ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Los toros también rezan para que llueva
Los ganaderos Alfredo Ruano y José Luis Lozano, uno veinteañero y el otro con 87, cuentan cómo la sequía «afecta a todos por igual: el campo no distingue entre ricos y pobres, todos somos pobres»
Alfredo Ruano, de Añover de Tajo, se hizo ganadero de bravo en 2019, un año después de morir su padre, un año antes de que estallara la pandemia. Compró un semental y un lote de 50 vacas de Joaquín Núñez del Cuvillo sin saber que el futuro pintaba negro azabache. «Se junta todo. No nos había dado tiempo a respirar y ahora esto», dice sobre la brutal sequía, que se ha unido a los efectos provocados por el coronavirus y al colosal incremento de los precios. En la actualidad cuenta con unas 220-230 cabezas: 80 vacas y el resto son añojos, erales, utreros, novillos y toros.
«La situación se la puede figurar, es dramática. Llevamos ya unos cuantos años malos, pero sequía como la actual yo no la he conocido, y eso que también viví una muy fuerte en los 40. No ha habido otoño ni primavera. Estamos en mayo, vamos a ver el verano», declara José Luis Lozano, de 87 años, oriundo de Alameda de la Sagra y propietario junto con su familia de
Alcurrucén, encaste Núñez, una de las grandes cabañas del campo bravo español desde hace décadas, que sigue teniendo unas 600-700 vacas pese a haber reducido camada.
Ambos coinciden en que lo peor está por llegar. «El problema no es lo que ha pasado, sino lo que viene», afirma José Luis. «El año que viene no va a haber grano ni paja. No quiero ni mirar las facturas del pienso porque te deprimes», añade Alfredo, que gasta unos 600 kilos de pienso al día (unos 20 sacos de 30 kilos a 14 euros cada uno de ellos), con lo cual invierte 280 euros, más su correspondiente ración de paja y el agua.
En el caso de la ganadería de Herederos de Alfredo Ruano, que así es como se llama oficialmente, las reses pastan al lado del río y, al menos, el agua no falta. Sin embargo, «por ejemplo, en Menasalbas, lo están pasando muy mal porque no hay ni para que beban los animales». La finca de ‘Las Infantas’ se encuentra en Aranjuez y la Confederación Hidrográfica del Tajo «nos ha cortado el agua y no nos deja
regar los pastos. Nos dice que hemos gastado más agua de la cuenta». Lo curioso es que no muy lejos de allí se sitúa la finca ‘El Lucero’, en Añover, donde organiza capeas y todo tipo de eventos, «y allí nos dejan perfectamente». Ocurre que en el primer caso procede del Canal de las Aves y en el segundo, de la Real Acequia del Jarama.
«Año raro» por las elecciones
Alfredo recuerda, además, que es un «año raro» por «el tema de las elecciones» y en muchos pueblos todavía no se han organizado los festejos. Y advierte: «Como no estén rápidos, en algún lado se van a quedar sin fiestas». Eso sí, «este año ha subido bastante la carne y el precio de los animales porque en muchas ganaderías han redu
cido cabezas y también porque el año pasado hubo atracón de festejos, aplazados por culpa del covid».
«No me puedo quejar», reconoce el joven criador, recién cumplidos los 29, que lidia «festejos menores, alguna corrida y, sobre todo, mucho festejo popular, tanto encierros como concursos de recortes». En este sentido, menciona «el papel de las asociaciones de aficionados que, con un tremendo esfuerzo, siempre quieren echar los mejores animales por sus calles».
Mientras, Alcurrucén es una de esas pocas ganaderías que juegan en Primera división, demandadas por cualquier torero. En 2022 lidiaron «70 y pico toros y, en total, cerca de 200 reses » . La previsión para este año es «más o menos la misma». Ya tienen vendidas 14 corridas, aparte de novilladas con y sin caballos y del festejo popular. Sin embargo, «la sequía afecta a todos por igual: el campo no distingue entre ricos y pobres, todos somos pobres», cierra José Luis con la sabiduría de una persona mayor.
En muchos pueblos todavía no se han organizado los festejos y, «como no estén rápidos, en algún lado se van a quedar sin fiestas»