ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
«La expropiación del Recreativo fue un acto peronista»
Pablo Comas El dirigente explica el acoso político y social sufrido con la ‘intervención’ del decano, un caso único en el fútbol. El TSJ de Andalucía acaba de declararla ilegal
Pablo Comas Mata-Mira (Madrid, 1964) sufrió en 2016, cuando era presidente del Recreativo de Huelva, la primera y única expropiación forzosa de un club de fútbol en la historia del fútbol español. La decisión fue tomada por el ayuntamiento de la capital onubense, encabezado entonces (2016) por el alcalde Gabriel Cruz, del PSOE. El PP también votó a favor. Después de años de escarnio social y persecución judicial, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) acaba de declarar ilegal la expropiación del club más antiguo de España.
—Usted llegó al club en 2012. Después de una o dos temporadas ilusionantes, el Recreativo comenzó a caer de nuevo deportivamente y empezó una movilización social en la ciudad. ¿Cómo fue el proceso?
—El plano deportivo es finalmente lo que a todo el mundo le importa más… Pero tuvo poca influencia; es decir, tuvo influencia la parte anterior, antes de mi llegada al club, cuando bajó a Segunda división (lo que supuso la entrada en concurso de acreedores). Fue el tema institucional y económico el que verdaderamente disparató la situación. Y ahora, afortunadamente, hemos conocido una sentencia del TSJA que explica exactamente lo que pasó: una actuación completamente irregular de la Agencia Tributaria, que nos llevó al desastre. No estuvimos exentos de errores, que los hubo, pero lo que disparató la situación fue la actuación irregular de Hacienda. Era l a época de Cristóbal Montoro como ministro de Hacienda, del que se ha quejado mucho (entre otros) el mundo del fútbol. Los perjudicados hemos sido todos los recreativistas. Y después de la actuación del Ayuntamiento, todos los onubenses. Ya lo expliqué en su momento, pero nadie me quiso escuchar. Incluso escribí una famosa carta abierta al ministro en el diario ‘Huelva información’. En ella yo le decía que queríamos pagar, pero no nos dejaban. Lo que se deduce de esto es que una cosa es la administración del Estado, que camina por su sitio, y después hay un ministerio concreto, el de Hacienda, que va por su cuenta. Cuando el silencio administrativo en el resto de las administraciones es seis meses, para Hacienda es un año. Un año en el que, después de una actuación completamente arbitraria, se decide el embargo del club. Y durante un año ni siquiera te responden. Un año completamente cercados, embargados, vilipendiados… Con otros muchísimos clubes flexibilizaron los plazos, y con este no. La explicación que nos dio un alto funcionario de Hacienda fue muy clara: si ustedes fueran particulares, probablemente esto se habría solucionado. Pero el problema es que se venían arrastrando deudas del Recreativo desde el año 2002. Y ahora, tras este desastre de actuación, le ha costado 20 millones de euros.
—Después el club bajó a Segunda división B y la cosa se puso fea en la ciudad.
—Ese fue el detonante de la situación que nos llevó a bajar a Segunda B, y desde luego a crear durante todo ese año un malísimo ambiente en la ciudad que acababa con los nervios de cualquiera. Ahora reconozco no haber tenido alguna actuación especialmente brillante en alguna rueda de prensa, por la que ya pedí disculpas en su momento.
—Ustedes instaron entonces la declaración del club como Bien de Interés Cultural (BIC), dada su condición de decano del fútbol español, para protegerse de Hacienda. Entiendo que se arrepintió después.
—Sí… La expropiación se produjo precisamente por la declaración del club como BIC. Pero estábamos en el 125 aniversario de un club con un bagaje muy importante. A mí se me ocurrió buscar amparo en la ley de patrimonio histórico, porque la obligación básica de la administración con los BIC es precisamente la protección de los mismos. Y aquí ya es cuando definitivamente mi confianza en los políticos pasó al cero más absoluto. Se lo comentamos al concejal entonces responsable, del PP, y le pareció estupendo. Pero era una competencia de la Junta de Andalucía, que por entonces era del PSOE. Me reuní con Gabriel Cruz, jefe del grupo socialista, que después sería alcalde de Huelva y se apropió del club indebidamente. También lo cogió con entusiasmo. Nos reunimos con la Junta, eran todo alharacas, hasta que un día me llama Gabriel Cruz y me dice: ‘Oye, Pablo, que lo siento, macho, pero no va a ser posible hacer lo del BIC… Hemos visto que si declaramos BIC al club con el actual Gobierno municipal [PP], ellos se lo van a apuntar como un tanto, y creemos que estamos muy cerca de ganar las elecciones. Yo te prometo que si ganamos, lo primero que vamos a hacer va a ser eso’.
