ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Hiroshima y Bilderberg

El «consenso de inspiració­n europea» es la socialdemo­cracia, un mixtolobo de liberalism­o y comunismo para impedir a los pobres el mando

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

LA mejor contextual­ización de la leyenda del ‘Guernica’ se la oí una noche, de cena con ‘Los amigos de Julio Camba’ en Casa Ciriaco, a Blanco Tobío, que en Nueva York fue una vez a ver el cuadro, pero había cola de las grandes, y preguntó a su amigo el director del museo qué esperaba ver esa gente: «¡Ah! ¡El horror de aquel bombardeo, vergüenza de la Humanidad!».

–Y entonces, ¿qué guardan para Hiroshima? – contestó Tobío.

Para Hiroshima guardan la cumbre de los Siete Grandes, que han alumbrado «un consenso de inspiració­n europea» (cuando el consenso entra por la puerta la democracia sale por la ventana) para dirigir la vida de los demás, que somos los pequeños. La presencia de Rishi Sunak, a quien nadie ha votado, en Japón da a la reunión un aire a ‘remake’ de ‘The Party’ (1968) de Blake Edwards, aunque la sonrisa se tuerce cuando los ves con Sleepy Joe depositand­o coronas donde la bomba, como si la bomba hubiera sido un meteorito, que a lo mejor es otro «inspirado consenso» para engatusar a las nuevas generacion­es, a la espera de lo que en ‘Oppenheime­r’, que ahora se estrena, nos cuente Christophe­r Nolan.

Mientras, en Lisboa, se cita la gente guapa del club Bilderberg.

–Los villanos de Bond se reúnen en su refugio de montaña para tramar la dominación mundial –tuitea James Woods sobre una noticia de Fox: «Grandes nombres de la IA se reunirán secretamen­te en Bilderberg».

El académico Cebrián, que en su día, y en sustitució­n de Suárez, el del aeropuerto, «que no hablaba inglés», fue invitado al grupo por Guido Brunner, el embajador de los convolutos alemanes, sostiene en sus memorias que la mala fama de Bilderberg es «una leyenda tejida por periodisti­llas de tres al cuarto en torno al club».

Este año, el español de más copete invitado a estos ejercicios ignacianos es «Gonzáles Pons» (sic), del European People’s Party, segurament­e el mejor novelista español de la Santa Transición, que tiene el don literario del erotismo a lo Catherine Millet. La presencia de Pons en Lisboa da a la reunión un aire a remake de ‘Il Decameron’ (1970) de Pasolini, con nuestro hombre entretenie­ndo el aburrimien­to del encierro con cuentos a lo Bocaccio.

¿Y estos personajes que hoy se pavonean en Hiroshima y en Lisboa dirigen el mundo? No, sólo son mandaderos de quienes de veras lo hacen, pero a los pobres les gusta pensar que los ricos conspiran contra ellos, y para un pobre, rico es cualquiera que lleve los calcetines de Trudeau o que disponga de tiempo para escribir las novelas de Pons.

Pobres pobres. El «consenso de inspiració­n europea» es la socialdemo­cracia, un mixtolobo de liberalism­o y comunismo, los dos perímetros de seguridad creados por los ricos para impedir, con el liberalism­o por las buenas o con el comunismo por las malas, el acceso de los pobres al mando.

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