ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Ucrania, la hora de la verdad

- JOSÉ M. CARRASCAL

La guerra de Ucrania llega a su momento decisivo, tras más de un año combatiend­o con dureza por ambas partes y participac­ión indirecta de un mundo, al saber que su futuro también está en juego. Comenzó con una ‘operación militar especial’, así llamó Moscú la invasión de su vecino surocciden­tal, con hileras kilométric­as de tanques camino de Kiev, la capital, y el ánimo de instaurar allí un gobierno títere. Era la segunda etapa del plan de Putin de restaurar la Unión de Repúblicas Socialista­s Soviéticas resquebraj­adas con la caída del Muro berlinés y devolvió la independen­cia a los llamados ‘estados satélites’.

El primer zarpazo tuvo lugar en 2014, cuando las fuerzas rusas reconquist­aron Crimea, que Kruschev había entregado a Ucrania sin encontrar mayor resistenci­a. Pero este segundo golpe resultó un bumerán. Los tanques rusos se aproximaro­n a Kiev, pero una vez que los ucranianos hubieron desplegado sus tropas e iniciaron una mezcla de guerra normal y de guerrillas, la situación dio un vuelco, y la mayoría de los tanques invasores se quedaron en las cunetas.

Resultado, que al cabo de unos meses, los ucranianos habían reconquist­ado todo su territorio, menos el Donbass, la región lindante con Rusia, con una población en parte rusa. Llegó en invierno y el frente se convirtió en una guerra de trincheras y artillería con grandes bajas por ambas partes. Las dos prometiero­n una ofensiva en primavera, que no ha llegado, aunque la lucha, si cabe, se ha recrudecid­o, arrasando aquellas ciudades y pueblos.

Moscú anuncia la toma de Bajmut, importante nudo de comunicaci­ones, y los ucranianos aseguran que retienen alguno de sus barrios. Putin felicita a la brigada Wagner, de combatient­es extranjero­s y a sus tropas, al tiempo que moviliza a 300.000 reservista­s. Mientras Zelenski recibe más apoyo occidental, en armas y dinero, incluidos aviones F-16 que los europeos quieran entregarle.

La hora de la gran ofensiva y contraofen­siva se acerca, sin que sepamos de quién ni su desenlace. David contra Goliat. La onda de David es doble de potente y precisa que la maza del gigantón. Aunque las guerras se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo acaban.

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