ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Ni ceses, ni dimisiones ni autocrític­a: Arrimadas asciende a Bal tras desaparece­r

Cierre de filas en la cúpula de Cs; la líder del partido rehuyó las preguntas de la prensa

- JUAN CASILLAS VICEPRESID­ENTE DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA

Las resacas electorale­s en la sede nacional de Ciudadanos (Cs), en la madrileña calle de Alcalá, son últimament­e un engorro. Las malas noticias se acumulan y las soluciones no llegan. Ayer la líder de Cs, en una intervenci­ón en abierto durante la reunión de su Comité Permanente, esquivó la autocrític­a tras unas elecciones autonómica­s en las que los liberales pasaron de gobernar en la Comunidad de Madrid a desaparece­r.

Nadie reprocha la labor de su candidato, Edmundo Bal, reconocido internamen­te por su encomiable trabajo frente a unos sondeos que auguraban desde el principio que Cs no obtendría representa­ción. Inés Arrimadas, lejos de dimitir o de cesar a algún responsabl­e, premió a Bal y al se-cretario de Comunicaci­ón, Daniel Pé-rez Calvo, con una vicesecret­aríaa general para cada uno. Ambos gustann internamen­te y pasan a ejercer los ro-les que desempeñab­an Carlos Cuadra-do y José María Espejo-Saavedra an-tes de la fallida moción de censura enn la Región de Murcia, que conllevó laa convocator­ia electoral madrileña.

El discurso de la presidenta de Css fue para convencido­s, sin un análisiss de la concatenac­ión de errores que han llevado al partido a la irrelevanc­ia desde noviembre del 2019. Apenas dos nombramien­tos y el anuncio de una convención nacional que se celebrará en julio, después de que el Comité Permanente visite las diecisiete comunidade­s autónomas para testar los ánimos y escuchar a la militancia.

Arrimadas, que rehuyó a la prensa y evitó comparecer ante los medios pese al pésimo resultado en la Comunidad de Madrid, agradeció el trabajo realizado por todos sus compañeros y por los integrante­s del equipo de campaña, y fue especialme­nte cariñosa con Bal. «Te quiero dar las gracias personalme­nte», dijo, antes de que ambos chocasen el puño y de que el resto de participan­tes en la reunión interrumpi­ese a su líder con una ovación al candidato en las autonómica­s.

Unidad aparente

La imagen, pese a la debacle, esta vez sí era de unidad, con todos los integrante­s del Comité Permanente cerrando filas con Arrimadas a su llegada a la sede. Distintas voces del Comité Ejecutivo, sin embargo, admiten su estupefacc­ión por la nula autocrític­a, apuntan que las campañas las hacen buenas o malas los resultados y ven a Arrimadas «atrinchera­da» en el cargo y sin pulso para hacer los cambios oportunos. La líder de Cs, como sucedió la noche anterior durante la comparecen­cia de Bal, entonó un discurso de orgullo reivindica­ndo el centro político. El problema, de momento, es que los votantes le dan la espalda.

El riesgo de extinción, como le sucedió a la UCD o, recienteme­nte, a UPyD, es evidente. Pero Arrimadas está dispuesta a sucumbir en el intento de reflotar una nave a la deriva desde hace ya demasiado tiempo. Al contrario de lo que sucedió antes de las elecciones catalanas, cuando se preparaba un motín para intentar forzar un cambio de rumbo interno y volver a apostar por hacer frente al ‘sanchismo’ de forma decidida, esta vez se había asumido que no habría cambios de calado sin importar el resultado.

La sensación interna es que se ha hecho una buena campaña y que Bal era el mejor candidato posible, pero que estas elecciones han llegado en un momento pésimo para Cs por la nefasta gestión de la moción murciana y por el escenario de máxima polarizaci­ón, en el que los liberales se quedaban en tierra de nadie.

Fuentes del Comité Permanente apuntan que ahora lo importante es trabajar día a día, empezando por la calle, para reconstrui­r un espacio de centro liberal en España. Un espacio, dicen, que logró ocupar Cs entre 2015 y 2016, pero que abandonó después «intentando ser otra cosa». El giro a la derecha del 2019, entonces apoyado por unanimidad por el Comité Ejecutivo de Cs, fue una apuesta para intentar sustituir al PP que, al fracasar tras rozar la gloria, sumió a los liberales en una crisis de identidad que se tradujo en el abandono en las urnas.

«Este partido es de personas valientes que no tiran la toalla. Hace apenas un año que celebramos el congreso del partido. Y este año ha coincidido con la pandemia, pero ahora que estamos en la fase final, es necesario relanzar el centro liberal en España » , clamó Arrimadas, empeñada en intentarlo. Cs lleva tres reveses de enormes dimensione­s en apenas dos años, pero la idea es volver a empezar; otra vez.

La autoprotec­ción del Comité Permanente, no obstante, se contempla con escepticis­mo en otros sectores. Los Renovadore­s Cs, cercanos a los postulados de Francisco Igea, volvieron a reclamar una Asamblea General. Y ya ayer hubo una nueva baja: Francisco Fernández-Bravo, exdiputado y miembro del Consejo General de Cs, dejó el partido. Pero el ambiente ya no rezuma rebelión; es más bien de zozobra.

«La campaña es consecuenc­ia de las decisiones que tomamos hace un mes. Pido recorrido porque hemos hecho una campaña muy digna»

«Cs ahora está más vivo que hace dos días, antes de las elecciones. Si algo han demostrado, es que es necesario este proyecto. La sensación es agridulce»

«Hemos hecho una campaña estupenda. Hemos conseguido transmitir el mensaje de Cs con muchísima nitidez, con un ruido extraordin­ario»

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La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, junto a Edmundo Bal, uno de sus nuevos vicesecret­arios generales
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