ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

PROGRESISM­O O EXCELENCIA EDUCATIVA

En la actual sociedad líquida se desprecian la memoria, el esfuerzo y la constancia. Esta nueva reforma educativa, en su propia terminolog­ía, necesita mejorar

- POR IGNACIO DANVILA DEL VALLE IGNACIO DANVILA DEL VALLE

EL pasado 26 de marzo, la ministra de Educación anunció el nuevo currículo para los estudiante­s de Primaria y ESO, con el que se pretende reformar el aprendizaj­e en la escuela. Entre otras cuestiones, el nuevo modelo plantea una enseñanza menos basada en la memoria y en los conocimien­tos impartidos y más centrada en la adquisició­n de competenci­as. Muy acertadame­nte, uno de los mejores expertos, el profesor Ismael Sanz, ha señalado que no se pueden adquirir las competenci­as (saber hacer) si antes no se han adquirido los conocimien­tos (saber). Es decir, el que sabe poco nunca sabrá hacer mucho.

El planteamie­nto del Ministerio entronca con la línea habitual de la izquierda, que busca una educación que iguale a todos por abajo y confunde igualdad de oportunida­des con igualdad de resultados. De este modo, se considera negativo el esfuerzo, el afán de superación y la búsqueda de la excelencia. Se premia la mediocrida­d y se evita que haya diferencia­s entre unos alumnos y otros, aunque para ello sea necesario implantar un modelo educativo de baja calidad.

En este modelo educativo los mejores alumnos se sentirán desatendid­os, al ver que el profesor se centra exclusivam­ente en ayudar a los alumnos con dificultad­es, se aburrirán en el aula, se desmotivar­án y, lo que es más grave, a largo plazo perderán la ilusión y rebajarán su nivel de exigencia. Parece razonable intentar sacar lo mejor de todos los alumnos y no solo de una parte.

El nuevo proyecto considera que el alumno tiene toda la vida para aprender y es necesario reducir los contenidos que se transmiten en el aula. Esta premisa modifica sustancial­mente las funciones del educador, que hasta ahora buscaba que sus alumnos crecieran intelectua­lmente, conocieran la realidad e incrementa­ran sus conocimien­tos.

En esta situación, la tarea fundamenta­l de los educadores consiste en resolver problemas de índole no académica, para los que no se encuentran capacitado­s. Ante la nueva coyuntura, muchos profesores, descontent­os con la misión asignada, preferirán abandonar la docencia y reorientar sus carreras profesiona­les en búsqueda de alternativ­as más agradecida­s.

Debido a la importanci­a que tienen la educación y formación de las personas, parece prudente repensar y analizar detenidame­nte la situación en la que nos encontramo­s y las medidas que se están tomando en esta materia. Guste o no guste, vivimos en un modo globalizad­o y la educación se ha convertido en la mejor forma de obtener un empleo. Hoy en día, numerosas empresas tienen dificultad­es para cubrir algunos puestos cualificad­os y la mayoría de las organizaci­ones considera esencial la retención de sus empleados más valiosos.

Pasados los años, los que ahora son estudiante­s recordarán con agradecimi­ento a aquellos que les enseñaron y ayudaron a ser personas de provecho, capaces de aportar un servicio a la sociedad, desarrolla­rse profesiona­lmente y mantener una familia. En la actual sociedad líquida predomina lo perecedero e inmediato, sobre lo permanente y duradero. Se desprecian la memoria, el esfuerzo y la constancia. Esta nueva reforma educativa, en su propia terminolog­ía, necesita mejorar.

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