ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Una tragedia de Hollywood

El productor se suicidó tras casarse con Jean Harlow, aunque hay versiones que sostienen que fue asesinado

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

La boda entre Paul Bern y Jean Harlow en 1932 suscitó una mezcla de asombro y maledicenc­ia en Hollywood. Ella estaba en la cima de su carrera como actriz tras el éxito de ‘Los ángeles del infierno’, financiada por Howard Hughes, y él era un ayudante de productor de la Metro de escaso atractivo físico, tímido y solitario, un hombre atormentad­o que había hecho del cine su religión. Se rumoreaba que era homosexual y que no había superado el suicidio de una madre dominante.

Nadie entendió aquel matrimonio entre el ‘sex symbol’ de la época y el desgarbado ejecutivo de los estudios de Culver City. «No me importa su cuerpo. Estoy enamorada de su mente», declaró Jean. La actriz tenía motivos para estar agradecida a Bern, que convenció a su productora para ficharla con un contrato anual de 40.000 dólares. Dos meses después del enlace, el mayordomo halló muerto en su casa de Beverly Hills a Paul Bern. Su cadáver estaba tendido sobre la alfombra con una gran mancha de sangre. La bala de una pistola había perforado su sien.

El forense llegó cuatro horas después y, tras examinar el cuerpo, dictaminó que se trataba de un suicidio. Ayudó a esta conclusión una nota hallada en la habitación en la que afirmaba que pedía perdón a su esposa y que la seguía queriendo: «Este es el único medio para recompensa­rte por todo lo malo que he hecho y para compensar mi humillació­n».

Esa misma noche el matrimonio había tenido una fuerte discusión y ella se había marchado de la mansión. Él sospechaba que Jean tenía amantes. Era 21 años mayor que la actriz y no se había divorciado de Dorothy Millete, por lo que era legalmente bígamo. Jean lo ignoraba.

Nadie dudo de la versión de la Policía de los Ángeles hasta que la revista ‘Play Boy’ publicó un reportaje en 1960 que llegaba a la conclusión de que Bern había sido asesinado. Reveló que Louis B. Meyer, el jefe de la Metro, había llegado a la casa minutos después de ser avisado por el mayordomo. La revista sugería que la nota del suicidio era falsa y que Meyer había preparado la escena del crimen para que pareciera un suicidio. Quería evitar el escándalo para proteger a su estrella.

Bern había nacido en Hamburgo en 1889. Se llamaba Paul Levy y su familia se había mudado a Nueva York cuando tenía 9 años. Su padre abrió un pequeño comercio, lo que le permitió financiar los estudios de arte dramático de su hijo, que se cambió de nombre. Bern empezó como productor teatral, pero dio el salto a Hollywood, donde trabajó como guionista, director y ayudante de Irving Thalberg, el mítico productor de la Metro. El destino quiso que no pudiese recoger el Oscar a ‘Grand Hotel’, elegida como la mejor película en 1932, porque se había suicidado seis días antes. Thalberg recibió la estatuilla.

Bern había llevado una doble vida porque todos ignoraban que se había separado de Dorothy en Nueva York, a la que seguía pasando una pensión y sufragando el tratamient­o en un hospital psiquiátri­co. Años después, se supo que Bern había hecho testamento en favor de su esposa y que había creado un fondo fiduciario para asegurar su futuro.

Lo que reveló ‘Play Boy’ es que la Policía de Los Ángeles había ocultado pruebas que probaban que Bern había sido asesinado por Dorothy Millete, vista con el productor horas antes de su muerte. Ella se suicidó al tirarse de un barco en el río Sacramento dos días después de matar a su marido por un ataque de celos, según la versión de la revista.

Nadie recuerda hoy a Paul Bern, mientras que el mito de Jean Harlow ha pervivido como la «rubia platino» que sedujo a América en los años 30. Millones de mujeres en Estados Unidos se teñían el pelo para imitar a la actriz, de la que se decía que jamás llevaba ropa interior. Murió a los 26 años de una afección renal, provocando la consternac­ión de sus seguidores. De forma sorprenden­te, el director King Vidor, que quiso hacer una película sobre la pareja, investigó su suicidio y llegó a la conclusión de que había sido asesinado por un mafioso llamado Zwillmann. La realidad y la leyenda se confunden en la vida de Bern.

Nadie recuerda hoy a Bern, mientras que el mito de Jean Harlow ha pervivido como la «rubia platino» que sedujo a América

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// ABC Paul Bern junto a Jean Harlow

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