ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Carta abierta a Marina Abramovic

- EFRAÍN BERNAL EFRAÍN BERNAL

tico de Marina que, en cierto sentido, busca una ‘catarsis’ que resuelva el nudo trágico de la existencia.

La segunda ‘idea’ que tuvo para hacer una ‘performanc­e’ generó idéntico rechazo en 1970: pretendía jugar a la ‘ruleta rusa’ vestida con la ropa que le ponía su madre cuando era pequeña y que ella, con toda la razón del mundo, odiaba. Ahí también está otra clave de todo lo que ha realizado desde entonces Marina Abramovic: la vida como un ponerse permanente en riesgo, el exorcismo al desnudo del miedo a la muerte, la manifestac­ión descarnada de nuestra vulnerabil­idad. Puede levitar en las cocinas de La Laboral de Gijón (2009) o buscar la meditación perfecta en el Tíbet, pero en el fondo lo que dinamiza a esta artista son sus viejas heridas. Al terminar los tres meses de la performanc­e de ‘La artista está presente’ (2010), Marina indicaba que no sabía qué es el arte y, al mismo tiempo, comprende que la performanc­e le lleva más allá de lo habitual para intensific­ar la vida: «La cantidad de amor, el amor incondicio­nal de completos extraños, fue la sensación más inverosími­l de que he tenido».

Clases magistrale­s

En 2005, en el Guggenheim de Nueva York, recreó ‘performanc­es’ de Bruce Nauman, Vito Acconci, Valie Export, Gina Pane y Joseph Beuys, añadiendo dos obras suyas: ‘Lips of Thomas’ (1975) y ‘Entering the Other Side’ (2005). Marina Abramovic se apropiaba de acciones ajenas y, al mismo tiempo, inscribía su proyecto en una genealogía, presentaba descaradam­ente su ambición histórica. Desde hace años parece que estuviera dedicada a dar clases magistrale­s, teatraliza­ndo en exceso aquellas acciones que tuvieron en una época un carácter intempesti­vo. Su fama como ‘artista global’ ha neutraliza­do la intensidad que tenía, revestida ahora como una figura ‘aurática’, cuando hace décadas, por ejemplo, en ‘Ritmo 0’ (1974), desafiaba al público a que hiciera con su cuerpo lo que quisiera, ofreciendo objetos con los que podrían causarle dolor.

Tal vez fue la exposición ‘El Puente’, comisariad­a por Pablo J. Rico, la más importante de las aproximaci­ones a la obra de Marina Abramovic en nuestro país. En junio de 1998 se pudo ver en Valencia y Alicante una selección de sus trabajos y también, en el Teatro Rialto, una versión escénica de sus más conocidas ‘performanc­es’, incluidas serpientes y sangriento­s cortes en el cuerpo desnudo de la performer. También hizo una aparición en el Centro de Arte Contemporá­neo de Málaga en 2014, que convocó a un gentío; la enorme cola que

Madrid, a 12 de mayo de 2021

Querida Marina,

Nada puede hacernos más felices que haber recibido hoy la noticia de tu premio Princesa de Asturias de las Artes 2021.

Tu reconocimi­ento ratifica que siempre has tenido una relación completame­nte existencia­l con el arte y que supiste perseverar desde tus comienzos en la década de los años 70, cuando la ‘performanc­e’ era reconocida como arte sólo por una inmensa minoría.

Asimismo, has aportado en gran medida al reconocimi­ento actual de la indiscutib­le valía de las grandes artistas mujeres. Y yo diría a secas que es más que motivo de orgullo tu inmensa contribuci­ón al actual empoderami­ento de las nuevas generacion­es.

Un premio que, en mi opinión, no sólo reconoce tu gran valía como artista, sino que habla también de que avanzamos cada vez más hacia una mayor igualdad de género.

Quiero recordar nuestro maravillos­o viaje a Gijón para la creación durante la última semana de mayo de 2009 de tu excepciona­l serie ‘ The Kitchen’, que fue realizada por ti en las clausurada­s cocinas de la escuela de Laboral. Es una grase formó para tratar de ver de cerca o hacerse un selfie con la diva de la ‘performanc­e’ revelaba que el fenómeno tenía una escala diferente a la habitual.

Marina Abromovic ha contado su vida en el libro ‘ Derribando muros’, publicado originalme­nte en 2016, como una novela de formación. Aunque su figura actual tenga las luces y sombras propias de una ‘celebrity’, atrapada entre sus ‘muertes’ rígidament­e teatraliza­das y los patéticos procesos metodológi­cos con Lady Gaga, no puede negarse que es una artista que ha ta coincidenc­ia que debas regresar en el próximo otoño a esta ciudad a recibir tu premio.

También tuvimos la fortuna de compartir contigo el comienzo de tu ‘performanc­e’ de larga duración ‘ The Artist is present’ con Gerard Mortier. Sin duda, una de las personas que más contribuyó a renovar el panorama musical en Madrid.

Y en el otoño de ese año 2010 fue un lujo asistir a la creación en Madrid de la obra de Bob Wilson, junto con la participac­ión de tus amados Antony and The Johnsons y Willem Defoe. Que pudimos ver gracias a Mortier en Madrid en la primavera de 2012 en el Teatro Real.

Además, es una grata coincidenc­ia que nuestro también admirado William Kentridge hubiese sido galardonad­o con este mismo premio en 2017. Aún puedo recordar cuando realizaste tu más que celebrada retrospect­iva en el MoMA en 2010, que coincidió en ese mismo museo con una exposición individual de Kentridge. Es una alegría que estos caminos estén enlazados.

Sólo me resta esperar para tenerte de nuevo en España y poder disfrutar de tu gran amor por la cultura, acompañado­s de la buena gastronomí­a española.

Abrazos desde Madrid, donde necesitamo­s tu presencia que hace desplazar el aire. Eres galáctica. mostrado su coraje al desnudo. Su imaginario está marcado, desde su infancia, por el miedo, pero también por un anhelo de pureza. Hija de partisanos, con un padre tan heroico como tarambana, enamorada durante años de Ulay, un ‘performer’ con el que realizó algunas de sus obras memorables como aquella peregrinac­ión por la Gran Muralla China que vino a marcar su ruptura, una mujer de marcado perfil que ha mostrado, al mismo tiempo, su vulnerabil­idad y una impresiona­nte entereza.

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EFE
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