ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El suicidio de las hermanas de Oviedo «nos ha hecho revivir todo»

El abuelo de las gemelas de Sallent comparte con ABC el dolor de la familia

- JORDI MARTÍNEZ BARCELONA

La similitud entre ambos casos estremece. Dos hermanas gemelas que deciden terminar con todo. Saltar al vacío desde el balcón de su vivienda. Se han cumplido ya tres meses del intento de suicidio de Alana y Leila, dos estudiante­s de primero de la ESO en el instituto Llobregat Sallent (Cataluña), pero su familia ha revivido esta semana la tragedia al conocerse el drama de Anastasia y Alejandra, dos hermanas de Oviedo que tomaron la misma decisión.

De las niñas de Sallent sólo murió Alana, que dejó una nota antes de dar el salto donde explicaba que lo hizo por su no aceptada identidad de género (pues se sentía chico). Leila, por su parte, escribió que ella lo hacía por «solidarida­d con su hermana»; aunque no tuvo el mismo final y sobrevivió. Poco ha trascendid­o sobre las niñas de Asturias más allá de que tenían doce años y su familia es rusa (inmigrante, como la de Sallent, que es argentina). Todavía no está clara la causa que llevó a las pequeñas de Oviedo a quitarse la vida, pero una de las hipótesis con las que se trabaja es que pudieron sufrir bullying, como Alana y Leila.

«No hace falta una pistola para matar a alguien, a menudo, con dos palabras basta», apunta a ABC Gustavo Lima, abuelo de las niñas de Sallent, que viajó expresamen­te a España después de lo ocurrido, pero ya está de vuelta en Argentina por problemas de visado. Elocuente, despierto, pero sumido en una pesadilla que nunca acabará, atiende a este diario para confesar que desde que supo lo ocurrido en Asturias está especialme­nte sensible: «Nos ha hecho revivirlo todo. Cargamos una mochila de dolor muy pesada que llevaremos puesta el resto de nuestras vidas».

Grupo acosador

No es un secreto el infierno diario que viven muchos menores tras los muros de la escuela. Poco después de que las hermanas de Sallent dieran el salto, se conoció que había un grupo en su instituto que las acosaba. Era numeroso, pero estaba dirigido por tres chicos.

Se reían, según hizo saber la familia a este diario, de su acento argentino y del carácter de mecha corta de Alana, que «era temperamen­tal y siempre intentaba defenderse de sus abusones». Las burlas fueron a más, reconocier­on, cuando la pequeña se cortó

el pelo y pidió ser llamada Iván. Respecto a las hermanas en Asturias, el colegio ha desmentido que existiera ‘bullying’ en su caso, pero diversas fuentes recogidas por la prensa local apuntan en dirección opuesta.

Sobre el acoso escolar, Gustavo se muestra contundent­e, pero defiende que no es algo achacable únicamente a España, que existe en todo el mundo y que «es una lotería». El abuelo de Alana y Leila, además, defiende que lo más importante es la comunicaci­ón en casa, ya que en pleno siglo XXI los niños pasan demasiadas horas solos en el colegio, sin sus padres, y esto puede llevar a que un problema al principio menor se vaya agrandando más y más con las semanas».

Los agresores suelen actuar en grupo, en manada. Son también niños, no asesinos. Muchos de ellos ni siquiera son consciente­s del dolor que causan, lo hacen básicament­e por ser aceptados en el grupo, sostiene. «Cuando uno es pequeño tiene miedo a todo, incluso a contar el ‘bullying’ recibido en casa, y eso es el caldo de cultivo perfecto», añade Gustavo, quien reconoce haber sufrido problemas similares en la primaria porque era un chico tímido.

Tampoco el acoso es algo exclusivo de la infancia. Al respecto, Gustavo hace referencia a los gritos e insultos racistas recibidos por Vinicius en el partido que este domingo enfrentó al Real Madrid con el Valencia en Mestalla. «A menudo, no somos consciente­s (yo tampoco) del daño que pueden causar las palabras. En los colegios el ‘ bullying’ se nota mucho porqué las víctimas son niños y no pueden defenderse, pero también en la vida adulta ocurre aunque tengamos más recursos para protegerno­s. Generalmen­te, el agresor siempre actúa en grupo», expresa.

«Cargamos una mochila de dolor muy pesada que llevaremos puesta el resto de nuestras vidas», explica el abuelo de Alana y Leila

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// ABC Leila (izq.) y Alana, las gemelas de Sallent, en una imagen que compartier­on

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