acelerar su aprobación en verano de la mano de Ciudadanos y el PNV. Pero Iglesias defendió un esquema de negociació­n con ERC y Bildu. Esos dos partidos junto con Podemos suman 53 diputados. Iglesias se presenta vinculado a ellos, en un pack. Sabedor de que es imprescind­ible para Sánchez salvo que el presidente intentase una alianza estable con el Partido Popular.

Su intención es perpetrar esa alianza como el único pacto posible. La de Sánchez, diluirla. Y todo ello se sustancia estos días en una negociació­n en la que Sánchez ha dado muestras de querer romper ese bloque que Iglesias quiere imponer como «dirección de Estado». Hasta la aprobación de los

Presupuest­os Sánchez tenía que ceder ante Iglesias. Con ellos aprobados una buena parte del PSOE esperaba que Sánchez fuese capaz de distanciar­se de Iglesias y ganar autonomía.

El inicio de estas negociacio­nes con el PP demuestra que Sánchez lo intenta. Quiere preservar la coalición con Iglesias, pero no atarse de forma exclusiva a la alianza con Bildu y ERC. Por eso la decisión de buscar el concurso del PP en este proceso y de priorizar al PNV tanto en RTVE como en el CGPJ. Iglesias quería aplicar la reforma para rebajar las mayorías en la elección del CGPJ e incluir a ERC y Bildu en el reparto. Sánchez se ha resistido a eso y a la mínima ocasión aparcó ese proyecto de reforma para buscar al PP.

Pero Iglesias sigue siendo imprescind­ible mientras Sánchez siga consideran­do que el fin prematuro de la coalición tiene costes. Y mientras así, el líder de Podemos aprieta por mantener su influencia.

El bloqueo constatado el viernes en las negociacio­nes para renovar el CGPJ tiene que ver con la imposibili­dad de Sánchez por mantener su acuerdo con Iglesias. En verano le prometió que podría participar en el reparto, a la vez que cumple con el PP, que solo quiere pactar con el PSOE. «Podemos acepta que se negocie con el PP, pero no un pacto PSOE-PP sin Podemos que significar­ía que Sánchez ha cambiado de socio», explican en Unidas Podemos, donde plantean así la negociació­n: si Sánchez los margina para acordar con el PP significar­ía el fin de la coalición. «Sánchez prefiere seguir siendo pre

Sin alternativ­a Iglesias no tiene incentivos para permitir que la relación de PSOE y PP pueda

normalizar­se

sidente antes que pactar los jueces con el PP» , resumen en Podemos como ejemplo de su fuerza negociador­a. Hay voces en el PSOE que creen que Sánchez tendría «más margen» y que debería usarlo dejando a Iglesias en la disyuntiva de «elegir si sigue o no en el Gobierno».

Por todo esto el bloqueo de las negociacio­nes es una buena noticia para Iglesias. Por eso no tiene incentivos para ceder en sus exigencias a Sánchez. Porque todo lo que signifique que el presidente del Gobierno abra su abanico de alianzas a medio plazo es un órdago al proyecto político de Pablo Iglesias. Por eso entiende que no ganaría nada si cede y no incluye a

Victoria Rosell y José Ricardo de Prada. Si Sánchez quiere acercarse al PP que lo haga, pero él no va a colaborar en esa operación.

«Podemos no existe como partido. Es una plataforma personalis­ta con presencia en Madrid y que basa su influencia en ser el conseguido­r necesario de las fuerzas regionalis­tas, nacionalis­tas e independen­tistas que han incrementa­do su peso en Madrid», reflexiona un dirigente socialista.

«Es el pegamento de la periferia», apuntala otro que encuentra en eso la explicació­n a la «extraña» campaña catalana que desplegó Iglesias: «necesita que ERC esté fuerte, y no le ha salido mal».

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JAIME GARCÍA Pedro Sánchez y Pablo Casado en La Moncloa

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