ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
«Hay que lograr que los mayores mueran en sus casas. Les hemos quitado el control de sus vidas»
La geriatra almeriense coge el timón de la entidad con el objetivo inacabable de paliar la soledad de los ancianos
Acaba de cambiar los pasillos del Complejo Hospitalario Torrecárdenas de Almería por la sede central de Cruz Roja Española en Madrid. María del Mar Pageo se estrena como presidenta en una distendida entrevista a ABC, que bascula entre varias de sus pasiones y su oficio a la sazón. Mayores, Medicina, socorro, inmigrantes y emergencias. De su relato se deduce que, en los próximos cuatro años, la sucesora de Javier Senent va a imprimir una actuación clave: compañía. Y no es poca cosa. A la compasión que se le presupone siempre a la marea de 260.000 voluntarios sin los cuales Cruz Roja no podría llegar «donde no llega la Administración» le sucederá ahora el acompañamiento como pivote de la acción humanitaria.
Consciente de que la soledad no deseada es la gran epidemia del siglo XXI y acecha más que a nadie a los ancianos, una geriatra no podía dirigir el foco a otro segmento de población vulnerable. Aunque, insiste: allí donde hay una necesidad estará Cruz Roja para no «dejar a nadie atrás».
Solo el 23% de los 192 países que lucen esa Cruz o Media Luna Roja cuentan con una mujer al frente. La cúpula se transforma en España. Ha elegido por unanimidad a una voluntaria, socorrista, médico de pateras y líder. Empieza para Pageo una nueva aventura.
—Mujeres. ¿Hay cambio de era?
—Lo cierto es que a medida que ascendemos en la gobernanza, las mujeres vamos desapareciendo, pero es muy relevante el proceso de cambio en el que está Cruz Roja. El mandato anterior abanderó una gestión implacable y solo tengo gratitud hacia ellos, pero las decisiones eran consensuadas por tres hombres y a partir de ahora seremos tres mujeres dirigiendo la organización.
—¿Ante quién rinde cuentas Cruz Roja?
—Nuestras cuentas son abiertas y públicas y están sometidas al consejo de Protección del Gobierno, además de auditorías externas. La transparencia es total. Por eso confían en nosotros 1,4 millones de socios y empresas colaboradoras. Durante la pandemia se puso en marcha una herramienta inaudita donde se veía a diario en qué se invertían los recursos. Esto no lo hace ninguna organización ni compañía.
—Especialista en Geriatría y Gerontología en pospandemia, ¿qué es lo que más le preocupa del estado en que han quedado nuestros mayores?
—Si me pregunta como geriatra, lo que más me preocupa es que la persona no pueda completar su ciclo vital con todos los derechos que tiene como persona cubiertos y con el respeto a su dignidad hasta el último momento.
—¿A qué derechos se refiere?
—A socializar, a formar parte de la sociedad. Cada vez se les tiene menos en cuenta. Cuando van perdiendo capacidades o facultades, a veces por un exceso de protección, tendemos a despojarlos del control de su propia vida, tenemos hacia ellos una actitud paternalista, los infantilizamos y hacemos que pierdan roles. Hay que hacerles sentir que son dueños de sus vidas hasta el último momento. Una de las cosas que queremos trabajar es que se cuide más y se intente prevenir la institucionalización de las personas.
—¿Más cuidados paliativos?
—Lo que digo por mi experiencia es que hay muchas ocasiones en que cuando parece que no hay cura, hay mucho que hacer por ellos, mejorando su expectativa de vida. Y hablo tanto de fármacos como de soporte emocional.
—Tradúzcame cuando dice que se propone desinstitucionalizar las ayudas.
—Lo que queremos es que la persona viva en su casa, donde tiene sus emociones y su memoria. Eso depende de que haya una red de soporte, de vecinos, la farmacia, el señor de la tienda, que la Administración favorezca que te acompañen y también Cruz Roja lo haga. La tecnología humanitaria, con dispositivos de voz, nos está ayudando, para recordarles una cita médica o darles compañía. Desde Cruz Roja queremos generar esas redes y crear esos entornos contra la soledad. Una persona no debería acabar su ciclo vital en una residencia, que a veces es la solución ideal, no digo que no; pero en muchas ocasiones podría seguir viviendo en su domicilio si hubiera un soporte adecuado.
—Pedro Sánchez dice que ha enfrentado una pandemia, un volcán y una guerra. Cruz Roja también lo ha hecho y de forma más directa. ¿Cómo se ha afrontado esta sucesión de desdichas?
—Tenemos una estructura muy potente, muy preparada para las emergencias. Se nos visibiliza en todas ellas porque desde que nació es en lo que hemos estado trabajando. ¡Es lo que sabemos hacer! Ahora mismo no hay un sitio de conflicto en el mundo donde no estemos [En la sede hay un mapa con luces parpadeantes que marcan cada conflicto. Hay muchas chinchetas: Ucrania, Sudán...]. La pandemia nos obligó a recomponernos en lo digital. Ajustarnos fue difícil, porque Cruz Roja siempre está en la calle y ahí fuimos conscientes de que la brecha digital es un factor de vulnerabilidad mucho más importante de lo que se intuía. Hemos tenido que mejorar muchas dinámicas.
La pospandemia «La pandemia ha debilitado la movilidad y la salud mental de las personas con mayor y también menor edad» Transparencia «total» «No hay otra entidad que tenga sus cuentas públicas, auditadas y con exposición diaria de dónde van sus recursos»
—La pandemia no ha pasado...
—No, ha dejado muchas consecuencias para muchas personas, sobre todo en los mayores y los jóvenes. La movilidad y la salud mental están muy debilitadas. Hasta hace no mucho en la consulta preguntaba ‘cómo está su padre’ y solo oía: ‘desde la pandemia dejó de hablar’, ‘ya no quiere salir a la calle’, ‘perdió facultades’, ‘se mueve menos...’. No se están midiendo estos graves efectos.