ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Un colegio de Pedro Muñoz, un modelo de integración
Con un 60% de alumnado gitano y 20% inmigrante, el CEIP Nuestra Señora de los Ángeles ha puesto en marcha una comunidad de aprendizaje que comienza a cosechar éxitos
«Trátame como te gusta que te traten». Este lema se ha convertido en el principal pilar del CEIP Nuestra Señora de los Ángeles de Pedro Muñoz, además de los que sustentan este vetusto edificio que acoge un proyecto educativo muy particular. Esta es la norma, aprobada recientemente, que regirá los designios de la comunidad de aprendizaje puesta en marcha en este colegio público pedroteño.
Se trata de un centro muy especial, ya no solo por esta aventura, sino porque, de los 113 alumnos escolarizados en él, un 60% son de etnia gitana y otro 20% son inmigrantes (casi todos magrebíes y rumanos). Pero más allá de pequeños conflictos, como en el resto de colegios, la integración y sus buenos resultados lo están convirtiendo en un modelo a seguir.
El diario ABC vio insitu el pasado miércoles, junto con un grupo de docentes del colegio San Lucas y María de Toledo, que también es comunidad de aprendizaje, las razones del éxito de este tipo de proyectos. Allí pudieron comprobar el trabajo que desarrollan en las tertulias dialógicas con las familias, las lecturas literarias y los grupos interactivos en los que participan como voluntarios padres y vecinos. Pero, además, disfrutaron del arte que tienen los alumnos del centro, con las piezas de robótica por las que recibieron un premio o el cante y el baile de los niños en el patio durante la hora del recreo.
Prueba de ese buen hacer del CEIP Nuestra Señora de los Ángeles es que el 18 de noviembre de 2022, durante el Día de la Enseñanza, el Gobierno de Castilla-La Mancha le dio un galardón por ser «un ejemplo de integración de las minorías sociales gracias a su proyecto de comunidad de aprendizaje». Según explica el director del centro, Gustavo Ramírez, todo empezó el curso 2016/17 «porque el colegio tenía dificultades de absentismo, de convivencia y, asociado a esto, problemas de resultados académicos».
«Teníamos que hacer algo», apunta Ramírez. Y así es como dieron con las comunidades de aprendizaje, algo que no conocían y se convirtió en una opción. El profesorado comenzó a formarse y, tras una primera fase de sensibilización, vino un periodo de gran impacto y aceptación en toda la comunidad que conforma el colegio. Pero, desafor
tunadamente, el coronavirus lo paralizó todo y se volvió a una «situación bastante peor» a la que tenían antes.
«Tras la pandemia, hemos vuelto a resurgir y ahora estamos de nuevo en la fase de sueño para ver lo que quiere la comunidad, hemos vuelto a captar voluntarios y este año, por ejemplo, es el primero en el que tenemos los grupos interactivos sistematizados; esto es, al menos una vez a la semana por clase o, en algunos casos, dos semanales», informa el director del centro, que también desarrolla tertulias dialógicas con las familias para resolver conflictos y lecturas de pasillo en las que los alumnos mayores leen junto con las más pequeños.
Además, todos los cursos tienen tertulias literarias una vez a la semana y una biblioteca tutorizada por la tarde gracias a un convenio con el Centro de la Mujer de Pedro Muñoz, dentro del Plan Corresponsables, para que los alumnos puedan acudir al colegio de 16.00 a 19.00 horas a hacer su tarea, así como actividades de juego y ocio.
«Toda esta serie de actividades se llevan a cabo, entre otras cosas, porque tenemos muchas familias que están en riesgo de exclusión y en sus casas no se dan las condiciones de educabilidad oportunas», señala Ramírez, quien explica que «la mayor participación de los padres implica que no haya tanto absentismo, que no haya tanta conflictividad, la convivencia mejore y, como consecuencia de ello, los resultados académicos».
Lo que sí han notado es que gran parte del alumnado de etnia gitana y tam
bién los que están en riesgo de exclusión se han matriculado después en la ESO. En cualquier caso, el director cree que la Administración debería tomar medidas para que el reparto del alumnado con problemas de exclusión sea más equitativo entre todos los centros y no se formen estos guetos.
