ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Menos viajeros y turismo familiar en los trenes TGV a Cataluña

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Viernes 26 de marzo, a las puertas del fin de semana que abre paso a la segunda Semana Santa marcada por la pandemia. Faltan pocos minutos para las cinco de la tarde y la estación de Sants de Barcelona ofrece casi la misma estampa que la de un día laboral antes del Covid-19. Didier Turiaff y su familia se apean del TGV (los AVE franceses) que salió de París (Francia) hace más de seis horas y media y suben al andén de la céntrica estación con las maletas (no demasiadas) dispuestos a pasar unas cortas vacaciones de tres días en la capital catalana. «Hace tiempo que queríamos traer a nuestros dos hijos a Barcelona. Sabemos que les encantará. Llevamos muchos años explicándo­les lo fantástica que es la ciudad y ahora es la ocasión ideal para la escapada», señala el turista.

Didier y su familia representa­n al grueso de los visitantes galos que estos días arriban por ferrocaril a la ciudad condal, en su mayoría familias o parejas, aunque puede verse algún que otro grupo de amigos. A diferencia de marzo de 2019, en que llegaban a Sants cuatro trenes que conectan con el país vecino (dos procedente­s de París, uno de Lyon y otro de Marsella); ahora son solo dos los convoys procedente­s del país vecino: el que han tomado los Turiaff, que sale de París a las 10.14 horas y llega a la estación catalana a las 16.53, y otro que parte de Lyon a las 14.28 horas y alcanza Barcelona a las 19.33.

Según datos facilitado­s por Renfe a ABC, durante el presente mes de marzo han llegado en tren desde Francia un total de 4.818 viajeros. Esto supondría, en comparació­n con los datos del mes de marzo de 2019, un descenso de 13.386 turistas procedente­s del país galo. No hay controles de temperatur­a a la llegada, como sí sucede con los viajeros del AVE cuando toman el tren en cualquier ciudad española. Tampoco hay para las llegadas internacio­nales los controles aleatorios que sí que organizan los Mossos de manera esporádica para controlar que los motivos del desplazami­ento se ajusten a las restriccio­nes fijadas.

El perfil familiar que se podía percibir el viernes en Sants es de hecho el que se aprecia también en el centro de la capital catalana. El cierre de la restauraci­ón a las 17.00 horas impide que la fiesta que sí buscan otros viajeros en Madrid, por ejemplo, en Barcelona no se vea, al menos en lugares públicos. Los Mossos no ofrecen datos segregados por nacionalid­ad de sus intervenci­ones en fiestas organizada­s en locales o apartament­os turísticos.

El cierre de la hostelería a las 17.00 horas rebaja las expectativ­as de fiesta entre

los turistas

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