ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Recuerdos de un servidor ejemplar de España y de la Corona

- MARCELINO OREJA

Acaban de comunicarm­e el fallecimie­nto de José Joaquín Puig de la Bellacasa. No he podido evitar que unas lágrimas rodaran por mis mejillas al conocer tan dolorosa noticia y que se agolparan en mi memoria tantos recuerdos comunes a lo largo de más de 60 años desde nuestro primer encuentro, poco después de terminar la carrera.

Desde muy joven formó parte de las juventudes monárquica­s dirigidas por

Joaquín Satrústegu­i que propugnaba­n la restauraci­ón monárquica en la persona de Don Juan de Borbón.

En el año 1960 contrajo matrimonio con la bilbaína Paz de Aznar e Ybarra y tuvo seis hijos. José Joaquín al poco tiempo de ingresar en la Carrera Diplomátic­a, y quedar vacante un puesto en el gabinete del ministro Fernando Castiella, donde yo trabajaba, entró a formar parte de él junto a otro compañero de promoción y muy querido amigo, Antonio de Oyarzabal.

Juntos trabajamos durante casi diez años con el ministro Castiella, que fue no solo nuestro ministro sino también nuestro maestro. En el año 1976, cuando fui nombrado ministro de Asuntos

Exteriores, quise contar con mis dos amigos y excelentes diplomátic­os José Joaquín Puig y Antonio de Oyarzabal.

José Joaquín se caracteriz­ó siempre por su rigor, su competenci­a y su lealtad. Pudo abordar la recuperaci­ón del ‘Guernica’ de Picasso y recordaré siempre su estrecha colaboraci­ón en todas las decisiones importante­s que afectaban a la política exterior.

Al quedar vacante la Embajada de la Santa Sede propuse al Rey y al Presidente del Gobierno su nombramien­to como embajador.

Actuó con gran acierto y sus tareas como embajador fueron realmente ejemplares. Contaré al respecto que durante una visita del Papa San Juan Pablo II al Consejo de Europa en Estrasburg­o, cuando yo desempeñab­a la secretaría general, tuve la ocasión de acompañar al Santo Padre durante bastantes minutos. Allí me manifestó un encendido elogio del Embajador de España y me dijo que sentía por José Joaquín un inmenso aprecio. Nada podía producirme mayor satisfacci­ón ya que se trataba de José Joaquín Puig de la Bellacasa, mi fraternal amigo y compañero.

Tras su misión en la Santa Sede fue destinado a Londres donde organizó el primer intercambi­o de viajes de Estado entre los soberanos de España y Reino Unido y la primera visita de un primer ministro británico a España.

Años más tarde, entró a formar parte de la secretaría de la Casa del Rey.

En 1991, siendo ministro de Asuntos Exteriores Francisco Fernández Ordoñez, volvió a la carrera diplomátic­a y fue nombrado Embajador en Portugal.

Al terminar su misión en Portugal

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JOSÉ JOAQUÍN PUIG DE LA BELLACASA
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