ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
El Papa pide a los sacerdotes que prediquen huyendo del escándalo
Dirigiéndose a los sacerdotes que iban a renovar las promesas del día de su ordenación, el Papa Francisco les advirtió en la Misa del Crisma de Jueves Santo que la cruz «estará presente en sus vidas como estuvo en la de Jesús incluso antes de su nacimiento», con el desconcierto de María, o «el insomnio de José al sentirse obligado a abandonarla», y de nuevo al tener que huir a Egipto como refugiados.
El Santo Padre indicó que ante esas amarguras no deben escandalizarse como tampoco «se escandalizó Jesús en medio de las discusiones y controversias moralistas, leguleyas, clericales que se suscitaban cada vez que hacía el bien».
La palabra y la claridad
El Papa se refirió al dolor «en esta época de escándalos» por el mal comportamiento de algunos sacerdotes y obispos, pero sin olvidar que «el anuncio del Evangelio siempre está ligado al abrazo de alguna cruz concreta».
El motivo –sostuvo durante la Misa Crismal– es que «la palabra de Dios genera claridad en los corazones bien dispuestos», pero «confusión y rechazo en los que no lo están». Esa paradoja, dijo el Santo Padre, se observa claramente en los Evangelios cuando «la cercanía de Jesús, que va a comer con los pecadores, gana corazones como el de Zaqueo, el de Mateo, el de la Samaritana..., pero también despierta sentimientos de desprecio en los que se creen justos».
El Papa dejó claro en la misa celebrada en la mañana del Jueves Santo que «los sufrimientos que sobrevienen por el Evangelio» no son de losos sacerdotes, sino «los sufrimientos dee Cristo». Fran-Francisco hizo hincapié en quee los sacerdotes «no noss anunciamos a nosotross mismos, sino a Jesús comoo Cristo y Señor y nosotross somos servidores por cau-sa de Jesús», concluyó.
Francisco también pidió a los sacerdotes allí presentes que salieran a predicar, con discernimiento y rechazo del «veneno del escándalo con que el demonio nos querrá envenenar cuando inesperadamente sobrevenga una cruz en nuestra vida». «Hay cruz en el anuncio del Evangelio, es verdad, pero es una Cruz que salva», agregó.
Con buen humor, Francisco –que es el primer Papa jesuita de la historia– pidió ayer disculpas «por esta publicidad de familia» al citar un pasaje de san Ignacio de Loyola sobre el sufrimiento de María y José al ver que Jesús nace en extrema pobreza y pasa «tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en una cruz». Debido a las restricciones sanitarias, el Papa celebró la Misa Crismal en el altar de la Cátedra de San Pedro, situado en el ábside de la basílica, con unos ochenta sacerdotes, una treintena de cardenales y menos de un centenar de fieles. La ceremonia incluyó la bendición de tres ánforas con el óleo para la unción de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el crisma –compuesto de aceite y bálsamo– que se utiliza en el bautismo, la confirmación y la ordenación sacerdotal.
Al cierre de eesta edición, se conoció por un vaticanivaticanista italiano que el Papa cecelebró, en un gesto tan sosorprendente como difícicil de valorar mientras no hhaya una explicación oficicial, la misa de la Cena del SeSeñor el Jueves Santo por la tarde en la capilla privada de la residencia del excardenal Becciu, a quien cesó fulminantemente como prefecto de los Santos y retiró los derechos de cardenal en septiembre de 2020. Mientras la Oficina de Información del Vaticano mantenía un extraño silencio, una fuente vaticana fiable señalaba que «no resulta extraño un gesto paterno de este tipo en un día como el Jueves Santo». En varias ocasiones, Francisco había mantenido almuerzos con sacerdotes precisamente en el apartamento de Becciu. También ha comentado en algunas homilías que Jesús lavó los pies a sus discípulos, incluido el que iba a traicionarle.
El programa de hoy incluye la participación del Papa en los oficios de Pasión a las seis de la tarde y en el Vía Crucis a las 21.00 horas, en una plaza de San Pedro absolutamente vacía por segundo año consecutivo, debido al confinamiento por el coronavirus en Italia.
La paradoja «La palabra es claridad en los corazones bien dispuestos, pero rechazo en los que
no lo están»