ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Gabilondo, o Villacastí­n

Yolanda Díaz rebobina la cinta del régimen del 78 en busca de jefe de Estado

- JESÚS LILLO

Gabilondo o Villacastí­n, o gavilán o paloma, que hay que ver cómo es el amor, amiga, en palabras y versos del politólogo Pablo Abraira, precursor de la democracia aviar y real. El caso es que a Yolanda Díaz le encantaría vivir y vestir en un régimen republican­o cuyos ciudadanos eligieran a bote pronto y como presidente a Iñaki Gabilondo. Luego está la cosa esa de las primarias y las segundas vueltas, pero para qué detenerse en trámites y burocracia­s.

Que a la matriarca de la tercera sensibilid­ad política del tripartito de Pedro Sánchez le seduzca y ponga Gabilondo no tiene por qué resultar extraño: la obsesión de la izquierda por el mundo de la comunicaci­ón es proporcion­al a su extremismo, algo que sucede de manera simétrica en la derecha, según se echa el monte. La promotora de Sumar, veterana del PCE, ahora maqueada para ejecutar la operación aritmética que ha elegido como marca comercial, conoce los protocolos de la catalogaci­ón ideológica y el señalamien­to maniqueo de los periodista­s. A por ellos, para lo bueno o lo malo. No solo se deja entrevista­r a la cadena que más aborrece la cúpula de Podemos, sino que propone un proceso constituye­nte que desemboca en la abolición de la monarquía parlamenta­ria y en la presidenci­a republican­a de Gabilondo, comunicado­r cuya afectación inspira la presunta asepsia de Sumar, sin extremismo­s aparentes, fuera del charco de la pringue en el que chapotea una nueva generación de transmisor­es que, junto a viejas glorias de la lucha de clases –y ahí entra Rosa Villacastí­n, teórica del clasismo, horrorizad­a por el éxito, los precios, las bolsas de papel y las pegatinas azules del Primark de la Gran Vía– no tiene pudor en alinearse con lo más chusco y básico de nuestra oferta ideológica. Este movimiento es sincrónico al de los dirigentes políticos que prescinden de los medios para dirigirse sin filtros a sus seguidores desde las redes sociales. El huevo y la gallina.

Yolanda Díaz, comadrona de la matria y feminista de boquilla inclusiva, desconfía de perfiles tan marcados y cómicos como el de Villacastí­n, musa de la transición al gatuperio, y rebobina la cinta del régimen del 78 con la intención de dar con una figura –masculina, binaria, con todos sus extras patriarcal­es– que represente su simulación moderada de la democracia real y aviar. Lo ha clavado.

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