ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
‘Aleluya’
Shabtai Zisl ben Avraham), provenía de ancestros ucranianos exiliados por la persecución a los judíos en Europa desde el s. XIX. Cohen, por su parte, era hijo de una pudiente familia asentada en Montreal pero también originaria del Viejo Continente, de Polonia, y huida a Canadá por las mismas causas. Estos eran casta erudita de la enseñanza del judaísmo (‘ kohen’ es ‘el que oficia’, los Cohen son descendientes de los sacerdotes «y se supone que deben ser moral y espiritualmente superiores al resto de creyentes, dignos de sus antecesores»).
Bob Dylan recorrió diversas etapas espirituales. «Sus primeros discos estaban plagados de referencias bíblicas. Era el Profeta del Diluvio, el Profeta que vaticinaba vientos de cambio huracanados, y tormentas de fuego. Se le consideró el Profeta Meteorólogo», explica Manzano. Pero en 1969, el Chico de Duluth tiene un grave accidente de moto, que le retira temporalmente de la vida pública para refugiarse junto a su familia rodeado de naturaleza en su casa de Woodstock. Y del ‘shock’ brota una vena mística (reflejada en el disco ‘New
Morning’ en 1970, apunta su biógrafo). El libro cuenta también, por supuesto, su controvertida conversión al Cristianismo evangélico a finales de esta década, como ‘Cristo renacido’. ¿Cómo se recibió la nueva cristiandad de Dylan? «Fue ridiculizado y criticado. Nadie entendía nada. Pero grabó una trilogía discográfica maravillosa.
Puro góspel. Claro que supuso una gran deserción de sus seguidores. Pero eso le suele ocurrir a la mayoría de artistas que siguen su propio camino». ¿En qué punto espiritual cree que está ahora el viejo Bob? «Nadie sabe nunca qué es lo próximo que va a hacer Dylan. Yo lo considero el Secretario General del ‘Misterio de Asuntos Interiores’».