ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Ucrania, la hora de la verdad
La guerra de Ucrania llega a su momento decisivo, tras más de un año combatiendo con dureza por ambas partes y participación indirecta de un mundo, al saber que su futuro también está en juego. Comenzó con una ‘operación militar especial’, así llamó Moscú la invasión de su vecino suroccidental, con hileras kilométricas de tanques camino de Kiev, la capital, y el ánimo de instaurar allí un gobierno títere. Era la segunda etapa del plan de Putin de restaurar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas resquebrajadas con la caída del Muro berlinés y devolvió la independencia a los llamados ‘estados satélites’.
El primer zarpazo tuvo lugar en 2014, cuando las fuerzas rusas reconquistaron Crimea, que Kruschev había entregado a Ucrania sin encontrar mayor resistencia. Pero este segundo golpe resultó un bumerán. Los tanques rusos se aproximaron a Kiev, pero una vez que los ucranianos hubieron desplegado sus tropas e iniciaron una mezcla de guerra normal y de guerrillas, la situación dio un vuelco, y la mayoría de los tanques invasores se quedaron en las cunetas.
Resultado, que al cabo de unos meses, los ucranianos habían reconquistado todo su territorio, menos el Donbass, la región lindante con Rusia, con una población en parte rusa. Llegó en invierno y el frente se convirtió en una guerra de trincheras y artillería con grandes bajas por ambas partes. Las dos prometieron una ofensiva en primavera, que no ha llegado, aunque la lucha, si cabe, se ha recrudecido, arrasando aquellas ciudades y pueblos.
Moscú anuncia la toma de Bajmut, importante nudo de comunicaciones, y los ucranianos aseguran que retienen alguno de sus barrios. Putin felicita a la brigada Wagner, de combatientes extranjeros y a sus tropas, al tiempo que moviliza a 300.000 reservistas. Mientras Zelenski recibe más apoyo occidental, en armas y dinero, incluidos aviones F-16 que los europeos quieran entregarle.
La hora de la gran ofensiva y contraofensiva se acerca, sin que sepamos de quién ni su desenlace. David contra Goliat. La onda de David es doble de potente y precisa que la maza del gigantón. Aunque las guerras se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo acaban.