ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La poeta en el tejado

El libro de pandemia de la poeta toledana se llama ‘Aprendiend­o la lengua de los pájaros’, esos compañeros libres y alados que le permitiero­n hablar otro lenguaje en medio del silencio

- MARÍA JOSÉ MUÑOZ

Nuevo poemario de María Antonia Ricas, ‘Aprendiend­o la lengua de los pájaros’, escrito en plena pandemia. Un libro de azotea sobre los viejos tejados del Casco Histórico de Toledo. La belleza es siempre el hilo conductor de sus creaciones, como lo fue en las piedras preciosas de ‘Invisible en la piedra’. Ahora Ricas salta del suelo al cielo, al aire limpio donde habitan las aves. «Empecé a escribirlo al comienzo de la pandemia, antes de que nos confinaran, cuando los niños dejaron de ir al colegio y por las mañanas empecé a escuchar los cantos de los pájaros. Había menos coches circulando y los escuchaba con más nitidez», relata.

—Durante el confinamie­nto llegó la primavera y el mundo animal tomó las calles sin la presencia humana. — Sí, sí, todo eso lo sentí. Como ya no podía caminar, no podría dar la vuelta al Valle, que tanto me gusta por las mañanas, subía a la azotea y solo oía las campanas y los pájaros.

— ¿Eso le inspiró el nuevo poemario? — Lo de la lengua de los pájaros era una idea que yo ya tenía desde hacía muchos años, un poco como referencia simbólica de la lengua de la poesía, del idioma de los místicos. De eso trato un poco en este nuevo libro, de los místicos, los trovadores, los músicos, todos los artistas y creadores que de alguna manera han tratado el lenguaje de otro modo.

—A sus páginas se asoman muchas aves, como un inventario de pájaros. — Salen muchos pájaros, sí, y en algunos casos los nombro consciente­mente. Hay un escritor argentino que vive en Cataluña, Mario Satz,con el que mantengo una cierta amistad epistolar. Él contaba que no podía escribir y entonces pintaba, y me mandaba vía email los pajaritos que iba pintando, que son todos tropicales. Quizá en ese texto sí que nombro pájaros más raros, pero en realidad nombro pájaros urbanos todos, casi todos, de esta ciudad que todavía está rodeada de campo. Y hay jardines conventual­es, al lado de casa tengo el jardín de las damas catequista­s. Es cierto lo que dice usted: las palomas tomaron la plaza, los tordos, los

He subido al tejado para sentir el ave ardiente en mi cara. Venían nubes amoratadas con diminutas lágrimas flotando.

He subido al tejado para oír una canción de este mundo que nadie escucha. Quizá ahora, con tanto miedo, cada uno en su casa, la deseemos y se extienda igual que un aroma.

He subido al tejado y he saludado al crocoqueto lejano de una cigüeña, a la abubilla de Salomón, a las palomas perezosas y sucias. El ave ardiente recorría mi piel agasajando. mirlos, y escuché, aprendí su lenguaje. « Y escucho el bu-bu-bú mojado de la abubilla porque, en el silencio de la reclusión, la sabiduría debe ser leve, sutil, y hay que estar muy atenta» . —De todas formas, la lectura de los textos lleva al lector a otros lugares, a países lejanos.

— Dice la tradición que la lengua de los pájaros también es la lengua de los antiguos dioses y en todos los mitos los pájaros tienen un papel importantí­simo. Hay una enorme cantidad de mitos sobre los pájaros, positivos y ne

Liberación

Todo el libro es un poco el ave fénix, en él está latente esa esperanza de volver a renacer de las cenizas. Si lee el último poema es como decir quiero conventirm­e en pájaro y escapar de aquí

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