—Cosa que cumplió…
—Sí, lo cumplió. Se abrió el expediente, y casi conforme se abrió el expediente, la primera en la frente: el 6 de junio nos encontramos con la noticia de la expropiación del club. Primer y único caso en la historia de la historia de Europa. No sé si habrá ocurrido en Venezuela o en Cuba, pero desde luego en el mundo democrático no. El respeto por la propiedad privada y por la libertad de empresa son derechos constitucionales que no se pueden saltar a la torera.
—¿Cómo reaccionaron?
—El primer momento es de estupefacción… Porque no puede ser verdad. Luego notas un cierto alivio: es decir, si no han querido saber lo que ocurría de verdad, ahora se van a enterar. Una situación verdaderamente lamentable...
—¿Ya se había producido la célebre manifestación en su contra?
—No, eso había sido un año antes [2015; acudieron 7.000 personas] Hubo una especie de movimiento social, organizado por una plataforma llamada Recreativo Supporters Trust, que querían ayudar a salvar el club y devolverlo a sus abonados. Esa, digamos, es la parte demagógica y política del asunto. Fue utilizado por el club, por el Ayuntamiento… Hubo una clarísima connivencia.
Los del ‘Recre Trust’ habían sido colaboradores nuestros, con nuestra propia directiva, para aportar otra visión. Pero una cosa es el mundo del ‘frikismo’ bonancible, por decirlo así, y otra que aquí lleguen unos señores a los que metes dentro para que te ayuden, precisamente porque sabemos de su afición por la historia y la colaboración con las peñas, y se les ocurra con carácter previo a la propia expropiación, y de forma instrumental, la preciosísima idea de plantearme una querella criminal en la que pedían 18 años de cárcel.
—¿Temió ir a prisión?
—Me pedían tropecientos millones de euros. Luego estaba, por supuesto, el escarnio público. Lo cierto es que me lo tomé con la misma tranquilidad personal que me tomé la expropiación bajo el punto de vista jurídico, pero no deja de ser una espada de Damocles importante; porque un mal día lo tiene cualquiera, cualquier juez. De hecho, el de instrucción tuvo bastantes días malos; llegó a inventarse que no había abierto la tienda del club en el centro. Y luego, pues nada, dos años hasta el juicio, con el club expropiado, yo difamado, vilipendiado, en fin… Ahí pasó algo que fue de las primeras alegrías que me llevé, porque el juicio es una cosa sumamente desagradable: dos días ante las cámaras, con un supuesto periodista deseándome que me pudriese en la cárcel… Finalmente quedó en lo equivalente a una multa de tráfico [15 meses de cárcel]. Se demostró en el juicio que no solamente yo no me había llevado un duro, sino que el club encima me debía dinero (que, por cierto, ya he ido cobrando en parte). Cuando salí del tribunal un poco aturdido, la primera vez, nos fuimos paseando por toda la avenida Sundheim, hacia donde teníamos el coche. Y se me acercó un montón de gente, pero no a insultarme, sino a darme ánimos y a darme las gracias por lo que había hecho. No podré agradecérselo jamás a esas personas, entre otras cosas, porque tengo un vaguísimo recuerdo de su cara.
—¿Qué pasó después de esa sentencia con el ‘Trust’?
—Uno de ellos obtuvo la recompensa, seguramente prometida antes por el Ayuntamiento, de trabajar en el club. Y es quien actualmente lleva sus cuentas. El otro, el ‘gallito’ principal, decía que era ingeniero en Cepsa, pero tampoco debía ser muy bueno, porque dejaron de contar con él. Entonces lo han puesto nada más y nada menos que a collevar la fundación Cepsa, para desprestigio de tan importante marca. Y respecto a los otros dos, pues entiendo que eran dos particulares muy bien intencionados originalmente, que claramente se sintieron manipulados. Una vez cumplida su misión de ayudar a crear ese ambiente, se ha ido quedando en nada.
—El Ayuntamiento no logró vender el club, ¿lo saneó al menos?
