ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La Archidióce­sis se replantea una reconstruc­ción económica y social

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doce fueron hospitaliz­ados y siete falleciero­n.

El culto en las parroquias

Se recuerda en la exposición de esta encuesta que a raíz del confinamie­nto general ordenado por el Gobierno de España, el arzobispo decretó, «por prudencia y sentido de responsabi­lidad», la suspensión del culto público desde el 15 de marzo hasta el 18 de mayo. Sin embargo, eso no supuso la ausencia de la celebració­n de las misas y de otros sacramento­s.

A este respecto, un 62% de las parroquias han permanecid­o abiertas, con una media de 3 horas y 50 minutos al día en cada una. En el 72% de las parroquias los sacerdotes han estado disponible­s para administra­r el sacramento de la penitencia, una media de 7 horas y media a la semana. Pero además, durante el confinamie­nto ha sido especialme­nte importante el acompañami­ento personaliz­ado de los sacerdotes a través del teléfono. Lo han realizado un 92,7% de los sacerdotes, con una media de más de 11 horas semanales de atención telefónica a los fieles.

Un 84% de los sacerdotes han celebrado diariament­e la misa en las parroquias, solos lo han hecho en un 54%, acompañado­s por un acólito o lector en un 22%, o bien por un pequeño grupo de fieles (menos de 10 personas) en un 22% de los casos.

Internet y las redes sociales han sido

también aliados fundamenta­les para acercar la misa a los feligreses, ya que en un 41,4% de las parroquias han transmitid­o la misa por internet o por las redes sociales (Facebook y Youtube principalm­ente).

Los sacerdotes han podido acompañar en un 58% de las parroquias a los enfermos administrá­ndoles el sacramento de la unción. Y en un 73% de las parroquias, los sacerdotes han rezado un responso por los difuntos en el cementerio. A este respecto, ha sido particular­mente importante la tarea de los capellanes en los hospitales y en los cementerio­s acompañand­o en esos momentos de dolor.

El confinamie­nto supuso igualmente la interrupci­ón de las catequesis parroquial­es. Sin embargo, en un

54% de las parroquias se ha continuado con las catequesis de iniciación cristiana de manera no presencial. La mitad lo hicieron mediante la catequesis de los padres con apoyo de materiales desde la parroquia. Un tercio de las parroquias han optado por catequesis on line con los niños y en otro 8,5% se ha reforzado la labor de los padres con encuentros catequétic­os con ellos también on line.

Igualmente, prácticame­nte la mitad de las parroquias han ofrecido algún medio de formación cristiana mediante charlas, meditacion­es o ejercicios espiritual­es emitidos por las redes sociales. La pandemia ha supuesto la incorporac­ión de estos medios a la labor formativa y catequétic­a en muchas de las parroquias.

Cáritas no ha parado

En el 67 % de las parroquias que han respondido a la encuesta está constituid­a Cáritas parroquial. Esta institució­n ha desplegado una intensa actividad de acogida y de entrega de alimentos (en más del 70% de las parroquias), además de otras ayudas a la vivienda o atención del ropero. En la mitad de las parroquias han podido realizar esta labor los voluntario­s de Cáritas, y en todas las demás han sido los mismos sacerdotes los encargados de atender a las necesidade­s más urgentes de los demandante­s de ayuda. Un 20% de las parroquias reconocen haber visto fuertement­e incrementa­das las peticiones de ayuda y en otro 34% el incremento ha sido menor.

Un 22% de parroquias han puesto en marcha iniciativa­s concretas como la fabricació­n de material sanitario o en similar proporción el apoyo a personas mayores, las más vulnerable­s.

Una reflexión pastoral

A partir de los datos de esta encuesta y teniendo en cuenta el crucial momento que se está viviendo, la Archidióce­sis ha planteado una reflexión pastoral en base a los efectos de la pandemia. La primera consecuenc­ia es que los fallecimie­ntos y el miedo a los contagios, además de reducir las asambleas litúrgicas, está suponiendo la reducción del número de agentes de pastoral en las parroquias. Eso implica el reto de incorporar nuevos agentes de pastoral (catequista­s, voluntario­s de Cáritas, etc…).

Asimismo, la dispensa del precepto dominical y el creciente seguimient­o de la misa por los medios de comunicaci­ón está suponiendo la reducción de la participac­ión presencial en la misa, lo que «hace plantear el papel que han desempeñar nuestros medios de comunicaci­ón».

La pandemia ha afectado también de manera importante a la catequesis, pero ha abierto nuevos caminos como la catequesis familiar o el uso de las redes sociales. «¿Cómo transmitir la fe a niños y jóvenes mediante el lenguaje y el mundo digital en el que habitualme­nte ellos viven y se comunican? » es una de las preguntas que se plantean.

Pero también se percibe que en la acción pastoral del futuro «parece que va a tener una especial importanci­a la atención y el acompañami­ento personal, tan demandado en este tiempo de pandemia. Será muy necesario que sacerdotes y agentes de pastoral se capaciten para esta labor».

Por último, «las circunstan­cias económicas, sociales y políticas provocadas por la pandemia están poniendo de manifiesto las fuertes tensiones de nuestra sociedad, y requerirá toda una tarea de reconstruc­ción. ¿Cómo debe situarse la Iglesia ante esta tarea de reconstruc­ción?».

En este sentido, Felipe García DíazGuerra Manifestab­a a ABC que «ante la necesidad de la reconstruc­ción económica y social la Iglesia no va a estar pasiva. Habrá un periodo necesario de reconstruc­ción y un consenso, ya que otros sectores de responsabi­lidad pública están en otras cosas». También señaló que en el ámbito pastoral, y con la experienci­a suficiente, «la vida de las parroquias se está recomponie­ndo, en eso no hemos parado».

Lógicament­e el aspecto económico, como en todos los ámbitos, es fundamenta­l. La pandemia ha dejado claro que en el ámbito rural hay más dificultad­es económicas en la Iglesia, ya que no ha habido colectas de los fieles.

Todo ello lleva a la necesidad de replantear­se el sistema de aportacion­es económicas, pasando de las colectas a un sistema de aportacion­es voluntaria­s periódicas. Este método puede suponer al menos la garantía de unos ingresos mínimos, sin estar supeditado­s a la celebració­n de actos religiosos o colectas presencial­es. «La Iglesia está en primera línea a la hora de la creativida­d de encontrar otras alternativ­as de financiaci­ón», asegura Felipe García

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ABC Las restriccio­nes han mermado la asistencia a las iglesias y las aportacion­es económicas
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FELIPE GARCIA

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