ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
EE.UU. vuelve a las negociaciones con Irán sobre desnuclearización
Biden autoriza el diálogo indirecto, por medio de otras potencias, en Viena
Un complejo baile diplomático comenzó ayer en Viena para volver a sentar cara a cara a representantes de Estados Unidos y la República Islámica de Irán en las negociaciones sobre el programa nuclear de esta última. Por primera vez desde que Donald Trump sacó a EE.UU. unilateralmente del pacto de desnuclearización en 2018, enviados norteamericanos dialogaron con contrapartes iraníes, aunque de forma indirecta y siempre con la mediación de los emisarios de Gran Bretaña, Alemania, Francia, China y Rusia, que siguen siendo partes firmantes del acuerdo.
En principio, nada ha cambiado. El nuevo presidente de EE.UU., Joe Biden, sigue enrocado: no habrá negociaciones si Irán no reduce el enriquecimiento de uranio a los niveles previos a la salida de Trump del pacto. Por su parte, el régimen de los ayatolás requiere un gesto como el levantamiento parcial de sanciones. Ninguna de las partes ha cedido, pero manteniendo el ‘status quo’, ambas avanzan lentamente hacia una reanudación del diálogo. En realidad fue EE.UU., bajo Barack Obama y Biden como vicepresidente, quien orquestó el pacto en 2015.
En esta reunión mantenida en Viena, los participantes acordaron establecer dos grupos de trabajo, uno sobre el levantamiento de sanciones y otro sobre cuestiones nucleares, y a estos se les asignó la tarea de identificar medidas concretas que Washington y Teherán tomarán para la plena implementación del pacto. El objetivo del acuerdo es impedirle a Irán la consecución de la bomba nuclear, algo que la República Islámica ha empleado para lograr un levantamiento de sanciones.
Este diálogo de las grandes potencias con el régimen de los ayatolás no aborda los graves abusos de los derechos humanos que estos perpetran, según han denunciado numerosas organizaciones humanitaria. Entre ellos se cuentan las detenciones arbitrarias, la tortura y el asesinato. Tras la reunión, la televisión estatal iraní emitió unas declaraciones de su enviado a Viena, Abbas Araghchi, quien dijo que su condición para seguir negociando es el levantamiento de sanciones de EE.UU.
Crisis con Israel
Demasiadas concesiones a Irán pueden provocarle a Biden una crisis con Israel. Benjamín Netanyahu, que ganó las últimas elecciones en el estado judío pero aun debe negociar una coalición, ha tratado de boicotear el pacto al considerarlo un regalo para el régimen de los ayatolás, que ha predicado con fruición la destrucción de Israel. Cuando Barack Obama negoció el acuerdo, Netanyahu se opuso. Al llegar Trump a la Presidencia le insistió e insistió hasta que al final Washington abandonó el acuerdo.
El año pasado Irán renunció formalmente a las limitaciones de su programa nuclear que aceptó en el acuerdo y retomó el almacenamiento de uranio enriquecido más allá de los 300 kilos, que era el límite aceptado, y además dejó de vender el excedente de agua pesada, empleada como moderador y refrigerante en los reactores nucleares.
Quizás, de Suramérica, la pol í tica del Perú sea l a más desconcertante de todas. Los escenarios electorales, desde hace décadas, suelen ser un cóctel variado de sabores amargos y en escasas ocasiones, agridulces. Los sondeos, creo recordar, no aciertan nunca salvo en las segundas vueltas, donde el resultado es evidente y su pronóstico, una victoria cantada. En la primera, la sombra de la honorabilidad de los mismos solía planear sobre la mayoría de los estudios demoscópicos. Ahora, en las elecciones del domingo, el riesgo de la incredulidad no está. La razón es sencilla. Hay entre cinco y siete candidatos en virtual empate técnico para pasar al balotaje. Es decir, según todas las encuestas, cualquiera de ellos podría ser presidente y hoy por hoy, ninguno tiene más del 10 por ciento de respaldo.
Entre los elegidos figura el eterno clásico con Keiko Fujimori y la candidatura del, en apariencia favorito, Johnny Lescano (Acción Popular). Punto arriba, punto abajo, hacen fila en paralelo Verónica Mendoza a la izquierda, y a la derecha, el empresario Rafael López Aliaga y Hernando de Soto, el economista que juraba hace un año que no sería candidato, el mismo que asesoró a Fujimori padre con los números y que insultó a Mario Vargas Llosa cuando su amistad parecía discurrir como pez en el agua.
Es raro que un país divida el voto en un abanico tan amplio de opciones. Cualquiera podría pensar que la clase política es tan excepcional que el electorado duda al advertir las altas capacidades de sus representantes. Pero, este razonamiento se desbarata cuando, una vez más, se conoce que entre el 23 y el 28 por ciento del padrón no votará, lo hará en blanco o ‘ viciará’ el sufragio. Eso, a sabiendas de que no cumplir con la obligación del derecho a votar puede costar, dependiendo de la situación, más de 55 dólares, cifra nada desdeñable en un país con la mayor recesión de la región por detrás de Venezuela, inflación galopante y las arcas públicas con telarañas. Conclusión, el apoyo repartido, en torno al 10 por ciento, para cada candidato, debe significar que, en realidad, el respeto y la credibilidad de estos políticos está devaluado, como la moneda, la salud y la vacuna AstraZeneca, esa que se quiere cambiar de nombre para que no la reconozcan.