ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

OLEADA DE SUICIDIOS EN EL K-POP SURCOREANO, UNA PROFESIÓN DE RIESGO EN UN PAÍS DEPRESIVO

El índice de suicidios en Corea del Sur está por encima de la media mundial, pero ¿responden a esta tendencia las muertes en el género musical, o hay algo más? Las bajas por infarto de estos jóvenes cantantes, desde luego, hacen sospechar

- Por NACHO SERRANO

Cuando la semana pasada saltó la noticia del suicidio del cantante Moonbin, del conocido grupo de K-Pop Astro, muchos se preguntaro­n ¿otro más? Son tantos los casos de muertes autoinflig­idas en esta escena musical, que cada vez que un nuevo artista se suma a la lista, automática­mente vienen al recuerdo los rostros de tantos y tantos jóvenes que se quitaron la vida por la gigantesca e insoportab­le presión que sufren en esta industria del entretenim­iento.

Sulli, Goo Hara, Cha In-ha y Yohan, hallados muertos en sus apartament­os, igual que Jonghyun, que dejó una nota en la que confesaba estar «roto por dentro» y «devorado por la depresión»; Ahn So jin, fallecida tras lanzarse al vacío de un décimo piso; U;Nee y Lee Seo hyun ahorcados en su habitación… Ni en los años de la explosión psicodélic­a de los sesenta, ni en el autodestru­ctivo estallido punk en los setenta, ni siquiera en los años de la bacanal química de las ‘raves’ en los noventa dejaron semejante rastro de muerte tras de sí. Así que cabe preguntars­e, ¿es una cuestión que tiene más que ver con la sociedad coreana que con la música?

En Corea del Sur, el índice de suicidios supera los 26 por cada 100.000 habitantes, muy por encima de la media mundial, que no llega a 10. Así que evidenteme­nte, estos sucesos sí guardan cierta relación con la salud mental de su población en general. ¿Pero el KPop ayuda a reducir ese índice, o más bien todo lo contrario?

Cuasi robots

Los hechos hablan por sí solos. Las condicione­s de trabajo de sus artistas superan lo estajanovi­sta ya desde antes de convertirs­e en estrellas, ya que todos ellos pasan por escuelas de formación que les exigen un delirante número de horas de entrenamie­nto vocal y físico al día para alcanzar una perfección cuasi robótica, y eso sin contar con la exagerada cantidad de tiempo que tienen que emplear en maquillaje y peluquería cuando no en operacione­s de cirugía estética para tener un look virginal, especialme­nte las chicas, y también en generar contenidos en redes sociales para multiplica­r sus canales de promoción. De ahí que aparte de los suicidios, se hayan producido muchísimas muertes por infartos a pesar de su juventud, y también por accidentes de tráfico como en el caso de Seo Jae-ho, protagonis­ta de uno de los primeros dramas del K-Pop.

En marzo de 2004, su ‘ boy-band’, llamada Wanted, llegaba tarde a una actuación y su manager, que conducía el coche en el que viajaban, prefirió anteponer el trabajo a la seguridad de sus chicos y acabó estrellánd­ose contra un camión con el saldo de tres de los jóvenes heridos graves y Jae-ho muerto en el acto. Lo mismo le pasó a la girl-band Ladie’s Code en 2014, durante un viaje en su autobús de gira. Una noche en la que tenían varias actuacione­s, su manager exigió a su conductor que pisase el acelerador y varios kilómetros después se estrellaro­n contra un guardarraí­l. Todas las chicas del grupo quedaron gravemente heridas y dos de ellas murieron días después en el hospital.

‘Lolitismo’

Un elemento muy distintivo de este género musical y que resulta devastador para la salud mental, es que no se puede ser artista de K- Pop por encima de la treintena. Nunca veremos a una Madonna del K-Pop, ni a una Kylie Minogue, ni siquiera a una Beyoncé y mucho menos a una Dolly Parton, porque en este mundillo se reivindica sin tapujos una suerte de ‘lolitismo’ que raya la pedofilia, en el que las artistas pugnan entre sí por ser la jovencita más mona de la escena vistiendo atuendos infantiliz­antes. Todas ellas saben que tienen muy poco tiempo para triunfar antes de quedar fuera del mercado por ‘viejas’, y eso convierte al K-Pop en una picadora de carne que destruye el alma y la psique. Esto también ha favorecido la aparición de numerosos escándalos sexuales como el protagoniz­ado por Seungri, del famoso grupo Big Bang (que ha vendido más de 140 millones de discos), que se vio obligado a abandonar la música cuando fue acusado de proporcion­ar chicas a grandes inversores de la industria del KPop.

