ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Justo Gallego El sueño de un loco que puso a su pueblo en el mapa
do como tal por la Diócesis de Alcalá de Henares), conformado, a grandes trazos, por una planta central de 50 metros de largo por 20 de ancho, una cripta subterránea con el hueco de su propia tumba ya cavado, dos claustros, cuatro casas para religiosos, un patio interior, doce torreones, murales, vidrieras y una gran cúpula todavía a medio construir. En definitiva, una edificación megalómana, concebida en honor a la Virgen del Pilar, que situó a Mejorada en el mapa. «Empezó como una hormiguita, sin hacer ruido, hasta que un buen día y ante el asombro de todos se convirtió en una realidad», explicaban entonces desde el Ayuntamiento.
Con todo, la sombra de su demolición siempre fue alargada. El hecho de que gran parte de los materiales de la obra sean reciclados (neumáticos gastados, botellas de plástico y cubos de pintura vacíos, entre otros) nunca ayudó en demasía a espantar los recelos. «Salvo las cargas, todo es reciclado. Un pilar de estos, de dos metros de grosor de hormigón, lo aguanta todo ¿Qué me quieren tratar, por ignorante?», protestaba Justo, con la vehemencia propia de quien sabe que ha logrado lo imposible: «Eran otros tiempos, ahora casi todo lo que hago es supervisar, ¡aquí, al pie del cañón! ¡no como otros que mandan y se van!».
En 2005, un anuncio de Aquarius catapultó a la fama a Justo (y a su catedral) tras mostrar al mundo su increíble historia. Bajo el lema «el ser humano es imprevisible», la multinacional pagó al anciano cerca de 36.000 euros, un dinero empleado para adquirir «un montón de chapas para la cubierta». La factura, no obstante, pasaría a un segundo plano a tenor de la avalancha generada de fieles y curiosos llegados de todos los rincones del planeta. La repercusión fue tal, que hasta el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) expuso la obra en una de sus muestras. «Venían grupos de japoneses, alemanes, italianos...», recordaba Justo Gallego, profeta en su tierra, el mismo que «come como un pajarito, reza todo el tiempo y se pasa el día entero recluido en su catedral».
La Superliga ha abierto ventanas a la ilusión. Con un poco de suerte, si sale, los demagogos del fútbol altruista y la solidaridad con el modesto y blablablá cumplirán sus amenazas, dejarán el fútbol o se dedicarán a comentar el Socuéllamos-Palamós, que es lo que les gusta. Adelante, háganlo, ¡pero de verdad!
El verdadero centro en España es estar entre los antimadridistas, que son legión, y los pelotas de Floren, que son selección. ¡ Ese es el centro difícil!
Lo de la Superliga va para largo y hay que verlo como lo de Rociito. Tiene una parte específica, sectorial, que allí es el corazón y aquí es la lucha de poder entre clubes y UEFA, corrupta ayer, hoy pura ONG.
La Superliga no gusta, ¿cómo nos va a gustar? El fútbol era como un ordenado universo de Dante con cielos e infiernos concéntricos desde la Regional hasta la Intercontinental, y la Superliga lo profana y le quita la armonía aristotélica.
Pero es que nosotros ya no pintamos nada, si es que alguna vez pintamos algo, y eso es lo importante. Nuestro mundo cae a una velocidad acelerada. No es que no cuente la opinión del hincha del club modesto, es que no cuenta la de los millones de culés y madridistas que pagan por la Champions. Ahora importa el aficionado del mundo, la audiencia global, interesada en media docena de equipos y tres jugadores. Darían dinero por algo que tenemos, pero solo por algo.
Y los jóvenes pasan dos pueblos del 4-3-3 y la posesión. Les gusta Ibai, los tiktoks, son ‘gamers’ y diríamos que marcianos, si no fuera porque los marcianos somos nosotros. Lo que nos gustaba no tiene futuro, salvo que guste a los chinos, en cuyo caso se transformará, se hará global. Ser global o cine mudo.
La tecnología lo cambia todo. Nuestra soberanía era la del consumidor y se queda en nada. Si todo esto ofrece una nueva bolsa de dinero, ¿bajo qué lógica la van a ignorar? La vieja Copa de Europa llevaba en su seno, cual profecía marxista, este cisma. Las salidas razonables son dos: intentar que España no acabe en Liga de Tebas, y fichar algo. Juegues donde juegues, lleva ‘9’.