«En Pedro Muñoz ha habido mucha presión social -se lamenta-, ya que hay padres que sí que se interesan por nuestro proyecto y deciden traer a sus hijos aquí. Pero otros muchos no lo hacen por culpa de los prejuicios, sin conocer de primera mano cómo funcionamos». Por eso, llevan a cabo muchas actividades de concienciación para dar a conocer y visibilizar su comunidad de aprendizaje, algo que está comenzando a dar sus frutos porque, asegura, cada vez más la gente habla de su centro como algo novedoso.
Parte del mérito de centros y proyectos como el del CEIP Nuestra Señora de los Ángeles es también del papel que juegan los miembros de la Asociación Socieducativa e Intercultural de la Estrella y la Milagrosa (Asiem). Antonio Muñoz, su presidente y educador social, está implicado hasta el tuétano, junto con su mujer, en la comunidad de aprendizaje de este centro, al ser oriundo de Pedro Muñoz y al tener escolarizados en él a dos hijos.
Asiem dio sus primeros pasos en 2006 en el colegio San Juan de Albacete, que se encuentra en la barriada de las Seiscientas y es conocido porque en él viven muchas familias en riesgo de exclusión. Cuando llegaron allí, debido a su problemática se planteó dos opciones: cerrar el centro o modificar el modelo educativo existente por aquel entonces.
«Cerrar un colegio con esas características habría supuesto dejar en el ostracismo a las familias y a los alumnos que vivían en ese lugar», afirma Antonio Muñoz. Para ello, vieron que el modelo de comunidad de aprendizaje era propicio para un centro como aquel. Así es como nació Asiem, cuyo nombre hace mención a los barrios de Albacete -La Estrella y La Milagrosa- en los que comenzó a trabajar. A través de un proyecto cofinanciado por el Fondo Social Europeo y la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, ayudan y coordinan la relación entre los propios centros educativos y familias en riesgo de exclusión.
Espacios de diálogo
«Nuestro fuerte es la formación de familiares, profesorado y alumnado para resolver conflictos de una manera dialógica», indica Muñoz. Para ello, se integran en los propios centros, dentro de los equipos de orientación y dirección para decidir las fórmulas educativas, fijar las acciones a desarrollar a lo largo del curso y crear espacios de diálogo.
En cada uno de los centros donde trabajan, tienen la figura de un mediador natural y un técnico educativo, todos ellos gitanos con una formación universitaria. «La prioridad es que la comunidad gitana esté lo más formada posible y pueda hacerlo en igualdad con respecto al resto de la población». De hecho, los componentes de Asiem se han convertido en una especie de referentes para muchas personas de esta etnia.
Antonio Contreras, también gitano, estudia a sus 27 años Magisterio Infantil por la UNED con el claro objetivo de seguir los pasos de su tocayo. Él es uno de los papás de los 113 alumnos que ahora mismo están escolarizados en el centro y es uno de los voluntarios de la comunidad de aprendizaje del colegio Nuestra Señora de los Ángeles de Pedro Muñoz. «Este modelo, para los padres, supone un aliciente porque nos tiene en consideración, ya que es de suma importancia la colaboración entre familiares y profesores para crear un ambiente muy saludable para los niños, haciendo del colegio un lugar de encuentro para todos», manifiesta.
Los padres son aún los que trabajan en su mayoría en las zonas rurales y, por eso, las madres tienen un papel esencial en centros como el de Nuestra Señora de los Ángeles. María Ángeles Sevilla, que tiene a uno de sus hijos en este colegio, es una de ellas y valora positivamente este modelo. Según ella, «aunque sigue habiendo muchos prejuicios, otras madres del pueblo están comenzando a interesarse por la forma de funcionar de este colegio». Una señal de que la semilla de la comunidad de aprendizaje comienza a germinar en Pedro Muñoz.
Entre sus actividades, están las tertulias con familias, las lecturas literarias y los grupos interactivos en los que participan voluntarios