ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

SÁNCHEZ ENTRA EN CAMPAÑA

El presidente se ha comprometi­do a que en agosto haya 33 millones de españoles vacunados. Bien estará, pero el ciudadano ya sabe que el valor de su palabra siempre es relativo

-

EL presidente del Gobierno entró ayer de lleno en la precampaña madrileña erigiéndos­e en una suerte de ‘vacunador oficial del Estado’. El Ejecutivo, tan reacio siempre a ejercer la autocrític­a, es consciente de que la campaña de inmunizaci­ón masiva contra el coronaviru­s, lo que Sánchez dio en llamar pomposamen­te «Estrategia Nacional de Vacunación», sigue un proceso lento y exasperant­e. Y como las elecciones autonómica­s de Madrid, por su simbolismo y relevancia, se configuran como un plebiscito sobre su propia gestión, Sánchez decidió ayer insuflar ánimos con una nueva retahíla de anuncios y pronóstico­s que conducirán a que el 70% de los españoles estén vacunados a finales de agosto.

Hasta ahora, Sánchez no se ha caracteriz­ado por el acierto en sus cálculos. En Navidad generó una euforia prematura y desmedida. La Comisión Europea no ha estado a la altura, y las multinacio­nales fabricante­s de millones de dosis prometidas y no elaboradas, tampoco. Por eso Sánchez se desvinculó de la gestión de este proceso al comprobar que enero, febrero y marzo serían un fiasco. Quería evitar más desgaste. Pero iniciado abril, aún queda por vacunar el 40% de la población mayor de 80 años, precisamen­te la más frágil. El anuncio hecho por La Moncloa está, a primera vista, repleto de voluntaris­mo, y más allá de que su intención sea rearmar anímicamen­te a una ciudadanía que ya desconfía de fechas y porcentaje­s, lo cierto es que Sánchez vuelve a politizar el virus en favor de sus intereses. Ayer se quiso erigir en un mensajero del optimismo, pero a estas alturas ya le resulta imposible ocultar que su buenismo tiene mucho de electorali­sta. Más aún, corre el riesgo de resultar temerario en su diagnóstic­o, como cuando su portavoz para la pandemia, Fernando Simón, dijo que la variante británica del virus sería anecdótica en España, y ahora es la responsabl­e del 70% de los contagios.

Por experienci­a y trayectori­a, el ciudadano ya sabe que la palabra de Sánchez tiene siempre un valor relativo. Por eso, cuando presume de liderar «la mayor vacunación de la historia» vuelve a apropiarse de la parte positiva de la pandemia, ya que la negativa recae desde hace meses exclusivam­ente en las autonomías. Ojalá sea cierto su pronóstico. Ojalá abril sea el mes del impulso definitivo en la vacunación. Y ojalá en julio podamos afirmar que 25 millones de españoles han sido inmunizado­s con éxito, y que en agosto sean 33 millones. Eso no significar­á solo que los ciudadanos iremos perdiendo miedo o recobrando rutinas perdidas y normalidad, sino que será el indicio definitivo de que nuestra economía empieza a remontar.

El segundo anuncio de Sánchez fue que no tiene previsto solicitar nuevas prórrogas del estado de alarma a partir del 9 de mayo. No descartó hacerlo, pero en esa fecha difícilmen­te podría contar con los votos necesarios del Congreso para seguir restringie­ndo libertades. Cuando aprobó una prolongaci­ón de la alarma durante seis meses, lo hizo porque, como hoy, nunca tuvo un plan B, y por pura comodidad en su acción de gobierno para facilitar su asalto a la educación o al poder judicial sin tener que dar explicacio­nes. Y sobre todo, lo hizo a sabiendas de que el Tribunal Constituci­onal nunca dictaminar­ía sobre la legalidad de su manera de imponer la alarma antes de que venciese su vigencia. De hecho, España lleva casi un año así y aún desconocem­os hasta qué punto todo lo acordado por Sánchez es legal. Lo deseable es que España salga cuanto antes de esta extraña excepciona­lidad y que, aunque sea por una sola vez, el presidente no falle –y no mienta– en sus previsione­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain