ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
La propuesta de miles de viviendas, la lotería para salvar al sector del ladrillo
Estudios apuntan a la necesidad de 1,6 millones de viviendas en toda España
La necesidad de construir más de un millón de viviendas en España que varios estudios apuntan como necesario es sin duda una gran noticia para el sector de las tejas y ladrillos, donde CastillaLa Mancha, especialmente en la provincia de Toledo, es puntero en España. Un reciente estudio de Sociedad de Tasación apunta en concreto que solo para Madrid y Cataluña harían falta 800.000 viviendas más y en el total de España 1,6 millones para hacer frente al mayor problema al que se enfrentan las generaciones que llegan ya a la edad adulta.
En la actualidad, según datos de 2022 de Hispalyt (Asociación Española de Fabricantes de Ladrilos y Tejas de Arcilla Cocida), este sector agrupa a a 130 empresas, con una producción de 5,3 millones de toneladas al año, y en las que trabajas 4.550 empleados.
Para hablar de la situación actual del sector y de las perspectivas ante la necesidad de nuevas viviendas, ABC habla con Pedro Rognoni, presidente de Hispalyt y representante de la empresa Ladrillos Mora (Illescas).
—¿Cómo se valora desde el sector estas indicaciones sobre la necesidad de esta construcción tan importante de viviendas?
—Que alguien haga el apunte de que hay que sacar 800.000 viviendas al mercado pues es un poco como una lotería. Para el sector, que está más o menos sobreviviendo, porque en este momento hay obra pero no una cantidad impresionante, es una expectativa de trabajo muy importante.
—¿Cuál es la actual situación de las tejas y ladrillos?
—El sector se ha recuperado un poco en el sentido de que tras los precios de la energía y el problemón que tuvimos en 2022 se ha vuelto a una situación más o menos normal. Así que en el presente se va trabajando más o menos bien. Sin embargo, se viene con la rémora de que ese problema tremendo supuso una pérdida de capacidad económica de las empresas, ya que hubo que asumir un montón de trabajo contratado y de obras cerradas en las que no se podían subir precios. Eso hizo que pasáramos de una facturación, por dar una referencia, en Ladrillos Mora de pagar 120.000 euros de gas mensuales a pagar 700.000, lo que da idea de lo que fue la crisis para nosotros. Eso ya más o menos se ha resuelto, con las rémoras del problema financiero que tuvimos. También es verdad que se han habilitado fondos de la Comunidad Económica Europea y se nos ha dado una especie de subvención. Ha sido una cosa testimonial, pero un detalle por parte de la administración en lo que se refiere a gas y energía eléctrica.
—Entonces, ¿se puede hablar de recuperación?
—El sector está trabajando. Es cierto que somos un sector importante, pero el problema es que nos hemos ido reduciendo tanto que ahora mismo los fabricantes de ladrillos que estamos para abastecer el mercado, y sobre todo en el caso del ladrillo caravista, que es el que de alguna manera más influiría en esta hipótesis de las 800.000 viviendas, pues somos cuatro gatos porque la empresa Malpesa, que era una de las importantes de Andalucía, la compró Cerámica La Paloma, y Cerámica Palau, que también estaba en nuestra comunidad, en Chiloeches, desapareció y de alguna manera hemos quedado Cerámica La Paloma con sus distintas plantas que ha mantenido en marcha y nosotros, Ladrillos Mora. Así, el pastel en este momento era muy grande, pero como somos pocos los que ofertamos, pues nos vamos apañando. En cuanto a los fabricantes del ladrillo tosco, los que hacen los muros, ahí están. Son precios muy bajos los que hay en el mercado, y por eso no acaban de recomponerse del todo. Por tanto, vamos sobreviviendo. No es una situación idílica pero vamos trabajando.
—Y sobre esos estudios que proponen esas nuevas viviendas para evitar la escalada actual de precios ¿lo ven factible o un canto de sirena?
—La necesidad existe y obviamente hay dos patas: una la de vivienda en venta y otra la vivienda en alquiler, y las dos hacen falta. La teoría en la que se basa la necesidad de más viviendas es cierta, pero lo que no se puede hacer es forzar a que todas ellas las haga un promotor privado, sino que tendrá que ser bastante como promoción pública. Ya sabemos lo que pasa con estas cosas, porque si los políticos dicen que van a hacer todas esas viviendas pensando en el medio plazo luego se extienden por mucho más tiempo. Por lo menos parece que la idea es hacerlas, pero la incertidumbre de que sean rápidamente tenemos derecho a tenerla. No te acabas de fiar de que eso vaya a ir a toda velocidad. Está claro que la necesidad existe. No vamos a hacer ahora un canto a la necesidad de toda esa gente joven, de esa generación Z y anterior que no tienen donde meterse y están viviendo en casa porque los alquileres no hay quien los pague, y que son las que fuerzan a que realmente hay que dar alojamientos y sobre todo cumplir un derecho constitucional, que es que la gente tenga casa.
«El problema es que la gente joven no quiere ser albañil. Creo que supone un cierto desprestigio social hacia la palabra»
—Otra cuestión es la de los materiales que hoy día se utilizan en la construc
ción ¿es buen momento para el ladrillo o van apareciendo otros que suponen una competencia importante?
—Nosotros tenemos en este momento una realidad triste y es que han aparecido otros materiales sustitutivos, como es el sate, que es el que convierte las obras como si fueran todas forjado y monocapa, y todo ello porque es un producto que se coloca más fácil y además no hay mano de obra de albañilería.
Falta de mano de obra —Como en otros sectores, uno de los problemas de la construcción es la falta de mano de obra cualificada, ¿Cómo se ve esto desde el sector productivo?
—Como consecuencia de que no hay mano de obra de albañilería estamos teniendo enormes fracasos a la hora de promocionar la mano de obra, porque tanto con la Fundación Laboral de la Construcción como con otros centros internacionales de FP hemos hecho una apuesta muy grande de habilitar cursos de formación, pero el problema es que no tienes alumnos. La gente joven no quiere ser albañil. En cierto modo creo que supone un cierto desprestigio social hacia la palabra, por lo que no sé si habría que llamarlos técnicos de colocación de materiales o algo así. Pero parece que ese concepto de albañil en bruto viene a suponer que trabajando de lunes a viernes, en un trabajo durísimo es cierto, alguien pueda ganar, siendo ya materialitas, 3.500 euros, pues resulta que prefieren estudiar administración de empresas o informática y trabajar una empresa a sueldo mínimo.
—Pero parece un contrasentido despreciar ese nicho de trabajo, asegurado y con buen sueldo...
—Yo creo que tiene mucho que ver con planteamientos como que ningún padre quiere que su hijo sea albañil. Ningún chaval que va una discoteca dice que es albañil y tiene éxito. Sin embargo, alguien que dice que es informático, sí. Incluso intentamos hacer en un par de reuniones que hemos tenido con la Confederación Nacional de la Construcción, que están en la CEOE y dominan el poder, a ver si podían propiciar que con el Ministerio de Trabajo se hiciera una campaña de publicidad estatal potente, como se hizo con las fuerzas armadas, de forma que al soldado ya no se le llamaba soldado y se utilizaban otros conceptos.
—¿Está evolucionando bien el sector con los nuevos tiempos?
—Como ejemplo, los fabricantes del ladrillo caravista han evolucionado muchísimo en nuevos sistemas de prefabricación y pseudo prefabricación del ladrillo. Ahora hay montones de soluciones, porque todos hemos hecho nuestros deberes para tener productos que se pueden utilizar de acuerdo a todas las exigencias de calidad que demandan los proyectos de alta sostenibilidad.