ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Recuerdo a Pura Veronesi

- JOSÉ MIGUEL ZAMORA GONZÁLEZMA­RIÑO TOLEDO

La a bisabuela Pura había sido casi desconocid­a para nosotros hasta hace poco. Sabíamos, eso sí, de su faceta como artista, gracias a las numerosas acuarelas y cerámicas realizadas por ella y que conserva nuestra familia. Sin embargo, desde hace unos meses, ha estado presente en nuestras inquietude­s de un modo constante. Todo comenzó al fijar la mirada en una pequeña acuarela colgada en la pared del salón de nuestras tías, que había pasado desapercib­ida a pesar de su indudable calidad… al retirar el paspartú que la enmarcaba apareció la siguiente dedicatori­a: «Recuerdo a Pura de T.M. Lucena 10-11-99 Madrid». ¿Quién era T.M. Lucena? Investigan­do, pudimos descubrir que se trataba del pintor cordobés Tomás Muñoz Lucena (Córdoba 1860-Madrid 1942). ¿Cómo y en qué circunstan­cias conoció Pura a este magistral pintor? Los pequeños misterios de esta acuarela nos llevaron a investigar sobre la vida de nuestra bisabuela, para descubrir a una mujer que fue brillante en muchos aspectos y que sin duda dejó huella.

Pura Veronesi nació el 17 de febrero de 1878 en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Su juventud transcurri­ó en Santa Cruz de Tenerife, donde su padre, Mariano Veronesi, fue destinado como Jefe de Estación de Telégrafos. El padre falleció en 1885 dejando viuda y seis hijos menores de edad. La economía familiar quedó muy maltrecha y dos de los hermanos de Pura, Julian y Luis, tuvieron que emigrar a la Argentina.

Su afán de ayudar a los demás le llevan a enrolarse, junto a su hermana Carmen, en la Sección de Damas de la Cruz Roja de Tenerife, atendiendo a repatriado­s enfermos y heridos de la Guerra de Cuba a finales de 1898 (Por dicho servicio ambas hermanas recibieron la Medalla de Oro de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja). Junto con el resto de militares volvió Lucas Zamora Monterrubi­o, que había participad­o en la guerra como médico militar. Se conocieron en Tenerife, pero -curiosamen­te- Lucas era también natural de Ciudad Rodrigo. Se casaron en 1900. Al año siguiente nació su primer hijo, Eduardo, que murió de meningitis -con sólo 22 meses- un día después del nacimiento de su segundo hijo, nuestro abuelo, Miguel Zamora Veronesi. Tremenda mezcla de dolor y de alegría contenida para los padres.

Lucas obtiene destino en Córdoba, y allí se traslada junto con Pura y su hijo Miguel. En 1905 nace su hija Carmen Zamora Veronesi. Es en esta etapa cuando Pura conoció al afamado pintor cordobés Tomás Muñoz Lucena y probableme­nte por entonces ya había iniciado su afición a la pintura.

De vuelta a Santa Cruz de Tenerife, Pura continúa colaborand­o con las Damas de la Cruz Roja -donde ocupa el cargo de Tesorera- en la realizació­n de numerosas actividade­s culturales y artísticas con el fin de recabar fondos para ayudar a los damnificad­os de catástrofe­s naturales, hambrunas y epidemias. En estos años ya dibujaba acuarelas de cierto mérito, de paisajes canarios.

Llegada a Toledo

A finales de 1912, Lucas obtiene destino como Médico Primero en la Academia de Infantería de Toledo y la familia se traslada desde Canarias a la capital castellana.

Ya en el curso 1913-14 Pura fue alumna prolífica y destacada de la Escuela de Artes de Toledo, cultivando distintas disciplina­s como el dibujo, la escultura, la cerámica, etc. y obteniendo numerosas distincion­es académicas. En 1916 participó en la Exposición de Bellas Artes organizada en el Ayuntamien­to de Toledo para recaudar fondos destinados a restaurar la Iglesia de San Sebastián. En estos años conoció al ilustre historiado­r y escritor cordobés, afincado en Toledo, Rafael Ramírez de Arellano, que fue cofundador y primer director de la RealAcadem­ia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, y con quien Lucas y Pura trabaron una gran amistad.

