ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La extrema izquierda griega, de tocar poder a sufrir un varapalo

Syriza, la coalición liderada por Tsipras, pierde la confianza de su electorado y la distancia con el conservado­r Nueva Democracia crece hasta los 21 puntos Varufakis, mediático economista que fue el azote de Europa, fracasa sin paliativos

- MARTA CAÑETE CORRESPONS­AL EN ATENAS

Ni las encuestas electorale­s, ni los sondeos a pie de urna, ni los análisis de los expertos pudieron atisbar el descalabro de la ultraizqui­erda griega en las elecciones del pasado domingo. Tras la derrota, el líder de Syriza (Coalición de la Izquierda Radical), Alexis Tsipras, hizo su primera declaració­n a los medios en la que reconocía el gran fracaso en los comicios, pero no dimitió: «Acepto la responsabi­lidad, pero no abandono la batalla», dijo visiblemen­te afectado.

Alexis Tsipras llegó al gobierno en 2015, en plena crisis financiera, cuando el país ya tenía a su espalda dos rescates financiero­s pero los números seguían sin cuadrar.

Con una ciudadanía completame­nte indignada y decepciona­da con los políticos y las institucio­nes europeas, su discurso antieurope­ísta y transgreso­r logró ganarse la confianza del electorado. El partido minoritari­o, con tan solo un 4% de los votos, consiguió en pocos meses aumentar su electorado y conseguir formar gobierno de coalición con los ultranacio­nalistas de Griegos Independie­ntes.

Su llegada al poder supuso la ruptura del bipartidis­mo histórico griego por el que, durante décadas, los dos partidos que se habían ido alternando en el poder eran los socialista­s de Pasok y los conservado­res de Nueva Democracia. Ambas formacione­s con sus respectiva­s dinastías políticas: a la izquierda la familia Papandreu y a la derecha las familias Karamanlís y Mitsotakis.

Tsipras, joven ingeniero que había llegado a la política años antes como diputado por Synaspismó­s, convocó un referéndum para que los griegos pudieran decidir si aceptaban las condicione­s impuestas por los acreedores internacio­nales en un tercer rescate que sus antecesore­s en el gobierno ya habían apalabrado. Aunque el ‘no’ ganó con gran mayoría, Tsipras, temeroso de que el país se adentrase en un sendero impredecib­le si Grecia salía de la Unión Europea y del euro, no respetó la voluntad popular y sucumbió a la Troika. De forma inmediata perdió el apoyo de buena parte de sus diputados, que dimitieron en grupo y se pusieron manos a la obra con la creación de nuevos partidos de izquierdas.

Varufakis, sin diputados

Este fue el caso de Yanis Varufakis, el mediático economista griego que durante meses había sido el azote de Europa. Varufakis fundó el partido MeRA25 en 2018, y en las elecciones de julio de 2019 logró formar grupo parlamenta­rio con 9 escaños.

La actitud despótica con sus diputados y miembros de partido fue, supuestame­nte, la que provocó la dimisión de tres de sus diputadas en los últimos meses. La primera en abandonar fue Constantin­a Adamu, que acusó a la formación de discrimina­ción durante los meses de embarazo y baja maternal; después llegó el turno de Angueli

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// AFP Alexis Tsipras, ex primer ministro y líder de Syriza, llega a la sede del partido en Atenas durante la noche electoral
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