ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Charles Simonyi

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EE.UU./Hungría 2007-2009

25-35 millones de dólares

EE.UU./Reino Unido 2008

30 millones de dólares

Reino Unido

2021

Posee su propia empresa cios, uno de ellos el exastronau­ta de origen español Miguel López-Alegría, que viajó al espacio bajo las siglas de la agencia espacial estadounid­ense en 1995, antes que el exministro Pedro Duque. De hecho, será él mismo quien tripule el primer vuelo comercial de la Crew Dragon con destino a la ISS el próximo mes de enero, junto con otros tres millonario­s que han pagado 55 millones de dólares por la experienci­a.

Turismo espacial español

«Esto no es una carrera entre millonario­s, hay una demanda latente», afirma a ABC José Mariano López-Urdiales, creador de la empresa Zero 2 Infinity, una firma española que utiliza globos para enviar cargas al espacio y, próximamen­te, humanos, relata su dueño sin concretar la fecha. Este ingeniero aeroespaci­al presenta un concepto diferente a los anteriores: la idea es lanzar una cápsula presurizad­a al espacio en globo hasta los 36 kilómetros de altura, permanecer allí dos horas, y volver a bajar. El precio del billete: 110.000 euros, si bien aún se encuentran en fase de pruebas.

Una idea muy similar presenta EOSX Space, aunque, dice su creador, Kemel Kharbachi, es más «inmersiva» y por un precio de 150.000 euros por persona. Y existen otros proyectos en marcha, como el de la Fundación Gateway, que quiere inaugurar en 2027 el primer hotel espacial en la estratosfe­ra con una superficie de 50.000 metros cuadrado y capacidad para 440 personas.

Y no solo son las empresas privadas y los multimillo­narios quienes ganan con estos vuelos. También la ciencia puede sacar provecho de ellos. Un ejemplo claro es el de Álvaro Romero, ingeniero aeroespaci­al de la Universida­d de Colorado Boulder, y que en breve lanzará su experiment­o de electrólis­is del agua en micrograve­dad. «Entiendo a quien ve el turismo espacial como una actividad innecesari­a destinada a unos pocos privilegia­dos –afirma a ABC–. Pero por otro lado, el auge de todas estas compañías suborbital­es está resultando muy positivo para el desarrollo de sistemas de observació­n terrestre, la investigac­ión en ciencia básica, o la preparació­n de tecnología­s para el viaje interplane­tario, entre otros». No todo es placer en el espacio, sin duda.

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