Este ecosistema de trabajo no parece muy saludable para jóvenes que ron

Modelo estajanovi­sta para convertirs­e en estrella HORAS DE ENTRENAMIE­NTO VOCAL Y FÍSICO, OPERACIONE­S ESTÉTICAS PARA CONSERVAR LA APARIENCIA VIRGINAL Y NO PARAR DE PUBLICAR

UN MÁNAGER CON PRISA TERMINÓ ESTRELLAND­O O EL COCHE DEL GRUPO WANTED. ALGO PARECIDO OCURRIÓ CON EL BUS DE LA BANDA LADIE’S CODE E

dan los veinte años. Pero la delgada línea que separa la vida y la muerte en el K-Pop es un tabú insuperabl­e en la escena, que vive en una suerte de ‘omertá’ donde lo importante no son las vidas de los artistas, sino la conquista cultural de Occidente. Y para muestra, un botón: hace un par de años, cuando la Embajada de Corea del Sur organizó un festival de K-Pop en Madrid a través del Centro Cultural Coreano, ABC entrevistó a varios de sus participan­tes pero tuvo que aceptar un veto: nada de preguntas sobre salud mental y suicidios en la escena. Sólo algunos grupos que se han hecho tan mundialmen­te famosos como para ser estrellas ( y por tanto modelos) para la juventud occidental se han atrevido a plasmar este asunto en las letras de sus canciones. ‘Trauma’rauma’ de Seventeen, ‘Breathe’ de Leeee Hi o ‘Borderline’ de Sumni son algunasgun­as de ellas, aunque el mejor ejemploemp­lo podría ser el de ‘No’, un hit de losos más grandes del género, BTS, quee dice: «Una buena casa, un buen coche, ¿serían esas cosas la felicidad?ad? En Seúl ¿los padres son felices realmen-almente? Los sueños desapareci­eron,on, ya no hay tiempo para descansar.. Es un ciclo, de la escuela a la casa o a un cibercafé. Todo el mundo vive laa mis-misma vida, somos presionado­ss para ser el número uno. Los estudiante­santes viven entre el sueño y la realidadli­dad ¿Quién es el que nos ha convertido­rtido en máquinas de estudio? Elloss nos clasifican. Ya sea ser el númeroo uno o el que no es inteligent­e. No hay más remedio que aceptarlo, es la superviven­cia del más apto ¿Quiénuién crees que nos hace pisar hastata a nuestros amigos?».

El problema desgraciad­amen-ente va a más. Según la agencia es-es- tataltatal de contenido creativo de CoCo-CCorea (Kocca, por sus siglas en inglés), que ha estado ofreciendo asesoramie­nto mie psicológic­o para aspirantes a cantantesc­a y estrellas del K-pop desdede 2011,2 la cantidad de casos atendidos dido se ha multiplica­do por dieciocho en los últimos diez años.

Miedo Mi al fracaso

Cho Jung-hwa, un conocido entrenador nad de artistas del género, admitiótió ene ‘The Korea Times’: «Los aspirantes ran a cantantes jóvenes, cuya edad eda promedio es de 15 años, a menudo nu se someten a varios años de brutal br entrenamie­nto vocal y de baile ba para lograr su único objetivo en la vida: debutar. Debido a sus ag agendas, muchos de ellos ni siquiera son consciente­s de que están psicológic­amente p agotados... Dedican d sudor y lágrimas a convertirs­e tirs en cantantes, pero siempre temen fracasar. Entonces, cuando sienten que sus habilidade­s no están mejorando lo suficiente, se vuelven extremadam­ente ansiosos por lo imprevisib­le de su futuro». Y advierte: «Las discográfi­cas de K-Pop deberían brindar ayuda en cuanto a salud mental a los aprendices de ídolos, o de lo contrario no podrán crecer como adultos fuertes psicológic­amente ni transmitir mensajes positivos al público».

¿Sobrevivir­á el género?

Después de tantísimas muertes prematuras y suicidios, la percepción del cantante de K-Pop como profesión de riesgo ya es algo que está fuera del control de esta industria. Así que, tal como señala Lim Myung-ho, profesor de psicología y psiquiatrí­a en la Universida­d de Dankook, este modelo de negocio tendrá que introducir cambios si pretende dar una imagen a Occidente que le permita sobrevivir y seguir expandiénd­ose. «Las celebridad­es evitan ir al psiquiatra o al psicólogo porque temen que su estado de salud mental empañe su imagen, y para sus compañías discográfi­cas, hacer chequeos psicológic­os puede parecer innecesari­o a corto plazo para sus directivos. Pero a largo plazo ayudará a su éxito financiero al garantizar la estabilida­d mental de sus estrellas, y por tanto, su vida profesiona­l».

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// ABC PICADORA DE CARNE La cantante Ahn So jin, a la izquierda, falleció tras lanzarse al vacío desde un décimo piso
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La artista Lee Seo hyun, bajo estas líneas, se terminó ahorcando en su habitación
AURA VIRGINAL La artista Lee Seo hyun, bajo estas líneas, se terminó ahorcando en su habitación

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