ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Los antisistema median para que el choque ERC-Junts no acabe en elecciones
Los de Puigdemont mantienen su negativa a la investidura de Aragonès, que insiste en gobernar la Generalitat en solitario
La CUP trató de poner paz, ayer, entre ERC y Junts, después de cinco días de reproches entre las dos formaciones que, aunque puedan no entenderse, forman el actual Govern en funciones de la Generalitat de Cataluña. El objetivo es reeditar la colaboración al frente del Gobierno autonómico, pero con unos roles distintos, pues fue ERC quien superó a Junts por un escaño en las elecciones del pasado 14 de febrero.
A primera hora de la mañana de este miércoles, los antisistema convocaron para el mediodía a los negociadores de ERC y Junts a una reunión en sus despachos del Parlamento de Cataluña. Dos horas después, los tres partidos apenas lograron acordar un foro de nueva creación para defender que Cataluña pueda ejercer el derecho de autodeterminación y aparente buena voluntad para seguir negociando e intentar llegar a un acuerdo para formar un nuevo Govern independentista.
Sin embargo, la investidura de Pere Aragonès sigue encallada y el encuentro no sirvió para que Junts apueste por permitir que el candidato de ERC logre hacerse con el Palacio de la Generalitat. Fuentes oficiales de Junts y de ERC, conocedoras al detalle de la reunión a tres, así lo confirmaron a ABC. «No hay acuerdo de investidura», señalaron los de Aragonès. «Seguimos como el martes», apuntaron los de Carles Puigdemont.
Así, Cataluña está a un día menos de que se convoquen automáticamente unos nuevos comicios regionales. La fecha límite es el 26 de mayo. Si para ese día el Parlamento autonómico no ha escogido a un presidente en una sesión de investidura, las urnas volverán a los colegios electorales a principios de la penúltima semana de julio.
La iniciativa de la CUP, por lo tanto, se convirtió en un mero trámite di
plomático tanto para ERC como para Junts. El documento con el que salieron del encuentro a tres señala que el compromiso es de mínimos, con la intención de desencallar «el inicio de esta legislatura», pero solo recoge generalidades sin concreción práctica.
Acuerdo de generalidades
Por un lado, el tripartito independentista se compromete a «dar respuesta a la crisis social y económica » que sufre Cataluña, además, apuestan por «construir un muro de defensa de los derechos fundamentales y básicos que tienen un amplio apoyo por parte de la sociedad catalana y que no caben en el marco del Estado», a lo que suman «convocar una primera reunión de trabajo para construir un gran Acuerdo Nacional para la Autodeterminación que vaya más allá de los partidos políticos y que agrupe a la amplia mayoría social del país favorable a la solución democrática que vive el país».
Estos tres puntos los incluyó la CUP en la propia convocatoria de la reunión. Tras salir del encuentro, para contentar a ERC y Junts, el documento final incluyó que todo lo que se haga se debe hacer con el objetivo de conseguir «el ejercicio de la autodeterminación y la amnistía durante la próxima legislatura». ¿Y cómo se consigue? «Desde el diálogo y el embate democrático al Estado», se apunta en el texto. Es decir, con la estrategia de ERC y con la de Junts, que son aparentemente incompatibles y motivo de reproches entre ambos partidos.
En esta línea, el documento acordado entre las formaciones del tripartito secesionista incluye que se creará un espacio «más allá del marco de la gobernabilidad» para «el debate de la estrategia independentista». Para Junts, aquí debe situarse el Consell per la República; y para ERC, un nuevo agente político que, en cualquier caso, no subordine al presidente de la Generalitat.
Mientras tanto, las negociaciones de ERC con los comunes siguen su curso. Jéssica Albiach, líder de ECP, aseguró ayer que ve muy cerca un gobierno progresista. Aunque sin el visto bueno de Junts será imposible. Y menos si Aragonès se empeña en gobernar en solitario, tal y como se filtró desde ERC tras la reunión a tres. A esto hay que añadir que Junts, un partido unido por la figura de Puigdemont, empieza a mostrar su debilidad y algunos dirigentes comienzan a cuestionar el liderazgo de Jordi Sànchez en las negociaciones con ERC. En juego, cientos de cargos en la Generalitat.