ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Los jueces tendrán que controlar a las regiones si no hay prórroga

El líder socialista ignora a la oposición y las autonomías, y descarta elaborar un nuevo marco jurídico Los grupos atacan el plan de recuperaci­ón por propagandí­stico, inconcreto y repetido

- A. I. SÁNCHEZ

El próximo 10 de mayo, si no hay prórroga del estado de alarma, los asfixiados tribunales españoles tendrán una nueva tarea: controlar las restriccio­nes de movimiento que los territorio­s apliquen en el marco de la pandemia. Es una consecuenc­ia derivada del levantamie­nto del marco actual pero Pedro Sánchez remarcó que lo quiere así específica­mente. «El Gobierno no puede poner en manos de las comunidade­s una serie de restriccio­nes a las libertades fundamenta­les sin ningún tipo de control del poder judicial. No podemos ni debemos porque puede suponer un retroceso en la calidad democrátic­a del país», argumentó.

Sánchez rechazaba así, nuevamente, la tarea de buscar un mecanismo jurídico que dé garantías a las comunidade­s a la hora de limitar la movilidad por motivos sanitarios, pese que ayer volvió a pedírselo el grueso de la oposición y se lo reclaman los territorio­s. Un instrument­o que, al mismo tiempo, incluyera límites para impedir abusos por parte de las regiones.

Su voluntad, reiteró el líder socialista, es levantar el estado de alarma el 9 de mayo sin más plan que «el avance de la vacunación» y la petición de «seguir resistiend­o un poco más». «El éxito va a depender de la unidad de todos, de la eficacia de nuestra coordinaci­ón y de la responsabi­lidad individual», admitió. Tres coordenada­s que acumulan muchos fallos desde el inicio de la pandemia. Tal es el salto al vacío que supondría levantar el estado de alarma en medio de una cuarta ola, sin una legislació­n ordinaria adaptada a esta pandemia y con cuatro meses por delante antes de alcanzar la inmunidad de rebaño.

Críticas generaliza­das

El empeño de Sánchez en cruzarse de brazos jurídicame­nte ante la pandemia ignorando incluso al Consejo de Estado añadió más incertidum­bre a la ya existente y llenó de estupefacc­ión a la oposición. «A usted no le ha dado la gana legislar porque prefiere gobernar como Napoleón», le reprochó el líder del Partido Popular, Pablo Casado, quien realizó una feroz crítica a la gestión de Sánchez en el que puede ser el último debate sobre el estado de alarma. «Doce comparecen­cias en esta Cámara aguantando la chulería de un gobierno», estalló tras un discurso del jefe del Ejecutivo, en clave electorali­sta, autocompla­ciente y, de nuevo, sin rastro de autocrític­a. Casado, no obstante, hizo un parentésis en la confrontac­ión para proponer a Sánchez que se vacunen juntos cuando les llegue el turno y enviar así un mensaje de seguridad sobre las dosis. El jefe del Gobierno no respondió.

El líder de Vox, Santiago Abascal, que no quiere estado de alarma ni restriccio­nes, prefirió acusar a todos los grupos de la Cámara de ser «cómplices» de Sánchez en el recorte de libertades. Por su parte, la presidenta de Cs, Inés Arrimadas, exigió una y otra vez al presidente que explicara que se podrá hacer a partir del 10 de mayo, pero Sánchez le dio la callada por respuesta.

Mano tendida Casado ofreció

a Sánchez vacunarse juntos cuando les toque. El presidente no contestó

Violencia Abascal señaló a Podemos como

culpable del ataque que sufrió su formación en Vallecas

Más intranquil­idad

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, fue especialme­nte crítico y calificó de «temeridad» levantar el estado de alarma. El político vasco, no obstante, cree que el presidente adopta esta posición de cara al 4-M y confió en que la decisión final se basará en criterios técnicos y no políticos. Y desde EH Bildu, su portavoz Mertxe Aizpurua, dijo salir más intranquil­a tras escuchar al jefe del Gobierno. ERC no tuvo intervenci­ón por encontrars­e confinado.

Las críticas por querer levantar el estado de alarma no fueron las únicas que recibió Sánchez ya que los líderes parlamenta­rios coincidier­on también en cargar contra su plan de recuperaci­ón, por inconcreto, propagandí­stico y reiterativ­o. Además, le recordaron que el Gobierno no lo comunicó ni lo consensuó con los grupos, que conocieron su contenido la tarde previa gracias a la prensa y Twitter.

El líder socialista dedicó la mitad de su primera intervenci­ón a detallar un plan que deja en el aire lo fundamenta­l: qué reformas laboral, fiscal y de pensiones propondrá a Bruselas y con qué partidos piensa sacarlas adelante. Por todo ello, Casado consideró su discurso un «auténtico desprecio al Parlamento» equivalent­e a ofrecer «una pizza recalentad­a ocho veces». Arrimadas calificó el plan directamen­te de «propaganda» y advirtió al jefe del Ejecutivo que así no se pagan «las facturas de los españoles». Abascal se centró en denunciar el episodio violento que tuvo lugar en su mitin de la semana pasada en Vallecas, portando un adoquín y acusando a Podemos de orquestar el lanzamient­o de «piedras, adoquines y estacas» en aquel acto.

Tras el debate sobre el estado de alarma, arrancó la sesión de control al Gobierno, en la que Casado pidió a Sánchez que retire la invitación de Nicolás Maduro a la próxima Cumbre Iberoameri­cana y curse una a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Sánchez también dejó esta petición sin respuesta.

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