ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Génova mantiene la ruptura pese al debate interno

- M. C.

Las elecciones catalanas del 14 de febrero marcaron un momento inquietant­e en el Partido Popular de Pablo Casado. El desastre en las urnas, amplificad­o por el ‘sorpasso’ rotundo de Vox, dio lugar a que se escucharan voces internas críticas con el proyecto de Casado. Dirigentes veteranos apuntaron el «gran error» que supuso, a su juicio, la ruptura que Casado había escenifica­do con Vox en octubre pasado, y pidieron una rectificac­ión para lograr la unidad del centro-derecha. Hubo incluso quien alertó del peligro de la desaparici­ón si no se cambiaba la estrategia.

Las dudas sobre el camino que podía tomar el PP las despejó Pablo Casado solo dos días después de esas elecciones, en el Comité Ejecutivo Nacional del partido, ante los barones. El líder del PP afirmó rotundo que no iba a cambiar el rumbo pese al mal resultado en Cataluña. Defendió un proyecto centrado y moderado y descartó un acercamien­to a Vox como le exigían algunos sectores internos. Fuentes de Génova subrayaron esos días que la ruptura con Vox no tenía vuelta atrás. El camino está bien claro, con el aplauso de los barones, a pesar de las críticas sobre la ruptura con el pasado como las que lanzó Feijóo.

La moción de censura en la Región de Murcia matizó esa ‘ruptura’, al llegar a un acuerdo el PP con los díscolos de Vox. En las elecciones convocadas en Madrid, como derivada de la moción en Murcia, Ayuso está captando voto de Vox, según las encuestas: la mitad de los que votaron a Monasterio en 2019 irían ahora a la candidata del PP. Los populares subrayan que es la unificació­n «por la base» para poder vencer a la izquierda. Pero la estrategia de Casado se pondrá a prueba definitiva­mente después del 4-M, si el PP necesita los votos de Vox para la investidur­a y para gobernar. Su discurso se mantendrá si evita la coalición y todo dependerá de la fuerza de Ayuso y de Vox.

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