ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Donde cada vez nacen menos niños y, sin embargo, hay récord de población
Los natalicios en Castilla-La Mancha han bajado un 43,6% desde 2008 (de más de 23.000 a menos de 13.000) y el saldo vegetativo negativo se ha hecho habitual cuando antes era una excepción
Castilla-La Mancha, tierra de paradojas. En la región cada vez nacen menos niños y, sin embargo, está a punto de batir su récord histórico de población. En 2023 hubo 12.993 natalicios y 19.888 defunciones, con lo que el saldo vegetativo fue de -6.895 personas en una población que ha vuelto a superar los 2,1 millones de habitantes (lo que solamente había ocurrido en 2012), según las cifras provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La situación no es muy diferente a la del resto de España, que el año pasado contabilizó el número más bajo de nacimientos (322.075) desde que hay registros y, al mismo tiempo, alcanzó por primera vez los 48 millones de habitantes. Como dato complementario, cada vez son más las madres que tienen un hijo habiendo cumplido los 40 años: en 2013 eran el 6,8% y en 2023 son el 10,7% del total.
Eso sí, Castilla-La Mancha fue la comunidad autónoma en la que el descenso de natalicios resultó más acusado (un -10,5% cuando la media nacional fue del -2%). De hecho, en todas las regiones, salvo en Madrid y Extremadura, nacieron menos niños que en el año anterior. Los 12.993 alumbramientos son 1.518 menos que los que se produjeron en 2022, distribuyéndose de la siguiente manera entre las cinco provincias castellanomanchegas: 4.520 en Toledo, 3.214 en Ciudad Real, 2.587 en Albacete, 1.502 en Guadalajara y 1.170 en Cuenca. También en las cinco descendieron con respecto al año anterior.
Aunque más allá de la cifra concreta, lo realmente relevante es que en la región vienen naciendo menos niños de forma ininterrumpida desde 2008. Una tendencia que se repite curso a curso sin excepción: 23.038 en 2008, 22.322 en 2009, 21.998 en 2010, 21.364 en 2011, 20.382 en 2012, 19.068 en 2013, 18.392 en 2014, 18.214 en 2015, 17.792 en 2016, 16.864 en 2017, 15.845 en 2018, 15.316 en 2019, 14.378 en 2020, 14.534 en 2021, 14.511 en 2022 y los mencionados 12.993 en 2023.
O lo que es lo mismo: los nacimientos en Castilla-La Mancha se han reducido un 43,6% en los últimos 15 años al pasar de más de 23.000 al no llegar a los 13.000. Así pues, la tasa de natalidad (número de nacimientos por cada 1.000 habitantes) ha cambiado del 11,24% en 2008 al 7,01% en 2023.
Y lo mismo sucede con el Índice Coyuntural de Fecundidad (el número de hijos por mujer), que se ha achicado de 1,50 a 1,22. Y si se retrocede hasta 1975, último año de la dictadura, la brecha con la actualidad es aún más grande: entonces la tasa de natalidad era del 15,2% y cada mujer tenía 2,54 hijos de media.
Mientras, la tasa de mortalidad ha variado muy poco. Del 9,25% en 1975 al 9,92% en 2022. En este tiempo, la tasa más baja fue del 8,35% en 2010 y nunca ha superado el 10%, salvo mínimamente en 1999, y sobre todo con la pandemia del coronavirus al dispararse al 12,63% en 2020.
Cosa distinta es la esperanza de vida, que sí ha experimentado un gran crecimiento. De los 73,89 años de media en 1975 a los 83,33 en 2022. El tope se alcanzó con los 83,57 años en 2019 y pegó un bajón hasta los 81,22 años en 2020. Cabe reseñar que la esperanza de vida varía hasta casi cinco años entre las mujeres (85,83) y los hombres (80,89).
Todo ese cóctel ha provocado que el saldo vegetativo negativo en la región no sólo se haya consolidado en los últimos años, sino que la diferencia entre natalicios y defunciones sea cada vez más pronunciada. Los años 1996, 1998, 1999, 2000, 2001 y 2002 se consideraban extraordinarios porque hubo más muertes que nacimientos. Sin embargo, desde 2015 esto es lo habitual.
En cuanto a la población, la de Castilla-La Mancha también ha aumentado de forma notable. Al término de 1982, año en el que se aprobó el Estatuto de Autonomía, la región tenía 1.657.050 habitantes, mientras que el dato más reciente los eleva hasta los 2.100.523. El crecimiento no ha sido gradual. Por ejemplo, en 1992 eran 1.678.672 y en el año 2000 eran 1.752.002. Y entonces hubo un despegue que tocó techo en 2011 con 2.105.936 habitantes. Tras unos años en los que la población se fue reduciendo hasta los 2.032.595 de 2017, ahora acumula unos cuantos de subida.
«Valoración muy positiva»
Dentro de la región, el crecimiento tampoco ha sido homogéneo si se analizan los diferentes territorios. Mientras las comarcas de La Sagra, en Toledo, y el Corredor del Henares, en Guadalajara, han subido como un cohete, principalmente debido a su cercanía con Madrid, hay amplísimas zonas de Guadalajara y Cuenca con despoblación extrema desde hace décadas.
La consejera portavoz de la Junta de Castilla-La Mancha, Esther Padilla, hace «una valoración muy positiva» del último dato de población publicado por el INE, ya que desde la aprobación del Estatuto de Autonomía hay un 27% más de habitantes; y esto «es muy importante si lo comparamos con comunidades autónomas que pueden ser similares demográficamente, como Extremadura o Castilla y León, pero que han perdido población». Padilla añade que, gracias a la Ley contra la Despoblación de la Junta, las zonas rurales de la región han ganado 9.000 habitantes.
Nadie de la Junta, sin embargo, se pronuncia sobre el hecho de que en Castilla-La Mancha nazcan cada vez menos niños y que sea la comunidad que más ha retrocedido en el último año.
La tasa de mortalidad apenas ha variado desde 1975 (en torno a un 9%), pero la de natalidad se ha desplomado (del 15% al 7%)
La región tiene un 27% más de habitantes que cuando se aprobó el Estatuto en 1982, aunque la subida no ha sido gradual ni homogénea