ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El ‘milagro de Luanda’

EL BATALLÓN, DE UNO EN UNO | Hace unos días se produjo lo que ya es conocido en todo el mundo como ‘el milagro de Luanda’: ¡Pedro Sánchez en centro católico! Como ustedes están leyendo, un notición porque en España es incapaz hasta de pronunciar la palabr

- ÁLVARO MARTÍNEZ

Con los dedos de un muñón se pueden contar las veces que Sánchez ha pisado una iglesia o tenido contacto con una comunidad cristiana en el tiempo que lleva en La Moncloa. Salvando la visita al jefe de Estado del Vaticano, girada en octubre y en la que el Papa le regañó por «la desfigurac­ión de la patria de todos», es casi tan difícil verlo en algo relacionad­o con la Iglesia como en un hospital, que solo ha visitado uno desde el principio de la pandemia (una maternidad, por cierto) y los abucheos recogidos en la entrada quizá le hicieran coger un poquito de jindama a la hora de incluir en su agenda la visita a un sanatorio. El caso es que hace una semana se produjo el aleluya y en África se obró el milagro. Hasta allí se fue para visitar un colegio de los salesianos en Luanda, capital de Angola, un centro que según Moncloa «realiza una labor educativa encomiable y simboliza a la perfección la colaboraci­ón hispano-angoleña». ¿Cómo?, ¿una obra de la Iglesia que se convierte en un símbolo perfecto? Tendría fiebre o algo Sánchez ese día para reconocer, a 11.000 kilómetros de la España penínsular eso sí, un mérito de los cristianos, que aún siendo este un Estado aconfesion­al, según la Constituci­ón, está habitado muy mayoritari­amente por católicos, como así lo reconoce hasta el CIS de Tezanos, que no deja de cambiar la metodologí­a de la encuesta para que salgan muchos menos de los que hay.

En realidad, en suelo español, la única iniciativa reseñable del Gobierno de Sánchez con el credo católico ha sido ponerse a discutir con el abad del Valle de los Caídos o investigar con celo desamortiz­ador las inmatricul­aciones de inmuebles de la Iglesia, pues andaba la progresía ibérica convencida de que ‘ los curas’ no solo se habían apropiado de la mezquita-catedral de Córdoba (que lleva ocho siglos siendo ininterrum­pidamente cristiana, pero en fin, Carmen Calvo no las tenía todas consigo) sino de un montón de propiedade­s más que no le correspond­en. Hecha la investigac­ión, pincharon en hueso los prosélitos del sanchismo (rama laicista) pues no hay inmatricul­ado nada más que lo que era de los

Sánchez, en su visita a un centro salesiano de Luanda (Angola) obispados y las congregaci­ones. El siguiente gesto de Sánchez ha sido el acoso a la escuela concertada, donde la Iglesia cuenta con miles de colegios... como ese de Luanda que a Sánchez le parece tan formidable. Aquí los persigue.

Lo de hacer de menos (o la hostilidad) a la religión mayoritari­a entre los españoles es una seña de identidad del ‘doctor’, incapaz, por ejemplo, de escribir en público la palabra Navidad. Su felicitaci­ón pascual se asemeja más a celebrar el solsticio de invierno ya que es imposible adivinar en ella la raíz cristiana de la festividad. «Mis mejores deseos para todos y todas. Felices fiestas», afirma Sánchez en un tuit que lo mismo vale para la Navidad que para los sanfermine­s, las Fallas o la fiesta de la Trucha de Pontecalde­las. En cambio sí felicita expresamen­te el Ramadán a los musulmanes, que en España son el 2,6 por ciento. «Deseo a todos los musulmanes de España un muy feliz Eid el Fitr. Que el mes de Ramadán que acaba de concluir os traiga mucha paz. ¡Eid Mubarak!». Aquí Sánchez no añade el ‘todas’ pero no le falta ni el ‘ bendito’ (mubarak) cuando felicita a los musulmanes su mes santo.

No fue solo lo que dijo, con ser mucho, sino cómo lo dijo. Pedro Sánchez propuso esta semana que el Consejo Interterri­torial decidiese la restriccio­nes una vez acabado el estado de alarma. Y añadió lo siguiente: «Hay marco jurídico suficiente».

Marco jurídico suficiente no es exactament­e que venga dicho en la Constituci­ón o en una ley, es otra cosa. Tampoco es que quepa o no quepa, sino… marco jurídico. No es una cualidad o una condición, es como un material, como quien pide metros de cable, o una tela a granel. –¿ Jurídico...? Tiene que haber

Este ha sido el pensamient­o de quienes defendían el estado de alarma. Se pudo escuchar de boca de Pérez-Royo, uno de los juristas del régimen: «Se trata de dar cobertura jurídica a las decisiones de las autoridade­s». El mundo al revés: no es la autoridad sometida a la ley, sino la ley envolviend­o lo que diga la autoridad, como un papel de regalo. Ni siquiera la ley, sino ‘el marco jurídico’, la ‘cobertura jurídica’.

El Consejo Interterri­torial es un órgano creado para coordinar las muchas competenci­as que tienen las CCAA, y el gobierno lo ha utilizado para evacuar allí las pocas que son suyas. ¿ Puede un presidente autonómico encerrarno­s? ¿Pueden los presidente­s reunidos? El gobierno se dio primero normas habilitant­es, el largo estado de alarma, y luego normas deshabilit­antes, como para retirarse oculto entre los pechos de la gobernanza, pues son dos, la europea y la de ‘ los territorio­s’.

El Estado de derecho se hace derecho del Estado, o derecho para el Estado, para que de lo que haga el gobierno al menos se pueda decir que es jurídico, o sea, más o menos relacionad­o con la ley. Como cuando decimos de algo que es artístico, que no quiere decir que sea arte. Lo jurídico se coloca próximo al gobierno, igual que los fotógrafos ponen un fondo bonito para las fotos de desnudos, que entonces pasan a ser desnudos artísticos.

El gobierno está por encima de cumplir o no las leyes, son las leyes las que tienen que esforzarse por arrimarse al gobierno, que se las colocará cerca, detrás, al lado, como quien coloca un biombo. El marco jurídico.

A los cristianos, «felices fiestas», así en general, sin rastro de la Navidad; a los musulmanes, hasta les felicita el ‘bendito’ Ramadán

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