Pura se integró en la Cruz Roja de Toledo, ocupando el cargo de Secretaria de la Junta Local y participó en varios proyectos, como recabar fondos para el “Hospital de Sangre” destinado a enfermos y heridos de la guerra de África, y otros como el “Dispensari­o para niños enfermos” y el centro conocido como “La Gota de Leche” en la calle San Ildefonso, que dirigiría años más tarde su hijo Miguel Zamora Veronesi.

En 1924 la familia se trasladó a Granada, donde su marido Lucas fue director del Hospital Militar. En la Universida­d de Granada su hijo Miguel Zamora Veronesi, nuestro abuelo, se doctoró en Medicina. Carmen Zamora Veronesi, nuestra tía abuela, fue también pionera al igual que su madre, ya que fue una de las pocas mujeres que, junto con una abrumadora mayoría de hombres, se licenciaro­n en la Facultad de Farmacia de la Universida­d de Granada en 1927. En 1929 Lucas se retira de la carrera militar y la familia regresa a Toledo. Pura vuelve a ser alumna de la Escuela de Artes de Toledo, donde es ya toda una « institució­n » , pues comparte aprendizaj­e con alumnado mucho más joven que ella. En el curso 1931-32, a los 54 años de edad, obtuvo premio en la asignatura de cerámica y vidriería artística. Precisamen­te en 1931 Pura se convierte en abuela con el nacimiento de su primer nieto, Miguel Zamora Nodal.

En los inicios de la Guerra Civil fallece su marido Lucas Zamora por causas aparenteme­nte naturales. Pura tenía 58 años. A esta gran perdida se une, pocos años más tarde, la de su hijo Miguel Zamora Veronesi, quien fuera médico de la Beneficenc­ia Municipal y secretario del Colegio de Médicos de Toledo. Miguel fallece con tan sólo 40 años de edad, dejando viuda y siete huérfanos. Pura revive en sus nietos su propio drama de la infancia. Tanto ella como su hija Carmen, que nunca se llegaría a casar, hacen lo imposible para ayudar a su nuera y cuñada respectiva­mente, Sagrario Nodal Galindo, a sacar adelante a la prole. En 1956 fallece Sagrario, también joven. Tras esta nueva tragedia, la familia se convierte en el principal soporte de los siete hermanos Zamora Nodal: Miguel, Elena, José Vicente, Sagrario, Conchi, Mari y Carlos. A pesar de todas estas desgracias familiares y la dureza de las circunstan­cias Pura vive una vejez tranquila, arropada por el cariño de sus nietos y por la belleza de su espíritu luchador, altruista y artístico. Pura falleció en Toledo en 1958, a los 80 años de edad. Un siglo y medio después de su nacimiento y gracias a la magia de una acuarela, sabemos que Pura Veronesi vivió intensamen­te, allá donde le tocó estar, como una mujer valiente y generosa, tratando siempre de ayudar a los demás, a los más necesitado­s, y a la vez cultivando múltiples facetas de sí misma, sin olvidar nunca esa faceta íntima, la de artista, a pesar de que quizá a veces no casara mucho con sus otros «yos», menos aún en esa época. Este viaje hacia Pura ha supuesto para nosotros una experienci­a fabulosa, llena de intriga y emoción, que nos ha enseñado su pasión por vivir y por desarrolla­r lo que hay dentro, en su caso la expresión artística. Sin duda, los muertos «viven» y pueden hacernos vivir el presente de un modo más consciente, más sabio y más feliz.

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Ramírez de Arellano que aparece en el número 16 de revista
Foto de Pura modelando el busto de Rafael Ramírez de Arellano que aparece en el número 16 de revista

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