ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Un presunto inductor del crimen del sicario se arrepiente por carta

Primera jornada del juicio por el asesinato de Mercedes en Las Ventas de Retamosa

- MANUEL MORENO TOLEDO

Con ropa deportiva oscura y zapatillas blancas, dormitó sobre una butaca en el vestíbulo hasta que escuchó su nombre para que accediera a la sala noble de la Audiencia Provincial de Toledo. Raúl Romero Aparicio entró y se sentó. Lo hizo ayer en la primera fila de los dos banquillos de madera reservados para los cinco acusados por el asesinato de Mercedes Martín Ayuso la mañana del 4 de mayo de 2018. Ella tenía 41 años y ese viernes murió tiroteada en Las Ventas de Retamosa. Un hombre, presuntame­nte Raúl, vació el cargador de una pistola sobre ella, que no tuvo tiempo para salir de su coche, donde su hijo Daniel, de 12 años, resultó herido en las piernas cuando su madre lo llevaba al colegio.

Raúl, en libertad como el resto de procesados, se enfrenta a un total de 46 años de prisión por ser el presunto sicario que habría cumplido el encargo de Luis del Castillo Martínez, alias ‘el Vacas, y de su mujer por entonces, María del Carmen Medrano, para los que la Fiscalía pide 40 años de cárcel. Miembros de familias mercheras (quinquis), también están encausados por el asesinato de Mercedes y el intento de asesinato de Daniel, además de como inductores y cooperador­es necesarios. El quinteto de encartados lo completan Emilio, hermano de María del Carmen, y la compañera sentimenta­l de Raúl, aunque sólo por encubrimie­nto.

En la primera de las diez sesiones previstas, el abogado de Luis del Castillo sorprendió al revelar una carta de contrición del ‘ Vacas’ dirigida a la familia de Mercedes. «Pide perdón, se arrepiente del daño causado y dice que nunca lo olvidará», resumió su letrado, Félix Pascual. Esta misiva se incorporó esta mañana a las actuacione­s «porque la familia ya la conoce», según el abogado, quien informó también al jurado de que Luis, sentado junto a Raúl en el mismo banquillo, ya ha consignado 167.000 euros para reparar el funesto daño provocado.

La inesperada carta fue el contrapunt­o en la primera jornada, protagoniz­ada también por el emocionado alegado de una abogada que conmovió a la hermana de Mercedes, presente en la sala. Sucedió durante la intervenci­ón de Desilava Andreeva, que representa a Daniel. «Las personas aquí sentadas como acusadas mataron a sangre fría a Mercedes y a punto estuvieron de acabar con la vida de Daniel», afirmó rotunda la letrada, quien a continuaci­ón describió a la fallecida. «Mercedes era una mamá, era hermana, era hija, pareja, pero era una mamá sobre todo», enumeró con voz temblorosa.

Explicó que, a raíz de la separación del padre de sus dos hijos diez años antes, Mercedes rehizo su vida con Abdul, su pareja cuando la asesinaron. «Lo único que ella hacía era sacar adelante a sus hijos; eran lo único que ellos tenían y lo único que tuvieron hasta el día que falleció», continuó Desilava.

«Mercedes trabajaba muy duramente«, enfatizó, «para sacar adelante a sus pequeños», un niño y una adolescent­e, Sheila. «Tuvo la suerte de comenzar una relación» con Abdul, quien «la apoyaba, como correspond­ía, y que además ejercía de padre para sus pequeños», añadió.

«Dio con sus verdugos»

La difunta había trabajado para Luis y María del Carmen cuidando al padre de él y también como empleada de hogar para la familia de los presuntos inductores y cooperador­es necesarios. Pero unas «desavenenc­ias motivadas por determinad­as conductas extramatri­moniales» de María del Carmen, que habían sido «presenciad­as» por Mercedes según la Fiscalía, se unieron al «comportami­ento amenazador» de Luis hacia la fallecida por no querer revelarle la conducta de su mujer, que «mantenía relaciones sexuales con un primo hermano». Además, acusaba a Mercedes de haberse apropiado de 30.000 euros que el matrimonio tenía oculto en su domicilio.

Ella, en definitiva, «tuvo la mala suerte» en su trabajo de «topar con estas personas», dirigiéndo­se la abogada a Luis y María del Carmen. «Durante el tiempo que trabajó para ellos, llegó a crear lazos afectivos que incluso hicieron que los hijos de Mercedes pasaran tiempo con los familiares» de algunos de los procesados. Sin embargo, «lo que no sabía Mercedes es que estaba entrando en el territorio de los que, tiempo después, serían sus verdugos».

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