—Al contrario. Se dijo que no iba a costar ni un duro, y a los dos años ya costaba 8 millones, porque, claro, Hacienda se negó a negociar nada con el Ayuntamiento de Huelva. Creo que les va a costar por encima de los 20 millones, para un presupuesto de 150 millones anuales. Es algo completamente venezolano; o peronista, por ser más preciso. Ahora hay gente de la prensa que vuelve a dirigirse a mí; evidentemente, yo no tengo nada que decirles, porque cuando les he podido aclarar qué es lo que pasaba y lo que podía pasar, no les ha interesado mi voz. (Seguramente, porque todos ellos, creo que sin excepción, desde el diario del Grupo Joly hasta el último friki con un canal de Youtube, reciben subvenciones municipales). Déjeme contar una anécdota: sucedió en la feria Fitur de 2017, poco después de la expropiación. Yo me había negado a entregar los poderes del club, porque era manifiestamente ilegal. Y con una serie de maniobras, conservé la administración del mismo. Cuando vino Fitur, yo creí que todavía quedaba un mínimo de cordura en el equipo de gobierno de entonces y nos reunimos mi socio, el alcalde, el hombre fuerte en el Recreativo, un tal Pepe Fernández, y la novia de uno de los dos. Fue en el hotel Palace. Y se me volvió otra vez a quedar la misma cara de tonto, porque me dijeron abiertamente, no sé si el alcalde o Fernández, que probablemente la expropiación estaba mal hecha, pero que para cuando me lo fueran a devolver, iban a haber pasado ocho años y Gabriel Cruz habría sido dos veces alcalde de Huelva. Lo ha cumplido a rajatabla… Es de esas promesas de los políticos que te sorprende, por su claridad y por su concreción en la realidad.
—¿Por qué tumba el TSJA el primer fallo del tribunal provincial (que confirmó la expropiación)?
—La sentencia del juez de Huelva, con todos mis respetos, era un corta y pega de la argumentación municipal. No contestaba a la demanda, es lo que se llama técnicamente incongruencia omisiva. Y ahora lo han visto tres magistrados de verdad, de un rango superior, que han decidido por unanimidad.
—¿Le devuelven el club?
—Declaran nula la expropiación. Y explican, además, por qué se produjo la crisis. La sentencia es recurrible todavía ante el Supremo, y es lógico que la recurran, pero están preparados para lo que va a ocurrir. A mí lo que me importa ahora es que el equipo esté tranquilo, que toda la gente honrada esté contenta con su club. Deportivamente, va razonablemente bien [quinto clasificado en la 1ª RFEF]; recordemos que bajo el gobierno municipal ha tenido la peor clasificación de su historia en 133 años.
—¿Tiene pensado volver a la presidencia del club?
—Sólo tengo claro que hay que aclarar la historia definitiva del Recreativo, para que se conozca y, sobre todo, para que no se vuelva a utilizar políticamente. Si no queda más remedio y tengo que volver, lo haré. Entre otras cosas, porque es el trabajo más bonito que he tenido en mi vida. Es una pena que se estropease por lo que se estropeó. Pero no me apetece demasiado. Depende del ayuntamiento, básicamente.
—¿Por qué?
—La condición fundamental es que hay que aclarar lo que ha pasado. La historia tiene que quedar clarísima. Si ellos quieren que lo aclaremos juntos, lo aclaramos juntos, y nadie va a salir especialmente salpicado. Y lo primero que tiene que hacer el Ayuntamiento de Huelva es vender sus acciones. Ostenta, bajo mi punto de vista, el 22% de las acciones del club de forma espuria, y debe devolverlas a los accionistas. El Ayuntamiento dejó morir la demanda más importante de todas, que explica la historia del Recreativo durante este siglo XXI. El club tiene la necesidad de proteger su historia; y para proteger su historia, lo primero que hay que hacer es saberla. Hace falta una sentencia judicial que diga exactamente qué pasó con el estadio: porque el estadio lo pagó el Recreativo y se lo apropió el ayuntamiento.
—¿Piensa querellarse contra los políticos o jueces que decretaron la expropiación?
—Preferiría no tener que hacerlo. En su momento me encomendé a la Virgen de la Cinta y a la Virgen del Rocío; entiendo que me han ayudado mucho y espero que me ayuden también a tomar la decisión definitiva al respecto. Un mal día lo tiene cualquiera… Y con respecto a los políticos, pues ya veremos qué pasa con ellos. Entre ellos mismos están deseando los unos que les meta mano a los otros, incluso dentro de su propio partido. Les da exactamente igual. No hay cosa más desalmada que la política. ¿Cómo es posible hacer burradas así en la comunidad económica europea, en un país constitucional, en un Estado democrático y de derecho? Esta gente que se decía liberal, del PP, votó a favor de la expropiación por pura cobardía. Ya se sabrá por qué. Sí hubo alguien que se negó a votar, sorpréndase usted, fue el grupo municipal de Izquierda Unida. Lo argumentó perfectamente; y fue profeta. No coincidimos en nada ideológicamente, pero desde aquí mi admiración y mi respeto por mantenerse firme en lo que uno cree que es justo.
Gestión municipal «Se dijo que no les iba a costar ni un duro, pero a los ciudadanos les ha costado 20 millones de euros» Cristóbal Montoro, ministro «Lo que disparató la situación fue la actuación irregular de Hacienda que nos llevó al desastre»