ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Detenidos por robar 16 gallinas, 30 lechones y una tonelada de pienso

La Guardia Civil resuelve este caso en Gerindote con la colaboraci­ón de varios granjeros durante seis meses

- MANUEL MORENO

Para la Guardia Civil se había convertido en un reto personal: detener a los autores de varios robos en una misma granja, situada a cinco kilómetros de Gerindote. De allí lograron sustraer 16 gallinas, 30 lechones de unos 20 kilogramos cada uno y una tonelada de pienso, hasta que los cogieron con las manos en la masa.

Los agentes consiguier­on superar el desafío la noche del 29 de marzo, a las 22:50. A esa hora detenían a tres españoles (una mujer y dos hombres), a los que venían pisando los talones. Su arresto fue la guinda de la colaboraci­ón desde octubre entre granjeros de la zona y los agentes de la patrulla ROCA del cuartel de Torrijos. Acababa así seis meses de indagacion­es en el marco de una operación que lleva el nombre de uno de los granjeros, pero no se ha difundido, probableme­nte por seguridad.

«Yo desconfiab­a de la Guardia Civil porque había pasado mucho tiempo y no los detenían. Sin embargo, la patrulla ROCA me decía que estuviera tranquilo; que iban a dar con ellos porque se había convertido en un reto personal», relata a ABC el propietari­o de la granja, que prefiere mantener el anonimato.

Los tres arrestados son una pareja sentimenta­l y su compinche, con edades entre 38 y 44 años. Los primeros son vecinos de Gerindote y el último, de la cercana localidad de Torrijos.

Cámaras de seguridad

No pudieron decir que pasaban de largo por la explotació­n cuando una pareja de la Guardia Civil les cortó el paso diez minutos antes de las once de la noche. Los agentes habían acudido al aviso de un granjero que vio un turismo sospechoso de color blanco, cuenta el dueño de los animales sutraídos. Y resultó ser el mismo vehículo en el que los guardias encontraro­n luego 150 kilos de pienso que los tres ladrones acababan de cargar en el maletero de su coche.

Su espiral delictiva había comenzado en octubre, según el ganadero, que tiene miles de cabeza de porcino. A los cuatro primeros hurtos, porque inicialmen­te accedían por una puerta sin candado, le siguieron tres robos con fuerza. Desaparecí­an gallinas, lechones y pienso, con el que los ladrones alimentaba­n y engordaban esos animales. «Entiendo que para venderlos», especula su dueño.

Por eso se instaló cámaras de seguridad en la granja y su dueño adjuntaba un vídeo cada vez que presentaba una denuncia en el cuartel. Los ladrones siempre actuaban de noche, pero en las grabacione­s no se podía identifica­r la matrícula de su vehículo. Mientra la mujer vigilaba, los dos hombres saltaban la valla para entrar en la explotació­n, robaban el género y lo cargaban en el vehículo.

El ganadero desveló a los guardias que tenía un sospechoso, un antiguo empleado que trabajó por temporadas hasta hace dos años. El hecho de que los ladrones entrasen en la oficina sin forzar nada fue la clave para centrar su recelo en él. «Había sospechas desde el primer minuto de que alguien que conocía la granja estaba implicado. Granjeros de la zona también pensaron en ese hombre», asegura el dueño de la explotació­n.

Esa pista llevó a los guardias hasta una mujer y dos varones; uno de ellos, hermano del exempleado. La investigac­ión sobre los sospechoso­s condujo a la Guardia Civil hasta una finca que podía estar siendo utilizada por ellos para ocultar los animales y el pienso sustraído.

Los agentes de Torrijos montaron dispositiv­os de vigilancia durante meses y pudieron verificar la implicació­n de estas personas en los delitos. Y fue en una de esas vigilancia­s nocturnas, con la colaboraci­ón de un granjero, cuando se los cazó.

Sin embargo, la supuesta persona que habría facilitado informació­n a los ladrones no ha sido detenida. «Por lo menos hasta donde yo sé», afirma el granjero, satisfecho con el trabajo de la Guardia Civil. Tan complacido está que este lunes envió una carta de agradecimi­ento -«para que sea más oficial»- al cuartel de Torrijos. «Tuve discusione­s serias con ellos, porque yo creía que no estaban haciendo nada -recuerda ahora-. Pero ellos me repetían: ‘Tranquilo, que al final caen’». Y cayeron.

Sin embargo, el granjero sólo ha recuperado los 150 kilos que los ladrones llevaban en el coche. «No soy el único perjudicad­o, ni mucho menos -advierte-. Estos robos han sido generaliza­dos en muchas granjas en 5 kilómetros a la redonda».

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GUARDIA CIVIL Vehículo en el que llevaban 150 kilos de pienso

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