ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

DANKE ANGELA

Necesitamo­s líderes que tengan la autoridad moral que ha tenido Merkel durante dieciséis años para poder afirmar que quien decide dedicar su vida a la política sabe que ganar dinero no es la prioridad

- POR ANTONIO GARRIGUES WALKER ANTONIO GARRIGUES WALKER

EN los últimos tiempos, el mejor l í der político que ha tenido, no solo Europa sino el mundo entero, ha sido la canciller alemana Angela Merkel, y sería cosa j usta y buena reconocerl­o de forma masiva y calurosa. España haría bien en organizar un homenaje a una mujer que en el 2020 fue considerad­a por l a revista Forbes como « l a más poderosa del mundo».

El eje f ranco alemán ha sido siempre decisivo en el buen funcionami­ento de Europa y la canciller alemana desde que fue elegida en el

2005 se convirtió en la clave de ese buen funcionami­ento, sin minusvalor­ar la leal colaboraci­ón y las aportacion­es políticas de Emmanuel Macron.

Pero Angela Merkel merece una admiración especial porque ha dado, y seguirá dando hasta el final de su mandato en el próximo otoño, un ejemplo de coherencia, de constancia, de integridad, y de valentía y de honradez, unas cual idades realmente escasas en l a vida política.

Comparándo­la con el mundo español genera cierta envidia. Tenemos un estamento político razonable, un estamento válido y perfectame­nte comparable con el de otros muchos países desarrol l ados. Pero hay dos valores en donde tiene que mejorar; en grandeza y en audacia. Pareciera a veces que el único objetivo claro que tuviera es el de resistir en el poder para lo que pase y caiga quien caiga. Ni siquiera en una época de pandemia surge ese género de liderazgo capaz de promover valores cívicos y éticos que ayuden a la ciudadanía a soportar con fuerza tiempos difíciles.

No nos merecemos ciertament­e tanto tacticismo y pragmatism­o político, tantos discursos vacíos de autenticid­ad y repleto de vulgaridad­es y lugares comunes, e incluso con un narcisismo insoportab­le, declamados con una prepotenci­a ridícula. Ya somos ciudadanos con capacidad crítica y autocrític­a. Sabemos con cierta claridad lo que queremos y lo que no queremos.

Necesitamo­s l í deres que tengan la autoridad moral que ha tenido Merkel durante dieciséis años para poder afirmar, sin la menor reserva, que quien decide dedicar su vida a la política sabe que ganar dinero no es la prioridad. En otras palabras, necesitamo­s otra Angela Merkel que defienda con su misma fuerza el papel de Europa en el mundo actual.

¡Gracias Angela!

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